Opinión Nacional

Por qué debemos salir a votar el 03 de diciembre

Hemos venido registrando en estás últimas semanas diferentes posturas sobre asistir o no, a las elecciones presidenciales del 3 de diciembre de 2006. Y lo importante, que venimos percibiendo es la necesidad perentoria de rescatar nuestras instituciones, de recuperar la Venezuela de la tolerancia, del respeto al otro, y no la Venezuela de la confrontación y la retaliación como lo ha venido haciendo Hugo Chávez Frías, que bajo una legitimidad que no posee se creé el dueño del destino del país.

Así las cosas, se ha magnificado todo tipo de corruptelas, secuestros, robos, desfalcos. De la mano del gasto público más extraordinario en nuestra historia constitucional avalado del chorro de petrodólares mal gastados por el mundo y América Latina en la promoción del personalismo autoritario, tan descarado como absurdo en un socialismo del siglo XXI que no es tal, sino todo lo contrario. Un neoliberalismo amañado en un grupo de super millonarios que gastan sumas extraordinarios en ciudades como Miami, Nueva York, Paris, Madrid, Londres, con la excusa de la revolución soñada de Fidel Castro y sus secuaces.

El señor presidente se está preocupando más por una supuesta revolución continental que por su paupérrimo país que se nos cae a pedazos. Un país totalmente desasistido, un país ingobernable en donde las mafias, la guerrilla, los paramilitares están haciendo lo que les da en gana.

¿Pero cómo poder rescatar la Venezuela de paz y de la democracia? Con votos… Es claro que para muchas personas el ente electoral está totalmente en pro del gobierno. Pero, precisamente, participando en las elecciones de diciembre se puede revertir el miedo que están implementando desde el ejecutivo con toda la mala intensión de que los ciudadanos no participen en el proceso. Debemos recordar que Chávez ha ganado los diferentes procesos electorales por la abstención, siempre en mayoría en todos los procesos pasados, y si la abstención vota y mantiene su voluntad, el chavismo es derrotable, independientemente que controlen todas las instituciones, porque ante unos ciudadanos en la calle, participando en democracia no hay poder absoluto que pueda contra la verdadera voluntad popular.

Y la gran mayoría de los venezolanos no aceptamos un socialismo, ni mucho menos la invasión que se pretende a la propiedad privada, a la educación y la transfiguración que han realizado de nuestra historia patria. Cada día mintiéndoles descaradamente a todos los venezolanos sobre una historia acomodada al gusto de los militaristas del proceso.

De hecho todas las instituciones del Estado están militarizadas, simplemente no son demócratas, no entienden de respeto a las leyes, a la constitución, a las normas. Sólo atienden los pedidos desmedidos de su “jefe”.

Entre tanto ya son 8 años más 35 mil millones de dólares, sin contar los dineros no fiscalizados que éste mal llamado proceso ha dilapidado en misiones, viajes y todo tipo de extravagancias de los “revolucionarios” que lloran cuando le niegan la visa a Norteamérica.

Nos estamos jugando la democracia, las libertades de expresión, la propiedad privada como lo advierte Juan José Rachadell en entrevista del diario el Impulso de Barquisimeto: “Este es el momento en que tenemos que impedir que haya una continuación de este régimen, porque un nuevo período sería sumamente peligroso para nuestro país. Es más, alguien me dio un concepto que me impresionó: esta pudiera ser la última elección. No es que sea la última oportunidad. Eso significa entonces que si se consolida un régimen como el que está planteado, como el que está en la mente de personeros del gobierno, incluido el Presidente, aquí puede que desaparezca la elección al estilo de Cuba. Allá no hay elecciones. Fidel Castro decía: ¿elecciones, para qué? ¿Ese gasto para qué? Recuerden que eso lo decía al principio y no ha habido más elecciones, ya que él decide quién está en el gobierno y en el parlamento”.

En estos tres meses debemos dar todo nuestro apoyo al candidato de la unidad democrática y entender que Venezuela es primero, y comprender que somos 26 millones de venezolanos que nos atrevemos a no vivir en un nuevo tipo de dictadura del siglo XXI. Porque Venezuela se merece vivir en democracia de cara al mundo de la globalización, de cara al bienestar de todos independientemente de sus posturas ideológicas, partidistas o de vida. Porque precisamente vivir en democracia significa comprender las ideas diferentes y no posturas únicas.

En fin, necesitamos una Venezuela gobernable, competitiva, que explote sus potencialidades, que mejore su capital social, que supere la sociedad del riesgo y buhonerismo, y una vez más, que el petróleo se siembre, como lo anunció décadas atrás Arturo Uslar, para mejorar nuestras condiciones de vida, para hacer que la democracia independientemente de sus errores dignifique y proteja los Derechos Humanos y permita la movilidad social de ese 80 % de ciudadanos que no ven luz al final del túnel.

(*)Centro de Investigaciones de Política Comparada. CIPCOM-ULA.

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