¡Que le corten la cabeza!
“Vamos subiendo la cuesta que arriba en mi calle comenzó la fiesta”
Joan Manuel Serrat
Los comensales son otros en la nueva fiesta del poder, pero la algarabía es la misma. Pareciera que la famosa revolución pacífica, por ahora, tiene entre sus mayores logros realizar un cambio nominal de las distintas instituciones de la otrora democracia puntoijista, para tratar de darle sentido a la intención de cambio del actual gobierno.
Y ese complejo campo político deforestado y arado por el presidente (%=Link(«http://analitica.com/bitblioteca/hchavez/»,»Chávez»)%) lo siembran actualmente: la Asamblea Nacional que sustituye al Congreso; en el Tribunal Supremo que toma el puesto de la (%=Link(«/bitblioteca/csj/»,»Corte Suprema de Justicia»)%) no desaparece el carnet de partido; el Consejo Electoral tiene nuevo nombre pero se rehusa a abandonar la cogollocracia y en fin no parecen estarse realizando los profundos cambios que tanto proclama el presidente de la República. Da la impresión de que la mengua, el clientelismo y el desconocimiento de muchos de las fallas que se cometieron en gobiernos pasados están cobrando efectividad en viejos principios rehabilitados, lo cual podría ser un temible talón de Aquiles para el proyecto político de Chávez.
¡Que le corten la cabeza! Esa fue la sentencia que recibió casi medio de siglo de historia de Venezuela y bajo un generalizado “los últimos cuarenta años de..” se encerró lo bueno y lo malo de esa democracia representativa que si bien tuvo fallas y resabios también permitió avances y logros en muchos aspectos de la Venezuela contemporánea. Es verdad, que el país necesita un cambio. Se trata de estructurar una democracia más fuerte que satisfaga las exigencias económicas y sociales de sus ciudadanos, pero esta transformación tiene que llegar verdaderamente a las estructuras y relaciones sociales para potenciarlas y lograr un verdadero desorrallo para que sea efectiva. Entonces, cabe preguntarse: ¿cuánto tiempo tendremos que esperar los venezolanos para observar un verdadero cambio?
