Opinión Nacional

Palabras innecesarias

Luego de la exitosa y valiente manifestación opositora convocada por Acción Democrática en la populosa Catia, parroquia Sucre de Caracas, y de conocer las bases del acuerdo que no sé si ya habrán firmado quienes se sientan en la mesa de negociaciones y acuerdos por el gobierno y la oposición, tendría muchas cosas que decir, pero siento que son innecesarias. Con relación a lo primero, allá estuve. Soy testigo del coraje infinito de quienes atendieron la convocatoria blanca. No se dejaron arrinconar. No huyeron. Enfrentaron al vandalismo criminal de los pandilleros asesinos del gobierno. Los mantuvieron a raya incluso cuando francotiradores, escondidos a distancia desde conocidas azoteas, mataron e hirieron a unos cuantos compatriotas. Me conmovió la afectuosa sobre protección que me brindó la gente sencilla y humilde en medio de piedras, botellas y el inconfundible ruido de disparos, cohetones y no sé si perdigonazos o lacrimógenas. Al final, lo mismo de siempre. El cinismo oficial no tiene límites. Diríamos que la manifestación se agredió así misma en gesto de calculado “autosuicidio” para responsabilizar al gobierno.

De lo segundo solo tengo decepción, tristeza y grave preocupación. El solo anuncio de la firma de un acuerdo como el conocido hasta ahora, me genera desprecio por estos tiempos. Quizás no deba decirlo, pero me ahogo si no lo hago. No se lucha de esa manera por la libertad y por la vida misma. Estamos peor que hace seis meses, aunque el régimen ya no represente a alguien decente, ni a la Venezuela democrática. Confundir fracasos y estancamientos con triunfo y habilidad negociadora, es algo peor que el error o la ingenuidad. Puede ser un verdadero manoplazo en el rostro de la esperanza. ¡Por Dios! Se va Gaviria, se retiran la OEA, el Centro Carter y el PNUD, cesan las garantías internacionales del grupo de países amigos, sigue sin definirse la verdadera naturaleza de la “salida electoral”, sin Consejo Nacional Electoral, sin desarme de los círculos terroristas, sin Comisión de la Verdad y sin nada de nada. Solo el compromiso opositor de cumplir con la Constitución y las leyes con un gobierno que quebró, hace rato, el principio de la legalidad y la constitucionalidad misma. Un gobierno que, además de los decretos-ley producto de la Habilitante del 2001, maneja simultáneamente cinco proyectos perversos en la Asamblea Nacional para crear, de esta manera, el marco jurídico de la dictadura totalitaria desde la legalidad misma. La ley mordaza, la antiterrorismo, la reforma del Código Penal, la del Tribunal Supremo de Justicia, la de participación social y la obstrucción para el nombramiento de los rectores electorales, anuncian la muerte de la libertad y de la democracia. Al gobierno hay que obligarlo a retirar estos proyectos, a renunciar a su pretendida revolución comunista. No lo hará. Tendremos que derrocarlo si queremos conservar lo mucho o poco que aún nos queda. Los secretos nunca son eternos.

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