Opinión Nacional

Pastor Maldonado vs. Aponte Aponte

Conozco a ilustres compatriotas que después de ver y oír las insólitas confesiones de Aponte Aponte, refrendadas en tono mayor por Velásquez Alvaray, no pudieron resistir las náuseas y soltaron el tripero. Vomitaron desde Guayanas hasta Falcón y desde Los Monjes hasta Roraima. Con edificios y todo. Pozos petroleros, industrias básicas, bellezas turísticas, monumentos históricos, todo todito. Incluyendo juezas y jueces, parlamentarios y parlamentarias, ministros y ministras, oficiales y oficialas, periodistos y periodistas.

No terminaban de vomitar Venezuela de arriba abajo y de atrás para adelante cuando recomenzaron a soltar intestinos, bofes, hígados, riñones tras oír que Velásquez Alvaray subía de status y cantaba no en un majunche canal pirata y mayamero, sino en el plateau principal de los estudios de la propia CNNenespanol desde Atlanta, como reza el avisito de internet. Las órdenes de José Vicente Rangel mandando a asesinar a fulano mientras Luisa Estela Morales recibía el encargo de freír a zutano, las toneladas de coca del general X pasadas en su Hummer privado a la avioneta del comando WYZ, los 30 años de cárcel para el inocente tal mientras sacaban de circulación a punta de tortura y balazos al sospechoso cual eran demasiado potentes e insoportables como para no vomitar hasta los puntos suspensivos…

¿Cómo resistirían los estómagos de la ciudadanía venezolana tal cúmulo de inmundicias, rastrojos, venenos, vidrios molidos, lija de la dura, ácido muriático y restos basurales dignos de un MacDonald luego del Día de las Madres? Uno de mis sabios amigos, consejero de un concejal del PSUV en Los Teques con ánimos de talanquera, me expresó las serias dudas de que un estómago tan frágil, exquisito y delicado como el de las clases medias venezolanas, habituadas al caviar de Beluga, el Dom Perignon, las ostras del Cantábrico, los chanquetes gaditanos, el jamón de Jabugo, el paté de la Normandie, los gansos daneses, el Chablis, el Pouilly Fuissé y el Nuit Saint George podrían resistir un pernilazo crudo de tamaño semejante. “Se extinguió la generación de Rómulo y Jóvito Villalba, esa que se tragaba los burros atravesados por moor de la causa” – me dijo mi asesor. Los carajitos de hoy tienen tremendas agallas pero devuelven nada más tragarse un carmonazo, me susurró en voz baja, mientras pasaábamos frente a la sede de Primero Justicia en San Antonio de los Altos.

Todo esto fue el tema de nuestra pea homérica del sábado por la noche, en una tasca de Chacao. Cuando me fui a la cama pensé en la rebelión popular que imaginamos a punto de desatarse si seguían apareciendo confesiones tan comprometedoras surgidas de las profundidas de los subterráneos del Palacio de Justicia.Me despertó el telefonazo a eso de las 2 de la tarde. Una risotada me agujereó el cráneo hasta casi reventarme los tímpanos. Era mi asesor experto en revelaciones. “¿Qué te dije, guevón?” me espetó cuando la tos le impidió seguir carcajeándose por el auricular. “¿No te dije que este país tiene un estómago de terciopelo?” Suelta prenda, le respondí ansioso. ¿Algún cuartelazo? “¡No, mi brother, algo infinitamente más pendejo: ¡Pastor Maldonado ganó la Fórmula 1 de Barcelona! Se acabó la conmoción. ¡Viva maldonado!

Eso fue todo. Las venenosas revelaciones de AA y VA duraron lo que un flato en un mosquitero. ¿No es insólito? Aún me duele la cabeza. Pondré la foto de mi candidato en remojo. En esta vaina tan escamosa puede pasar cualquier vcosa. ¡Qué rollo tan decadente, pana!

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