¿Qué habría sido de Steve Jobs?
En ocasiones nos hemos preguntado qué hubiera sido de genios como Beethoven, Einstein, Freud, si hubiesen nacido y crecido en lugares distintos a sus países de origen y vida.
Hoy nos hacemos la pregunta a propósito de Steve Jobs, este bien llamado Edison contemporáneo, que en los años setenta desarrolla la computadora personal, virtualmente, una extensión del cerebro humano. Por el camino del mínimo esfuerzo veamos dónde pensamos que no habría florecido su ingenio.
Primero, en La Unión Soviética, porque ya entonces Nikita Khrushchev y el Comité Central del Partido Comunista, a comienzos de los sesenta, habían rechazado y condenado a la computación como un “nuevo instrumento de explotación capitalista”. Por esa razón la URSS pierde la carrera espacial: los norteamericanos usaban las computadoras para simular los vuelos al espacio mientras los rusos seguían sacando cuentas en ábacos. Sólo así se percataron de su ceguera dogmática.
Tampoco hubiese podido ser la China Comunista. Cuando las ideas de Jobs y su socio Steve Wozniak maduraban en California, en China reinaba el terror de la Gran Revolución Cultural, esa sangrienta inquisición que perseguía, humillaba y fusilaba a ingenieros y científicos calificándolos de nueva “elite de mandarines”, razón suficiente para juzgarlos sumariamente como enemigos de la revolución.
Ni pensar en Cuba. Primero, porque al vivir amamantada por los rublos no tenía independencia de criterio que le permitiera disentir de los dogmas soviéticos. En segundo término por el atraso tecnológico que acarreó su aislamiento de la ciencia y la tecnología occidental. En última instancia, porque la computadora personal sirve como instrumento de liberación individual, un verdadero estorbo para un régimen de pensamiento único.
Sin mayores consideraciones, agradezcamos a la providencia que este genio nació y vivió en un lugar distinto a los mencionados.
