Opinión Nacional

¿Qué hacer?

La más sencilla de todas las preguntas ante las dificultades es, ¿qué hacer?, cuya respuesta es más compleja, dubitable, temerosa, huidiza, insegura, cuanto más sencilla es la situación que genera la interrogante. Y tanto más difícil cuando las dificultades resultan a la vista sin complejidad alguna o de aparente solución inmediata. Bien dijo un sabio a tiempo, si las apariencias se confundiesen con la esencia la ciencia no tendría razón de existir, de ser. Y el pueblo del mundo, quien sabe cuando ni dónde pero sí por qué, sentenció de este modo: las apariencias engañan. Tal vale, creo, para la filosofía, la ciencia, para la vida toda. No se por qué, pero es bueno recordar que ante interrogantes sencillas se dieron las más bellas respuestas. El Fausto, el Quijote, el Padre Nuestro, La Divina Comedia, La Ley de Gravedad, son ejemplo buenos sobre sencillas preguntas y cuán hermosamente complejas sus respuestas. Creo, además, que todo creador se interroga a diario sobre sus grandes temas a partir de sus cosas pequeñas o insignificantes, como que sencillamente es imprescindible sorprenderse de ellas, por ellas. Ahí donde nadie ve, porque todos lo ven, está el secreto de ubicar la flecha el Acontista.

Pues bien, nuestra presente situación se expresa evidentemente en el cada vez mayor dominio, hegemonía del señor presidente. Eso es evidente. La constitución agonizante, hija dilectísima del presidente, ya tenía –por tradición histórica y por debilidades culturales – exagerada concentración de poder en manos del presidente. Léase La Sección Segunda: de las atribuciones del presidente o Presidenta de la República, Artículo 236. Hay algo de semi-dios, titanes, en el sentido de sobrepasarse a sí mismos, de estar sus atribuciones mas allá de lo humano posible, pero sin castigo alguno, como ocurría a los titanes por su osadía, pues para el presidente no hay dios que controle y juzgue sus acciones, tal como ocurrió a Prometeo a quien Hefesto, obedeciendo a Zeus, castiga por su atrevimiento de dar la luz (sabiduría, conocimiento,…) al hombre. Nuestros presidentes, superiores a los titanes, por no tener a nadie sobre ellos y menos castigo a sus atrevimientos, sus decisiones, conocen un solo modo elemental, pero muy poco fuerte, de controlarlos, el voto. Pues bien, en la propuesta de reforma se concentra mucho más el poder y el presidente se convierte en un dios, y como buen dios, queda ajeno a control alguno. El voto mismo se disuelve en el poder imaginario de las comunas. Véase el artículo 136 de la propuesta/Chávez. Esta verdad es simple de verificar. En el conjunto, la única unidad de la propuesta es el reforzamiento de las ya muy poderosas “facultades” del presidente y se amplía hasta llegar a la omnipotencia. Ello es evidente, por eso se hace mas complejo, desde mi óptica, responder, ¿qué hacer?
Clasifiquemos las respuestas “standard”. Posiciones extremas. Una, hay que salir de Chávez, a cómo dé lugar. Hay que reafirmarlo por máximo líder y por único, la otra. Une en a estas dos respuestas, asumir que es HRCHF el problema y la solución, según cada caso. Si se muere Chávez, por ejemplo, todo vuelve a la normalidad democrática, o todo estaría perdido. Adiós al socialismo del siglo XXI y todo lo demás. En esos dos bandos hay de todo. Oportunistas, conversos, mercaderes del templo, traficantes. No incurro en error al afirmar categóricamente que a estos grupos no les interesa ni el socialismo a la Chávez ni la democracia social, mas aún, en el fondo no tienen problemas con la dictadura, –y de manera muy clara- sino solamente quien y con quien se detenta y ejerce, ostenta y disfruta el poder. Con estos es casi imposible ningún diálogo.

Hay un segundo sector, sobre quienes hago siempre un gran reconocimiento. Gente que apoya a Chávez como un ser fatal e incluso un mal necesario para avanzar en las respuestas a las grandes interrogantes y realidades de los menos favorecidos, las mayorías y, además, creen, de muy buena fe, que es posible construir una sociedad justa, abierta, en donde el individuo se realice a plenitud, cuya vida como tal está en el desarrollo humano, creador, el acceso al arte, la ciencia, la cultura y la superación de las formas, de todas, las formas de alineación. El otro grupo puede, en esencia, coincidir con este ético anhelo, sueño, proyecto –incluso – pero observan que la concentración del poder, el autoritarismo, el cesarismo, hacen imposible que el sueño sea verdad, porque la condición necesaria para que se haga hecho esta utopía, es el ejercicio pleno de la libertad, como singularidad, por tanto de cada individuo y de la solidaridad, también libre, para que sea consciente y podamos más que amarnos los unos a los otros, lo que desde luego hay que hacer, actuar juntos el propósito colectivo de alcanzar los más altos niveles de calidad de vida francamente humana..

Entre estos sectores es viable un gran diálogo. ¿Como darlo? Tal vez la primera posibilidad está en la discusión del papel del estado, su cualidad, su organización y funcionamiento. Tal vez. No dudo que entre estos dos opuestos necesariamente se puede coincidir, no en el anhelo de Marx, obsérvese bien, de que el Estado desaparezca, porque absolutamente libre el hombre, el Estado carece de sentido, se hace contradictoria su existencia, habida cuenta que el Estado más perfecto tiene que regular las relaciones entre los hombres, entre las repúblicas, etc., y mantiene como necesidad una elevada dosis de violencia institucionalizada para poder garantizar la coexistencia entre hombres y aun con la propia naturaleza, sino en el papel de un estado de gran equilibrio garante de la justicia, de la equidad, del justicia social sin que los factores que sustentan la sociedad pierdan su especificidad.

Hay otros mundos de convergencias posibles. Tiene que haber coincidencia en asumir que la sociedad del futuro reclama cada vez más y con mayor intensidad la pluralidad. Sin ella no hay ciencia, no hay arte, no hay Vida. Y si ello es así que verdad es, tiene que haber, existir, un espacio para buscar respuestas y éste está en las divergencias y la tolerancia para la legitimación de inferencias de valor superior común. Coincidencias en cómo abordar y superar la crisis educativa. La salud, la desenfrenada violencia y, en vector común, la lucha real, radical contra la corrupción. Coincidencias en erradicar del lenguaje la prédica de la guerra lanzada a diario por nuestro presidente para prepararnos para la guerra asimétrica como una y única posibilidad de derrotar al imperialismo, que fatalmente terminará invadiéndonos. A ese inético discurso hay que oponer el discurso ético, que entierre de una vez esa macabra conspiración que sólo garantiza afianzar la ideología de la violencia de unos contra otros, en el seno de nuestro propio país y justificar la gravedad de errores, desaciertos y fracasos, atribuibles al diabólico imperialismo.

Hay desde luego imperialismo, pero para derrotarlo queda un único camino, la creación de un país, de una nación, de un estado con capacidad económica científica, tecnologóca, artística, con valores culturales, éticos que le den a la razón la suficiente fortaleza para el diálogo que las nuevas relaciones del mundo adelantan. Hay que erradicar el detestable “axioma” de que la guerra es el camino para la paz, y reafirma que la paz el es camino y meta para la vida. La solución a nuestros y a todos los problemas no pasa por la guerra. Ésta es hoy un negocio. Pero es también, en el discurso, un ideolema para sacarnos de la realidad y crear otra, hacer del odio, la envida y la venganza, medios de la política que se convierte en fin en sí misma, praxis de la manipulación y cambia la consciencia de las relaciones realmente humanas por la idolatría al césar. Sin ir tan lejos, Hitler, Musolini son ejemplos de este modelo, también Mac Arthut. .

Hay otros temas, en donde por razones mas allá de la inmediatez tiene que haber coincidencias. Veamos, el problema ecológico, el problema agrícola, el papel del Estado y las instituciones como iglesias, universidades, etc. Porque está en juego la vida misma, la razón. Y aunque aparezca imposible, ha de existir la posibilidad de un análisis riguroso, lógico, entre este importante sector, sobre la propuesta de reforma. Determinar su legitimidad. Su legalidad. Su coherencia. Confrontar su contenido con la descentralización y, de mucha envergadura, de trascendencia francamente superior, el diálogo sobre la democracia, el socialismo, la democracia social. El autoritarismo y la libertad. Si esto no es posible, he de reconocer que las universidades carecen de sentido y autoridad éticos. Que la cultura y el liderazgo político con formación científica y orientación ética no existen. Que los artistas, intelectuales, que los curas, las monjas, los judíos, los imán, los profesionales, los dirigentes sindicales, etc., si existen no son y si son, son fundamentalistas.

Queda empero una masa inmensa, un gentío, muy, muy grande. A ellos se tiene que llegar. Y ha de llegarse con un discurso, permítanme usar una mala palabra, pedagógico. Es decir, un texto lo suficientemente denso y lo adecuadamente sencillo de modo que la gente toda, pueda discutir, analizar, comprender qué está en juego y así pueda hacer sus inferencias con altos grados de consciencia. Difícil, lo sé. Tanto más por cuanto si no se activa la consciencia se seguiría siendo víctima de un pseudo-mesías. Se seguirá feliz rumiando la miseria y alimentándose del odio ante el otro porque lo cree culpable de sus propias limitaciones. La adhesión a Chávez de un inmenso número de compatriotas, tiene muchas explicaciones. La inmensa mayoría por las dádivas que recibe de la orgía petrolera. Por la habilidad del Presidente en manejar antivalores que reafirman el mal propio está en el beneficio ajeno, entonces el odio y la envidia se conjugan para dar relativa coherencia a esa masa y un heterogéneo “compost”! ideológico inaprensible, incomprensible, como eso de su socialismo indoamericano, originario, bolivariano, robinsoniano, zamorano, cristiano humanista. Indefinible, indeterminable, contradictorio, pero que le permite unir sin poder pensar sobre lo inocuo e inicuo que eso es, y unir a la gente en torno a su redentor, que sabe que es eso y es el camino, la verdad y la vida. .

Toca con sencillez desmontar las fuentes de la dogmática de ese complejo. Así entones el manejo de la obra es fundamental. Si bien la sartén puede tirarse de su mango por cada quien, y enfrentar a Bolívar de Angostura con el Bolívar de Bolivia, la mayor prueba de la civilidad de Bolívar, de su actitud y conducta ante la educación, la iglesia, la política, el valor del ciudadano, etc., es muy mayoritaria en sus textos escritos, y lo es en su vida vivida. Pudo ser ególatra, autócrata, coronarse emperador o rey, etc., pero optó por la civilidad, por la cultura.

Toca con sencillez y transparencia que allí donde hubiere coincidencias se asumen para la acción y donde hay divergencias se asumen como ejercicio de tolerancia y para ulteriores análisis, diálogos.

Convencido estoy que lo único que puede salvar al país, es el diálogo. Desde luego que este no es una discusión entre serafines. Pero si el oficialismo se niega al encuentro hay que forzarlo a través de la movilización en las calles, en las instituciones, en los cuarteles y en las iglesias. Los temas serán, en una primera instancia, los que se derivan de los hechos reales. Entonces la lucha social cobra plena vigencia y a partir de ella afianzar el diálogo político. Del mismo modo tengo la convicción de que al Presidente no le conviene el diálogo, de que el TSJ presenta rostro de sumisión, que la contraloría, la fiscalía, etc., no quieren diálogo, pero debe imponerse y allí de nuevo los espacios de la vida cotidiana son expeditos. Hay que obligarlos con teoría en la calle. Con teoría que confronte ese irracional complejo (Lanz dirá que es cosa de la postmodernidad) del socialismo del SXXI con praxis que pongan en evidencia la crisis real, que va desde el exceso de sed hasta la abundancia de miedos. Desde el pillo humilde hasta el rojito rojito zar de la corrupción
Los científicos, los artistas, en fin la cultura tienen un gran espacio en este diálogo. Si las universidades son mudas, tienen en su seno valores vivos con diáfana voz como para que sus enseñanzas ilustren, orienten, deben pronunciarse…Callarse es perecer.

¿Que soy iluso? No importa pero es necesario el dialogo para evitar los monólogos de las balas, las verdades de la irracionalidad

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