Opinión Nacional

Poder Eterno

La historia debería ayudarnos, de vez en cuando, a no cometer, precisamente, errores históricos. Critilo, (Gracián 2009) decía que “la historia ayuda a veces” y representaba la vida como una epopeya menipea a la cual, ahora, cinco siglos después nos tienen acostumbrado los jerarcas de nuestras ilusas comarcas llamadas países.

La historia de la humanidad es, sin duda, el recuerdo del colectivo sobre hechos del pasado que fueron marcando la evolución, (a pesar de los involutivos) del ser humano a través del tiempo.

Históricamente no está lejos el día en que debido a las ansias de poder omnímodo, y al hecho de adquirir la enfermedad de creerse superiores a Dios, individuos como Porfirio Díaz, en México, lograran levantamientos populares en su contra liderados por emergentes caudillos que tuvieron que abandonar el azadón para hacer frente a la tiranía impuesta por el viejo héroe. Díaz, con una brillante carrera militar, había sido seminarista, luego abogado, más tarde lustrabotas, carpintero, militar y, finalmente, político. Díaz, fue el militar que expulsó a las tropas de Maximiliano de Francia de las tierras mexicanas, transformándose en un héroe nacional. Fue designado candidato a la presidencia por el Partido Progresista, fue derrotado por Juárez y a la muerte de éste, en 1872, se sublevó contra el sucesor Lerdo de Tejada. En noviembre del año anterior había lanzado el llamado «Plan de la Noria», en el que se pronunciaba contra el reeleccionismo y el poder personal y, a favor de la Constitución de 1857 y de la libertad electoral. Por fin, en 1876 consiguió expulsar a Lerdo, y accedió a la Presidencia. En 1880 la Cámara lo declaró Presidente Constitucional. (Biografías y Vida 2009)
Posteriormente, se hizo reelegir; tomó posesión del cargo de nuevo el 1 de diciembre de 1884, y tres años más tarde publicó una enmienda, que fue aprobada por el Congreso manejado por él, al artículo 78 de la Constitución, la cual le acreditaba para una nueva reelección; en 1890 publicó una nueva reforma al anterior artículo para hacer posible la reelección indefinida, todo lo cual le permitió permanecer en el poder hasta 1910. En ese año aparece quien luego sería electo presidente de México, Francisco Madero, apoyado por emergentes líderes salidos del campesinado como Emiliano Zapata y Pancho Villa, quienes pasaron a la historia por hacer una verdadera revolución en el mundo occidental después de sacar del poder al sátrapa Díaz, quien murió desterrado en París en 1915.

La historia no perdona. En este caso el hombre que luchó por la no reelección presidencial, se enfermó de poder y de despotismo y no quería dejar que el pueblo mexicano eligiera en las urnas a su sucesor. A partir de la caída de Porfirio Díaz, ningún Presidente mexicano puede optar a la reelección, lo cual resultó realmente beneficioso para los intereses nacionales de México.

La caída de Díaz es una importante lección histórica. Esta demuestra que el liderazgo de los pueblos no yace inerte y siempre emergerán, de donde menos se espera, la poderosa fuerza de la disidencia dispuesta a usar todos los recursos para conseguir la libertad. En el caso mexicano, fueron los estudiantes de Ciudad de México quienes apoyaron a Madero y los campesinos aztecas, del norte y del sur, que levantaron a sus líderes en por de sus necesidades.

Es sabido que nuestros pueblos se levantaron en contra de las monarquías absolutistas europeas. Estas formas de gobierno que eran una verdadera entelequia para el Nuevo Mundo, trataron de subyugar a un pueblo al que le costó decidirse acabar con la tiranía. Al parecer el miedo y las ansias de profitar económicamente con el poco intercambio comercial permitido, frenaba los ímpetus libertarios de los más osados y avanzados, hasta que éstos lograron imponer sus ideas y fuerza.

Los monarcas lograron manipular el fervor popular por muchos años. Las dictaduras modernas no difieren mucho de tales métodos. En aquellos tiempos los favores reales se pagaban con nombramientos de Condes y Marqueses, en otros casos con Capitanías Generales y hasta Virreinatos; hoy, los favores, se pagan con sendos contratos con el Estado, con compras fulleras, o con ministerios poderosos y embajadas en el mundo civilizado, para que los nuevos ricos aprendan a tomar champagne sin sorber la copa, tomar el whisky sin revolver el vaso con el mismo dedo que se jurungan la nariz y los oídos o quizá el ombligo…
De hecho, mientras más atrasados son los pueblos más fácil es manipularlos. De esta manera las monarquías como las nuevas satrapías hacen lo posible para que el vulgo no ascienda en la escala social, no se eduque y permanezca en la oscuridad de la demagogia que quisieran eternizar para mantenerse en un trono de bayonetas. El mismo Napoleón Bonaparte dijo que: “le monarque (gouvernant) qui s’assoyait dans un trône de baïonnettes, finissait par se clouer le cul” – “el monarca (gobernante) que se sentaba en un trono de bayonetas, terminaba pichándose el culo”.

La aspiración al poder perpetuo les ha salido cara a quienes han osado obtenerlo. La historia de la humanidad está llena de anormales que lo han intentado. No hace muchos años, un loco homicida como Adolfo Hitler, ideólogo del Nacional Socialismo, predecesor del Socialismo del Siglo XXI, llevó a la humanidad a una guerra que le costó más de veinte millones de seres y más de 10 mil millones de dólares de la época (1936-1945) a las naciones europeas, Japón y China, entre otras. El insano Hitler murió acabado físicamente y tuvo que recurrir al suicidio para no dar cuenta de sus actos. Muchos de sus seguidores no tuvieron la misma suerte y fueron colgados por el Tribunal de Nüremberg, predecesor del Tribunal Internacional de Derechos Humanos que ha emitido una orden de aprehensión contra Al Bashir, presidente de Somalia quien es culpable de la masacre de más de trescientas mil personas, culpable de haber destruido la economía de su nación, culpable de prácticas racistas, entre otros crímenes. Este loco homicida también cree en el Socialismo del Siglo XXI.

Pero, volviendo atrás, no hay que olvidar al creador del fascismo, un enfermo ególatra que comenzó siendo comunista y terminó siendo de ultra derecha y que de acuerdo a todos los datos históricos habría sido el propiciador de la Segunda Guerra Mundial al invadir Etiopía, lugar de donde su poderoso ejército compuesto por las más avanzadas armas de guerra de la época fue destruido por etíopes a caballo. Se cuenta que uno de los generales italianos comandante de un batallón de tanques, dijo a sus soldados cuando vio la carga de la caballería etíope “huid, huid, mis valientes soldados que el cobarde enemigo nos persigue”. El loco de esta tragedia no fue otro que Benito Mussolini, quien murió indignamente colgado de un farol, con los pies hacia arriba, después de ser linchado por su pueblo.

En Europa como en América los aspirantes a dioses son incontables. Recordemos a Oliveira Salazar en Portugal, a Francisco Franco en España, a Domingo Perón en la Argentina, a Stroessner en Paraguay, Somoza en Nicaragua, “Chapita” Trujillo en República Dominicana, y sin ir más lejos al patriarca de los dictadores Fidel Castro en Cuba quien lleva cincuenta años en el poder y actúa tras las bambalinas; ahora por motivos de salud nombró en la presidencia de su país a su hermano Raúl, alias el carnicero de La Cabaña.

No se escapan Idi Amín en África o Augusto Pinochet en Chile. Todos, absolutamente todos aparecieron como grandes defensores de la democracia, de la libertad, de la cultura, del continuismo. Todos terminaron creando constituciones y leyes para permanecer eternamente en el poder. Lo peor de todo es que estos individuos no actuarían así si no tuvieran una corte de aduladores que los hacen endiosarse.

En la actualidad, en América Latina ya los aprendices de dioses, inspirados en Castro y en Hugo Chávez, están elaborando leyes, constituciones y normas que les permita hacerse del poder por siempre pues, en su locura de ambición, creen que vivirán eternamente y piensan que los pueblos idiotizados les permitirán sus desmanes por toda una vida. Y así nos encontramos, en esta pobre América Latina, con raras excepciones, con demagogos que no piensan en sus pueblos sino que en ellos mismos para lo cual inventan mitos, historias, ideologías, que les permita eternizarse en el poder mientras sus pobres pueblos tienen la mierda al cuello.

Referencias

Gracián, Baltasar; “El Criticón”, España, 1651,53,57 Tomado de Internet (%=Link(«http://es.wikipedia.org/wiki/Critic%C3%B3n «,»es.wikipedia.org»)%)
en 2009.

Biografías y Vida; (%=Link(«http://www.biografiasyvidas.com/biografia/d/diaz_porfirio.htm»,»biografiasyvidas»)%); tomado en 2009
Napoleón, 1821.

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