Opinión Nacional

¿Pase de Factura o justicia?

En nuestro lenguaje cotidiano, la expresión “pasar factura” tiene una connotación negativa, que casi equivale a “venganza irracional” e injusta. Y en ese sentido oímos con frecuencia a políticos y comentaristas hablar de que queremos un país “donde quepamos todos”. Queremos la “reconciliación”. Queremos la “paz”. Hermosos y generosos pensamientos que en un escenario idílico compartimos todos los venezolanos. Sin embargo me pregunto, ¿cómo se puede reconciliar nadie con Chávez o con Diosdado Cabello, o con Rafael Ramírez, o con Luisa Ortega Díaz, o con José Vicente Rangel, o con el bobito Samán, o con Rodríguez Chacín, o con Lina Ron, o con desquiciado Isaías Rodríguez, o con el sicario político Russian, o con las feas del CNE y el TSJ? y pare usted de contar (1).

Pero algunos van más allá y se atreven a decir que cuando recuperemos la democracia y la libertad “no le podemos pasar factura a nadie…” . De acuerdo a esta visión el regreso a la libertad y a la democracia se producirá en medio de un gigantesco y promiscuo abrazo de demócratas con totalitarios, de perseguidos con perseguidores, de agresores con agredidos, de asesinos con deudos, de honestos con ladrones, de represores con reprimidos, de despojadores con despojados, etc. Es decir nos afectará colectivamente una especie de síndrome de Estocolmo. Nos abrazaremos y besaremos con quienes han secuestrado las libertades públicas, con quienes han arruinado el país, con quienes han asesinado, con quienes mantienen a los presos políticos sin ver sol durante años, con quienes han saqueado al país y sembrado el odio.

Esa posición “come flores”, sin duda sintomática del famoso síndrome de Estocolmo, le hace un gran daño a la lucha presente por la democracia y al futuro democrático del país. Le hace daño a las luchas actuales porque cuando la población escucha a un dirigente político o a un comentarista formador de opinión expresarse en esos términos, complacientes al oído oficialista, comienza a preguntarse si quienes adoptan esa posición, absolutamente alejada de las condiciones del país, lo hacen sinceramente o simplemente están buscando acomodarse con el régimen. Y el venezolano suele seguir aquella máxima de que “piensa mal y acertarás”. Y da lugar entonces a la maligna conseja de que todos los dirigentes democráticos son, de alguna manera, cómplices del dictador. De acuerdo al criterio de quienes sostienen esa posición, una vez restaurada la democracia y el orden constitucional debe operar una especie de amnistía general para los cabecillas, sicarios y cómplices de la dictadura y sus delitos, lo cual desencanta a millones de ciudadanos honestos que esperan que se haga justicia.

Si eventualmente se impusiera esa posición de “memoria corta y alcahueta”, volverá el país a recaer en otra dictadura. Convertiría a Venezuela en el reino de la impunidad y estimularía la aparición de nuevos Chávez y nuevos saqueadores de la nación. Lo que algunos peyorativamente llaman “pase de factura” es un imperativo moral, político y constitucional.

Quienes han atizado el odio entre venezolanos, quienes han estimulado la delincuencia, quienes han saqueado la nación, quienes han destruido la industria petrolera, quienes intencionalmente han hecho desaparecer las industrias básicas de Guayana, quienes han acabado con la agricultura y la ganadería, quienes han visto indolentemente la destrucción de la infraestructura vial, de la industria eléctrica nacional, de las telecomunicaciones, quienes han reprimido con violencia inaudita la protesta popular, quienes han asesinado estudiantes universitarios, quienes han violado todas las disposiciones constitucionales y legales para disponer a su antojo de los fondos públicos para su propio beneficio o beneficio de terceros nacionales o extranjeros, quienes han entregado la seguridad del país al gobierno de Cuba, quienes destruyeron las fuerzas armadas, quienes han armado a bandas de sicarios políticos, quienes han apoyado a grupos de narcoterroristas como las FARC y el ELN, quienes han escamoteado los votos del pueblo, quienes han destruido o “esfaratao” la institucionalidad democrática, quienes han sometido a las poblaciones de Táchira y Zulia a un régimen de privación de servicios en represalia por sus votos, quienes han encarcelado o sometido al exilio a centenares de venezolanos con procesos inventados y amañados, quienes se han prestado voluntariamente a las razias políticas, quienes han despojado a miles de venezolanos de sus propiedades sometiéndolos a la ruina, no pueden “salir lisos” , tienen que rendirle cuenta a los venezolanos y pagar por sus crímenes.

Y no se trata de un simple “pase de factura”, de una venganza, se trata de hacer justicia, se trata de cumplir el mandato contenido en el artículo 25 de la Constitución, “la mejor Constitución del mundo” como la llamaba antes Hugo el Cubano, que a letra manda:

Artículo 25. Todo acto dictado en ejercicio del Poder Público que viole o menoscabe los derechos garantizados por esta Constitución y la ley es nulo, y los funcionarios públicos y funcionarias públicas que lo ordenen o ejecuten incurren en responsabilidad penal, civil y administrativa, según los casos, sin que les sirvan de excusa órdenes superiores.
“Prohibido Olvidar” tiene que ser el lema de una nueva democracia. Una nueva democracia debe actuar con mano firme para desarmar tanto al hampa política, vale decir Tupamaros, La piedrita, Guerreros de la Vega, Círculos Bolivarianos, milicias chavistas, etc., como al hampa común. Una nueva democracia tiene que desactivar las bandas armadas uniformadas del PSUV que son las milicias y la reserva chavista. Una nueva democracia debe enjuiciar, hacer cumplir condena y luego expulsar a todos los agentes extranjeros enquistados en el aparato gubernamental. Una nueva democracia debe someter a juicio a todos y cada uno de los responsables de las múltiples tropelías del régimen chavista. Una nueva democracia debe enjuiciar a los responsables de la destrucción y politización de las fuerzas armadas así como a todos y cada uno de los responsables de los fraudes cometidos por los pseudo banqueros y agentes financieros del chavismo, quienes a la sombra del régimen saquearon a la Nación y esquilmaron los bolsillos de los venezolanos y que ya comienzan a presentarse en el exterior como “perseguidos políticos”.

No puedo imaginarme a las víctimas del régimen – los encarcelados, los exiliados, las viudas, los padres a quienes le asesinaron sus hijos, los agradidos y lesionados por las hordas dictatoriales, los despojados de sus bienes, etc.- abrazados con la canalla chavista y perdonando a quienes los sometieron a arbitrarios carcelazos o al exilio, a quienes arbitrariamente los despojaron de sus propiedades, a quienes los arruinaron, a quienes hicieron sufrir a sus familias situaciones tremendamente traumáticas. Una política “come flores” de esa naturaleza llevaría a muchos a tratar de hacerse justicia por su propia mano, lo que conduciría a una situación totalmente indeseable. Los venezolanos queremos ver enjuiciados y condenados por sus crímenes tanto a los cabecillas y como a los peones del régimen. Enjuiciados conforme a derecho, respetando el debido proceso, como no no lo hace el régimen totalitario de Hugo El Cubano.

Y si eso es “pase factura” entonces no nos cansaremos de pedir que se les “pase factura” y con intereses.

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