Opinión Nacional

Poder nuclear para un autócrata sin energía

El sistema eléctrico se viene abajo sin remedio, la represa del Guri se acerca a su mínimo histórico en el nivel de sus aguas, Planta Centro funciona casi de milagro, las redes de transmisión se encuentra en situación crítica (si aumentara la producción de energía no habría manera de distribuirla debidamente) y el charlatán desbocado de siempre nos asegura que Venezuela tendrá energía atómica.

Podría tratarse un dislate más en la lista de proyectos desmesurados y sólo realizados en la mente afiebrada del eterno insomne como la base de cohetes, el tren bajo el lago de Maracaibo, las ciudades socialistas, los saraos, los saraitos, los fundos zamoranos, los carros iraníes, la harina pan idem, la piscina con olas de La Carlota, la descontaminación del Guaire, la CVG Telekom, la flota boivariana, la ruta social aérea, el Banco de la Mujer, el los Pobres y pare usted de contar, pero no estoy seguro…

Un Gobierno incapaz de recoger la basura o garantizar lo que en otros países resulta parte de la rutina, como darle al suiche y prender la luz o abrir el grifo y que salga agua, pretende ahora construir centrales nucleares, tarea harto complicada que implica el conocimiento y el desarrollo de una serie de disciplinas científicas que, obviamente, no se imparten en las universidades bolivarianas.

Está claro que países del continente como Brasil, Argentina, México y hasta

Colombia (de carácter experimental) han instalado reactores nucleares y otros, Chile, se proponen hacerlo en el plazo de unos veinte años, mientras  que en EEUU Obama acaba de anunciar la construcción de una nueva central. Es cierto, también, que dentro del abanico de opciones energéticas, ante la necesidad de reducir la emisión de gases de efecto invernadero y el aumento de la demanda, la energía nuclear aparece como una de las más efectivas.

Sólo que los riesgos son tan altos como las ventajas y desarrollos tan delicados como el enriquecimiento de uranio o el mantenimiento de los reactores pueden derivar hacia proyectos como la construcción de la bomba (el caso de Irán es el más ilustrativo) o en accidentes terribles como el de Chernobyl, Ucrania, en 1986.

Vista la experiencia venezolana y la incapacidad para manejar sistemas más sencillos y menos riesgosos, la única forma de construir centrales nucleares sería con la participación de países que dominan el proceso tecnológico, valga decir, Rusia, país con el cual ya existe un convenio y que también colabora con Irán. No estamos hablando de una nueva crisis de los cohetes (Cuba 1962), pero sí de las consecuencias, múltiples, que podría acarrear la entrega de poder nuclear al autócrata sin energía.¿

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