Opinión Nacional

Participación ciudadana

Confrontamos profundos problemas de responsabilidad moral, por los abusos que a diario se cometieron y se siguen cometiendo, lo cual requerirá mucha firmeza, equilibrio sensible entre justicia, comprensión, democratización real y reconciliación social, pues como en todo lo demás, la clave del progreso es un diálogo sincero y abierto de amplia participación entre los ciudadanos. Hoy sentimos más que nunca la necesidad imperiosa e impostergable de una prensa libre y libertad de expresión, pues éste gobierno ni ningún gobierno puede controlar lo que se escribe o se transmite, y no se puede permitir la amenaza de cárcel a la gente a causa de sus opiniones, la violación de éstos derechos fundamentales es el signo más patente que asoma un régimen sin vocación democrática. Sin embargo, no debemos dormirnos en los laureles ni mucho menos dejar que los hechos se resuelvan por si solos, ya que no son igualmente obvias las condiciones por las cuales la libertad de prensa y el libre flujo de las ideas son importantes en una sociedad donde esas libertades están legalmente establecidas. Si las ideas, por ejemplo, fluyen con libertad, pero no inciden en la vida de las personas, si la prensa es independiente del gobierno, pero solo publica trivialidades o noticias sesgadas, si la plaza y los espacios públicos están abiertos pero desolados y vacios, entonces la democracia puede desmoronarse tan fatalmente como cuando se destruye por la violación de los derechos fundamentales. Es muy importante tener en cuenta esto cuando se habla de la necesidad de contar con una prensa libre y libertad de expresión. No hay duda y nadie puede poner en tela de juicio que las garantías formales son esenciales, pero la vida informal y extraoficial de la gente con sus pequeños detalles es lo que convierte a las libertades esenciales en hechos incontrovertibles. La libertad de expresión, tanto como otras y como bien político, requiere ciudadanos pensantes, dispuestos a trabajar por y para la democracia: gente que preste atención, participe en la vida pública, discuta entre sí y mediante un sin número de pequeñas decisiones, genere el tipo de conversación e impulse la acción que mantiene a la democracia viva y alerta. La gran ganancia de la cultura – de la cultura democrática – es producir ése tipo de ciudadanos, pues ellos son la única garantía real de que la libertad política podrá sobrevivir. ¡Manos a la obra!.

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