Opinión Nacional

Propongo la lucidez como orador

El leitmotiv de la canallada del 4 de febrero 1992, fue la destrucción de las instituciones democráticas, formula ésta que narcotizó a nuestra clase intelectual; convenciéndola de que el comeback de los movimientos golpistas, encarnado por unos «comacates» nos conduciría hacia la extinción de los defectos de la democracia. La psicodelia era tal que algunos insignes pensadores sugerían que se trataba de un choque entre fuerzas democráticas, imperfectas y rudimentarias, criadas y mantenidas por el gobierno de la mayoría; otros más lights se adherían a la esotérica idea de que no hay mal que por bien no venga.

Sin embargo, la fascinación por los golpistas no era solo un achaque de la intelligentsia; numerosos venezolanos elogiaban la rebelión de los conjurados del samán de Güere, demostrando que hay un trasfondo ideológico en donde si bien 40 años de democracia tienen un peso, la batalla ideológica está lejos de ser ganada.

Así las cosas, desembocábamos en una suerte de nihilismo criollo, con una vertiente «fausse blonde» y otra paracaidista solitario de ideas; en consecuencia el escepticismo campechano se hizo voz y voto en diciembre del 98 y desde su juramentación el gobierno del presidente Chávez nos mostró el borrador de su proyecto de dictadura; Montesquieu, decía que «No existe tiranía peor que la ejercida a la sombra de las leyes y con apariencias de justicia»; varios procesos electorales de por medio llegamos al 23 de Enero de 2002 donde con tan solo 3 años de vida el gobierno se encuentra en terapia intensiva, bajo respiración artificial, producto de una confrontación – entre otras – que opone a un neopopulismo salvaje y autoritario contra las fuerzas de la democracia.

Todo lo antes mencionado, es para proponer que la lucidez sea el orador en la protesta que éste miércoles 23 de enero marchará a partir de las 10 de la mañana desde la Plaza Morelos hasta la Plaza O’Leary de El Silencio. «Las incitativas deben partir de los hombres de talento» decía Dostoievski. Intelectuales y sociedad civil tienen la palabra.

De esa manera anhelo que la marcha a efectuarse el próximo 23 de Enero sea tan multitudinaria y colorida como la protesta de los brasileños quienes en 1992 sin violencia se lanzaron a la calle solicitando la renuncia de Fernando Collor de Mello. En cuanto al presidente Chávez, si éste sigue monopolizando la vida publica con el mismo amateurismo crónico del cual ha hecho gala hasta hoy; propongo para finalizar que dejemos a nuestras amenazadas instituciones democráticas cumplir su rol en lo referente a la remoción del presidente, aplicándole de ser necesario una eutanasia política y de esa manera evitar seguir alargando el sufrimiento.

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