Opinión Nacional

¿Quién lo hará por nosotros?

Me siento orgullosa de la juventud venezolana. Hace dos años, veía con preocupación que la mayoría de los jóvenes no se hubieran involucrado en las luchas civiles de la sociedad democrática. Hoy veo con alegría que los muchachos han asumido su venezolanidad con valor,  trabajan con entusiasmo, y se dedican con fervor a todas las actividades que conlleven al restablecimiento de las libertades, la defensa de los derechos humanos y  la restitución del Estado de Derecho.

El Alcalde Henrique Capriles Radonski, exponente cabal de esa juventud a la que me refiero, al salir del tribunal ante el que compareció, y donde fue informado de que por lo menos estará detenido quince días más, dijo a quienes lo esperaban: “vamos a salir adelante por el país”.

Y vamos a salir adelante, de eso no me queda la menor duda. Capriles es la punta visible del iceberg, pero hay muchos que no se ven, y que están haciendo lo suyo para construir un país mejor. ¿Cuántos muchachos no fueron injusta y violentamente detenidos en los sucesos del 27 de febrero?.

El hijo de una amiga mía acaba de finalizar una maestría en Sloane School of Business, la escuela de negocios del Instituto Tecnológico de Massachussets, MIT, una de las mejores del mundo. Como era de esperarse, tenía ofertas de trabajo con sueldos inimaginables para quienes trabajamos en Venezuela. Pero no las aceptó, porque decidió regresarse. “Si quienes están preparados como yo no volvemos, ¿quién lo hará por nosotros?”, le dijo a su mamá.

Otro joven, hijo de otra amiga, renunció a su trabajo en una aerolínea en Florida, y se vino también a trabajar por el país que todos nos merecemos.

¡Cuántos casos más habrá así de los que no nos enteramos de primera mano!

El lunes pasado fui a darles una charla a las alumnas de tercer grado A del Colegio Cristo Rey de Caracas. Ellas tenían como proyecto de aula el periódico, y me invitaron a que les hablara sobre el papel de los medios y el trabajo de los comunicadores. Quedé impresionada por la madurez de esas niñas, que en promedio tienen entre nueve y diez años. Su conocimiento sobre los sucesos de actualidad, y su interés en saber cómo podían ellas colaborar con el país, no sólo me hablaron muy bien del colegio en general, y de la maestra en particular, la profesora Luisa Chacín, sino también me dieron grandes esperanzas de que Venezuela estará definitivamente enrumbada cuando a ellas y a sus compañeros de generación les toque tomar las riendas de la conducción del país.

¡Adelante, juventud! se llamaba un grupo de jóvenes de varias nacionalidades que se hicieron muy populares en los años sesenta, con canciones como “¡Viva la gente!”, y “¿De qué color es la piel de Dios?”.

Hoy, es la juventud venezolana la que con su actitud ha hecho suyo ese nombre. Y yo desde mi columna los insto a que sigan:
 
¡Adelante, mi juventud de Venezuela!.

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