Opinión Nacional

¡Por fin: la política!

Un suspiro de alivio se extendió por la estrecha y caldeada sala de prensa cuando un conmovido César Gaviria dio cuenta en su estilo parco y desaliñado, demasiado estrecho para expresar el caudal de emoción que parecía contener, del resultado de la más larga, la más intensa, la más dura y aparentemente la más provechosa de las jornadas vividas hasta ahora por la Comisión de Negociación y Acuerdos.

Eran las 9 y 45 de la noche, y los pasillos aledaños al lugar de la reunión estaban atestados de periodistas tan exhaustos, que más que reporteros de los medios locales parecían corresponsales de guerra en un hotel sitiado de una ciudad bajo fuego enemigo. Personas cercanas a los miembros de la comisión de la Coordinadora Democrática daban cuenta de que la reunión había sido extremadamente dura y que había estado al borde del naufragio. Muchos se preguntaban si la duración de esta sesión —más de cinco horas de discusiones— no tendría que ver con alguna propuesta del Secretario General que las partes no terminaban por desentrañar.

La verdad se despejó al finalizar la reunión y se dejó colar en las emocionadas y entrecortadas palabras de Gaviria, el único expositor de la jornada. Al parecer y por primera vez luego de dos semanas de agotadores mano a mano, los enviados del gobierno dejaron las armaduras en el vestíbulo del hotel y entraron a corazón descubierto. De allí la rudeza, la franqueza y la sinceridad del debate. Ambas partes expusieron con firmeza, pero con una autenticidad fuera de toda sospecha, los temores, preocupaciones y suspicacias que alimentan tan inmensa desconfianza recíproca.

Decidieron, pues, abrirse el pecho y sacar a relucir el lenguaje de la política. Deslastrado así el diálogo de las socorridas acusaciones mutuas, los amargos reproches por pasadas y presentes injurias y las reconvenciones ya habituales, se abordó por primera vez ˆaunque apenas insinuado y como promesa real ˆ la posibilidad de discutir sobre el meollo del asunto: el problema electoral.

«El problema electoral debe ser explorado»,reconoció José Vicente Rangel, asumiendo por primera vez su natural liderazgo de importante operador político, llevando además la única voz cantante en su grupo. Aseguró asimismo que jamás, ni ahora ni en el futuro, el gobierno tocaría siquiera a los medios. Por su parte, Manuel Cova aseveró solemnemente que jamás la CTV avalaría un golpe de Estado. Fue secundado por los otros seis miembros de la comisión de la CD.

La gravedad del momento campea ya por los predios del Meliá. El convidado de piedra, ese monstruo del golpe que todavía nadie sabe dónde anida y cuándo despertará de su pesado letargo, parece empujar a las partes a un acuerdo indispensable. Sus víctimas podrían estar en ambos frentes. Se comprende la emoción del Secretario General. Que Dios lo auxilie.

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