Opinión Nacional

Quien a hierro mata…

Cuando Alberto Franceschi aportó con su granito de arena al argot político centroamericano inventando el término republiqueta para describir a esta autodenominada Quinta República, sentí no poca desazón. Lo tomé más como vernácula expresión del irresponsable desenfado con que solemos maniobrar en la arena política que como seria conceptualización del proceso, convertido bajo tan infamante designación en guachafita, turbamulta, rochela, farsa, impostura y mascarada. Es innegable que el entonces recién estrenado tribuno de la oposición se refería a algo mucho más profundo de lo que entonces intuimos, todavía obnubilados por la pátina de seriedad republicana que suponíamos en el equipo civilista del entorno: José Vicente y Don Luis.

Han pasado 18 meses y ay si tal bautismo no se nos va quedando corto. Tan republiqueta es esta quinta república, que cuestiones otrora sagradas y que de solo imaginarlas nos provocaban dentera, como los murmullos de sables y los amagos de pronunciamientos uniformados, son hoy asunto trivial, menuda rutina cotidiana que merece ser tratada con pintorescos desplantes narrativos dignos de Martín Fierro y entrepujos llaneros propios de Florentino. Todo ello en boca del médium de la novelería vernácula: nuestro Primer Magistrado, ante honorables invitados extranjeros, convertidos en comparsas de lo que en sus países seguramente son solemnes ceremonias comunicacionales.

Republiqueta, pues: indecorosa, impúdica y parlanchina. Un cierto temblor de vergüenza debe estar recorriendo los cuarteles. ¿Qué habrá pensado el presidente de Petrobras, hombre de serio semblante y parco en palabras, ante la deportiva liviandad con la que el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela despachó un insólito pronunciamiento militar exigiendo su renuncia con una exhibición memoriosa respecto de reglamentos castrenses? Que si regaño público o privado, castigo liviano o severo, que si tres días o un par de semanas, que si en su cuarto o en una celda…¿Así se tratan en Venezuela tan serios quebrantos a la institucionalidad militar? ¿En este impúdico toqueteo ha venido a culminar lo que la seriedad lingüística llamara pronunciamiento, motín, asonada, sedición, levantamiento, insurrección, tumulto o rebelión?

Chévere la reacción de Chávez, pensarán sus condecorados fablistanes. Se vaciló a un capitán rebelde, le dio su revolcón a Ochoa y a Huizi y de paso volvió a poner las cosas en su sitio. Nada más lejos de la realidad. Para su pesar, la seriedad sigue estando de lado de quienes quisieran unas fuerzas armadas absolutamente alejadas de la polvareda política cotidiana, del revolcón demagógico y del bochinche revolucionario.

Pero es claro: quienes se toman a pecho el armado oficio no pueden olvidar que en asuntos castrenses la experiencia nos cuenta que quien a hierro mata, a hierro muere. Y que al ojo de un lado suele pagarse con otro ojo del otro. Así los tiempos sean tan revueltos y de chamuchinas como estos que cursan. Que el tiempo, el implacable, termina siempre por volver las aguas a sus cursos.

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te puede interesar
Cerrar
Botón volver arriba