¡Pobre Maracaibo!
El veinte por ciento que votó, eligió en nombre de menos de un cuarto de la población y hace que el ganador -cualquiera que hubiese sido- resulte legal, pero no representativo. Cabe anotar que la poca participación finalmente computada resultó sorpresiva porque a lo largo de la jornada se estuvo informando que había una alta concurrencia de votantes.
Por esa divulgación errónea debe haber quedado un vacío en el observador, por cuanto se trataba de una elección vital donde se escogía al contendor contra el PSUV, dentro de lo cual no puede dejarse de tener presente, para mayor preocupación, la cantidad de tracalerías y ventajismo que aplica en contienda el partido oficialista y su gobierno.
Por otra parte, no quede duda de que el resultado alcanzado abre al observador imparcial una interrogante sobre el presunto crecimiento del PSUV en la región. Es decir, ¿qué parte de ese ochenta por ciento abstencionista podría pertenecer al PSUV?
Más preocupante aún es que el íntegro perdedor, Juan Pablo Guanipa, aparentemente representa la aspiración de diversos sectores concientes de la ruina en que está la ciudad, del agravamiento de la contaminación del lago, los serios problemas de recolección y disposición de la basura, el deterioro de las vías de tránsito y el caos urbanístico general, mientras que la dama ganadora es la continuación de una inefectividad demostrada -tanto azul como roja-, aparte de una contrincante sin pegada y atacable por herencia política.
La altísima abstención y el resultado, son una calamidad visto el cuadro local de desasistencia. Más descorazonador aún, que los candidatos para la contienda del próximo 5 de diciembre sean la señora de Rosales y Gian Carlo Di Martino.
¡Pobre Maracaibo! Vienen dos años más de tiempo perdido.
