Opinión Nacional

Promoción militar Fidel Castro

Fuentes confiables me han confirmado que, en efecto,
la próxima promoción de subtenientes de la Academia Militar de Venezuela
ha sido designada por los propios cadetes en honor a Fidel Castro, quien
presuntamente viajará al país a recibir en persona el homenaje.

Antes de comentar el hecho y sus implicaciones, ruego a los lectores
me permitan una referencia personal. Llevé a cabo mi primera conferencia
en un centro educativo de nuestra Fuerza Armada en octubre de 1976.

Tenía entonces 25 años de edad, pero mi juventud e inexperiencia no
impidieron que me invitasen al Instituto de Altos Estudios de la Defensa
Nacional, y todavía conservo las notas sobre el tema del día: «La guerra
de Vietnam. Una interpretación basada en Clausewitz». La Venezuela de
ese tiempo era tolerante, plena de oportunidades y abierta al diálogo.

La última vez que fui requerido por nuestros militares para
hablarles fue
el 10 de abril de 2002, cuando dicté una charla ante un nutrido grupo de
oficiales de las cuatro fuerzas en Fuerte Tiuna, acerca de «La situación
internacional y Venezuela». Fue una notable coincidencia y una especie
de símbolo el que me correspondiese hablar esa fecha,
pues los eventos que comenzaron a ocurrir a partir del
día siguiente sellaron cambios radicales en la naturaleza de
nuestra institución castrense.

De modo pues que a lo largo de casi tres décadas me tocó actuar como
docente y conferencista en buen número de los principales institutos
educativos de la FAN, y me precio de tener –lo digo con humildad– la
amistad y el reconocimiento de decenas de oficiales activos y retirados,
hacia los que hoy experimento una mezcla de dolor y esperanza. Dolor por
la decadencia que sufre su gremio, y esperanza de que al menos sus
espíritus no sean completamente doblegados bajo las condiciones que
ahora imperan.

Muchas veces me tocó visitar la sede de la Comandancia
del Ejército en Fuerte Tiuna. Allí, en la entrada principal, al pie de
la escalera central, había hasta hace pocos años una gran placa de
metal, con los nombres grabados de los oficiales y soldados que murieron
en la lucha contra las guerrillas pro-castristas de los años sesenta, cuando
la democracia venezolana combatía la intervención cubana en nuestros
asuntos internos. Ignoro si esa placa permanece en su lugar. Es probable
que la hayan retirado.

¿Qué ha pasado con nuestros militares? ¿Cómo se explica que
los cadetes de la otrora orgullosa Academia Militar de Venezuela
designen a Fidel Castro como padrino de una de sus promociones? ¿Lo
hacen porque les han lavado el cerebro, o por mero oportunismo? ¿Lo
hacen acaso por miedo? ¿Dónde ha quedado la dignidad de la Fuerza Armada
que derrotó la subversión de izquierda, y contribuyó a abrirle a
Venezuela las puertas hacia los cuarenta años menos tristes de nuestra
precaria historia republicana?

¿Qué pueden honrar nuestros cadetes en un personaje como Fidel Castro?
Se trata de un dictador que gobierna con mano de hierro
una nación postrada y silenciada, luego de una experiencia política
que constituye uno de los más patentes e hirientes fracasos de la
trágica historia latinoamericana. Ya nadie en el mundo,
excepto nuestros enfebrecidos revolucionarios «bolivarianos»,
reivindica la Revolución Cubana como ejemplo de algo positivo o
enaltecedor, y con toda seguridad la muerte de Castro desvelará sin
pudores el abismal drama de la Cuba fidelista.

¿Cuál es entonces el sentido de exaltar a Castro en nuestra Academia
Militar? ¿Piensan que se trata de un modelo a seguir? ¿Pierden acaso de
vista que la inmensa mayoría de venezolanos rechaza el experimento
cubano, y vería con horror el intento de repetirlo en Venezuela, si es
que al fin entendiesen que eso es precisamente lo que aspira lograr la
nefasta «revolución bolivariana»? ¿Han olvidado por completo lo ocurrido
hace cuarenta años, la cruda realidad del intento cubano-castrista de
intervenir militarmente en nuestra tierra, y forzar a sangre y fuego el
rumbo de nuestra historia nacional?

Entre los desmanes que ha cometido y sigue cometiendo la
«revolución» de Hugo Chávez, uno de los más perversos es su intento de
cambiar la historia, distorsionar el pasado, borrar la memoria de
nuestras instituciones, y adoctrinar a las nuevas generaciones con un
mensaje de odios que retuerce y esconde la verdad, y articula una
versión ficticia de nuestro pasado reciente para servir sus
intereses político-ideológicos.

Digo por último a los cadetes de la «promoción Fidel Castro»: lo
que se
aprestan a hacer es vergonzozo, para su institución y para ustedes
mismos. El paso del tiempo se los confirmará.

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