Opinión Nacional

¿Por qué conmemorar el 23 de enero de 1958?

Mariano Picón Salas, insigne humanista quien cumpliría cien años de nacido en este “invernal” enero, decía que Venezuela entró al siglo XX al expirar su último aliento Juan Vicente Gómez. Al morir el anciano dictador, Venezuela pudo dejar atrás la barbarie y tomó el sendero de la civilización democrática. El país inicia, en los agitados días del año 36, la reconstrucción económica, el tránsito hacia la modernización, hacia la creación de la institucionalidad civil y democrática y pone fin al personalismo político. Releyendo al recordado Don Mariano, en vísperas de la conmemoración de su natalicio, se ha me ocurrido preguntarme, si él, acucioso estudioso de nuestra vida política y cultural, no habría ya detectado los signos e indicios en las rocambolescas iniciativas justificatorias del “proceso”, que lo llevarían a dudar del tránsito razonable de Venezuela al siglo XXI. ¿Frente al estridente anacronismo de la revolución bolivariana (sic) actual, será en el 2006 cuando celebremos con el mundo el cambio de siglo? O, peor aún, ¿deberemos esperar hasta el 2012?

No sé, si de estar entre nosotros, Don Mariano confrontaría la misma interrogante. Pero no teniendo ninguna vocación –y mucho menos cualidades- de pitoniso, y no siendo este el espacio para una diferida evocación del maestro, su memoria me ha confrontado con uno de nuestros peores defectos como país: la desmemoria y la vocación por el olvido.

Y se me ocurre que la débil o escasa gravitación del pensamiento de Picón Salas en la producción del conocimiento de ese qué somos los venezolanos, es la evidencia más contundente. Pero dejemos al maestro y detengámonos en la interrogante que da origen a esta nota. ¿Por qué conmemorar el 23 de enero de 1958? Y la respuesta se impone inmensa como la verdad de un templo: porque la mayoría de nuestro país, con un altísimo porcentaje por debajo de los cuarenta años, ignora que hubo un momento oscuro, tenebroso en la vida de los venezolanos en que no se podía opinar por miedo a que nuestro vecino nos denunciara a la policía del régimen y ni siquiera en la intimidad de la familia se podía comentar las desavenencias políticas; porque había una censura feroz; porque no había derecho a la organización en partidos políticos; porque no existían sindicatos libres; porque los medios estaban amordazados; porque los militares imponían su tutela sobre la vida civil. Porque, en definitiva, había miedo. Y el miedo impuesto por el poder de las armas es el atentado más denigrante contra la dignidad de hombres y mujeres. Más allá del fetichismo de autopistas y otras construcciones, la dictadura de Marcos Pérez Jiménez paralizó al país. Diez años de predominio militar degradó la vida de los venezolanos. Debemos conmemorar el 23 de enero de 1958 porque es una fecha de suma trascendencia de nuestra historia política; de unidad, movilización popular y participación ciudadana. Porque cada 23 de enero seguirá siendo una ocasión propicia para ratificar nuestro compromiso por la libertad y el fortalecimiento de la democracia. Y finalmente, porque, asumiendo la pegajosa canción de Rubén Blades, está “Prohibido olvidar”.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba