Opinión Nacional

Pensar en la Tristeza Oscura

Ironía de la naturaleza, que la energía más abundante sea la más misteriosa. Desde que descubrimos la persistencia de la aceleración de la expansión cósmica se tuvo que ajustar las ecuaciones para que dos terceras partes del cosmos fuesen energía oscura – que no podemos ver – , una materia repulsiva gravitacional. La materia luminosa de protones y neutrones es el otro tercio, lo escaso. Fue uno de los últimos hallazgos del siglo XX. Una consecuencia fue postular que el universo es plano y que su ruido de fondo es la quintaesencia oscura. Ese quinto elemento distinto al aire, a la tierra, al fuego y al agua que exhibe una presión negativa que repele a sus vecinos.

Schelling hablaba de un velo de pesadumbre, de un fundamento oscuro que explicaba la indestructible melancolía de toda vida en “Sobre la esencia de la libertad humana”. Steiner ha retomado ambas propuestas y nos muestra una última aproximación a la naturaleza humana. En el universo del hombre, el pensamiento, que acompaña la vida, esta inmerso en una necesaria tristeza, en un velo de melancolía. Lo abundante es la tristeza oscura y cuan rara resulta la alegría luminosa en el pensamiento humano.

Al pensar el pensamiento, Steiner razona una y otra vez y verifica la necesaria tristeza oscura. Lo concibe ilimitado en acelerada expansión. Descubre una primera aporía, pues es propio de lo humano hacer preguntas para las que no habrá respuestas. El flujo de pensamientos es incontrolado, a lo mejor una salvaguarda para la homeocinesis. Concentrarse es agotarse. Razón para la melancolía. Pensar nos hace presente a nosotros mismos y nadie nos puede leer el pensamiento. Así como no hay verdad en ese pensamiento privado, todo pensar público se queda corto en lo hipotético. Ha sido fuente de ficciones religiosas, ideológicas, filosóficas que es lo que resulta de la llamada búsqueda de la verdad. Nuevo motivo para la tristeza. El despilfarro y la inflación del pensamiento de nuestro cerebro disperso es motivo para aceptar esa tristeza oscura. Todo el que pretende regular esa pluri-potencialidad propone el pensamiento único, propio del fundamentalismo y los totalitarismos. Son los que no aceptan su tristeza y la convierten en odio oscuro.

Pensar no conduce al acto. Es inmediato solo para mi mismo. Las sombras se interponen entre pensar y el hacer. El hacer lo pensado resulta en lo imperfecto. Nos cubre la tristeza. Y no podemos suspender ni el respirar ni el pensar. Por eso siempre estamos en el mundo. Entre el mundo y yo se interpone el pensamiento. Los tonos más dulces, los colores más vividos, los olores más agradables los piensa el pensamiento y no accedemos a ellos en el mundo. Es velo del mundo. Tampoco podemos leer el pensamiento del otro. El pensamiento nos hace repelernos como la energía oscura. Solo el terror, el miedo y la risa espontánea nos pueden delatar. Y el amor, mucho más débil que el odio, es una negociación entre solitarios, que torna en atractivo lo gravitacional.

Es propio de la especie esta vida inmersa en el flujo de pensamiento cuyo fondo es la tristeza. Solo unos pocos en la especie han dado prueba de saber pensar. La multitud que cree en una idea, un dios, un líder no alcanza el status de estar equivocada. No es democrático lo creativo del pensar. Nos embarga la tristeza al separar a unos pocos de los muchos. Si algo nos repele de las demás especies es la capacidad de ser los únicos en pensar a Dios. Energía gravitacional negativa en la especie y con los otros seres vivos. El pensar nos hace extraños a nosotros mismos, extraños para los demás y extraños en la enormidad del mundo. Condenados a acelerar el desvío, la extrañeza y la soledad.

Estoy entusiasmado con esta aproximación al hombre, su libertad y su naturaleza. Las madres superan a Steiner. De unos años para acá, han centrado sus consejos en el amor y el pensamiento positivo. Es la manera de hacer agrupaciones de materia luminosa para enfrentar al fondo universal. ¿Cómo podemos en el s. XXI tolerar en galaxia Venezuela a un presidente y a sus adláteres que nos quieren imponer constitucionalmente el pensamiento único, el odio oscuro, su presencia indefinida en el poder, la domesticación de la conciencia de nuestros hijos y nietos solo porque unos en la fuerza armada nos tienen democráticamente ateridos y con las manos arriba y después de una década mostrándonos su incapacidad, equivocación, corrupción e impunidad? Tenemos que ser el hombre luminoso que en su universo de tristeza puede pensar y actuar de manera atinada para crear la alegría y el futuro. Es nuestro deber de hombres libres, luminosos con fondo oscuro.

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