Opinión Nacional

Película: Mi otro yo

Podemos simplificar diciendo que la obra de  Jodíe Foster,  es una cinta que retrata el deterioro exponencial y descontrolado de la felicidad de la sociedad norteamericana contemporánea.

La nueva película de Foster la desarrolla a partir de cuanto sucede en el ambiente de una representativa familia de clase media y expone e induce, subrepticiamente mensajes que permiten desvelar la identidad social contemporánea de ese casino a través de un singular juego de apariencias.

El recurso mas notable y logrado de la directora es un sutil manejo de cámara y composición de planos con leves movimientos y acercamientos para ir creando una atmósfera intimista que  logra principalmente por el excelente tino en la conducción de las actuaciones de sus protagonistas y el recurso del títere Beaver que se apodera de la mano y cuerpo de su dueño Mr. Walter.

Trabajo notable de Mel Gibson que muestra al máximo su talento de actor, sin objeciones, qué, con Foster ha encontrado un segundo aire en su carrera. Sin duda es el pilar que sostiene toda la cinta. Algún crítico exagerado llega hasta decir: “Sin él puedo asegurarles que esta película no existiría”. En su papel de Walter – Gibson – es capaz de provocar emociones con sólo gestos, mirada taciturna y con la voz que da vida a su títere como extensión de su personalidad.

Su conducta depresiva, es tan letárgica que logra convencernos y al mirarse al espejo, sus ojeras y arrugas, no son rastros de la edad, si no del sufrimiento real del que siente devastada su condición humana.

Lo mejor de este desdoblamiento esquizoide del carácter del personaje, es la habilidad actoral de Gibson que demuestra con inusual histrionismo en etapas: la humorística, la triste, y luego la dramática interacción que logra con su alter ego, el títere Beaver, devenido en casi una pieza ortopédica que umbilicalmente se le convierte en extensión  titánica  de su cuerpo,  alma, y psiquis. Debemos saber, que el personaje es un hombre deprimido, y que en su  situación desesperada, consigue en un basurero un alter ego extraño: un castor de peluche que como títere de mano, convierte en su vocero con el resto del mundo… y adopta como último remedio para intentar su curación.

Hablando del títere como recurso dramático, debemos decir que nacieron con la imaginación, y pertenecen a todos los tiempos y a todos los lugares de la tierra. Podemos aceptar que el títere más antiguo que puede reconocer la memoria del humano, fue el primer muñeco, palo, piedra, o pieza de distracción puesta en las manos de un niño. Igualmente que la primera narración atribuida al ser humano, debió nacer del monólogo, mejor dicho del sencillo cómo robusto diálogo que sostuvo el infante con una figurilla o espantajo, que él tomo como ente viviente.

Pero es necesario dejar constancia que dentro de esta sencilla  versión  formal de la obra de Foster surgen otras dimensiones de la película que poseen una carga bastante corrosiva y critica.

Familias disfuncionales: el film nos presenta un clan que sin duda esta afectado por todo cuanto la sociedad norteamericana sufre por una crisis económica y ética que los mantiene en estado de angustia cuyos efectos se reflejan en los actores que componen las dos familias que retrata el celuloide. La del personaje de Mel Gibson, interpretando a Walter, fracasado en la única religión que esta sociedad idolatra, el éxito empresarial; a quien acompaña una madre que se esconde en la compu para evitar su responsabilidad fundamental en el cuidado de su familia, un hijo, que interpreta Anton Yelchin, con tremendo rollo edípico que quiere destruir la imagen de su progenitor.

La otra familia es la de la novia del joven Yelchin, Jennifer Lawrence Shrader, que vimos antes en la magnífica película Winter´s Bone de la directora  Debra Granick, ella es hija de una madre castradora, sin figura paternal que la represente, que le niega la posibilidad de expresarse a través de la pintura su real camino en la vida y la condena a que se cubra bajo el seguro manto de la frivolidad y el fashion como porrista del colegio.

Educación en crisis:  estructura modeladora de valores del consumo y motiva el desarrollo de tratativas que produzcan ganancia. Filosofía que él  joven Yelchin asume cuando cobra sumas considerables por hacer las tareas de los jóvenes menos aventajados en el manejo del lenguaje escrito. Especialmente, escogido es el caso de un estudiante de origen guatemalteco que por su supuesto  no tiene el ingles como su lengua materno y que “tahúr escolar ”  explota por salvarle la notas, solo camino de ascenso social de una familia  latina  poco capacitada en algún espacio para competir. Como no sea convertirse en una buena  mujer de servicio o algo peor. Al final en acto que contradice el espíritu de la ganancia, la autoridad sanciona y bota de la Universidad al hijo de Gibson.

Sociedad en crisis: que no encuentra caminos para sobrepasar el atolladero en el cual quedaron después del saqueo de lo genios de la banca y el robo inmobiliario y busca el camino de una marioneta de mano para que hable por ella, el castor escogido por Foster, tiene en su rostro, a veces sombrío algo que lo asemeja al señor Obama.

¿O será que podemos creer que una persona formada y critica como Jodie Foster iba a perder esa oportunidad que le brindan ciento veinte minutos  de pantalla para dar su visión critica sobre un problema como el que sufre el Estado Norteamericano del post trauma de Wall Street.

¿ Como no reconocer que cada primer plano al títere y sus monstruosos dientes, más cercanos a Chucky  que al conejito  Tambor de Disney,  es un saludo al Maquiavelo de  color negro, Mr. Obama y sus enredadoras maniobras para acortar mas y mas el gasto social y ampliar en la misma la inversión bélica. Como para gritarle: ¡¡¡ Hagan la salud , No la guerra  ¡¡¡.

Juventud en crisis: que no tiene muchos rumbos y termina explotando hasta sus mismos amigos si en ello hay beneficio, tal como lo realiza el hijo depredador y comerciante  que atraca a sus compañeros de clase con sus tesis.

La positivo del personaje de Yelchin, es lograr que su novia Jennifer Lawrence Shrader se  anime en  un discurso que él preparó y cobró en quinientos dólares, para que la joven por fin se libere de la figura modeladora y terrible de madre castradora y represiva y por fin encuentre como liberar su fuerza creadora en acto (aunque pagado) de cierta honestidad

Critica Foster el modelo consumista capaz de  adelantar la navidad  hasta agosto para que se compre una mercancía cargada de herramientas para que cada cual como el Beaver- Castor, animalito capaz de construir su casa,  se dedique a montar su casa (después que los ladrones de la banca se las robaron  y el gobierno les negó la oportunidad de nuevos créditos).

Hace más de mil años, nació el teatro chino de títeres, una de las artes más antiguas y maravillosas del mundo hoy la Foster lo reivindica con valiosos y sugestivos y notables mensajes. Véanla, que vale la pena, para mi una de las mejores de la temporada.

 

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