Opinión Nacional

Rambney

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¿Quién es aquel que sube lentamente
y al Congreso presenta el su mensaje?
Es Él, el más eximio Presidente,
sabia la mano y elegante el traje,
con un genio encerrado en la su frente
y un cóndor palpitando en su equipaje
¡Despertad, venturosa patria mía,
Y rendidle al mi jefe pleitesía!
Miguel Otero Silva, “El Jalar De Los Jalares” (1943)

El militar Hugo Chávez pasó, según confesión propia, diez años conspirando antes de participar en dos frustrados intentos de golpe de estado en 1992. El Chávez presidente lleva casi 10 años y ha resultado para Venezuela mucho peor inversión que el teniente coronel golpista. Suerte que haya sido tan mal militar. Lástima que su incompetencia no se limite a esa área y que la tengamos que soportar cinco años más.

Para disfrazar su ineptitud generalizada, el gobernante y sus cómplices en el desastre han apelado a tres recursos: tratar de vendernos la imagen de un país de fábula en donde las bondades y los progresos son claros e indudables, producir distracciones cada vez que estalla una crisis y responsabilizar al Imperialismo de todo lo malo que ocurre.

Sustituyendo capacidad por descaro, los voceros más importantes del “proceso” insisten en hacernos creer que las cosas son como nos dicen, no como las vemos, como aparecen registradas o como ellos mismos dijeron en algún momento. La distancia entre la realidad nacional y ese país de comiquitas tiene un buen indicador objetivo en la imagen que el adulante Alcalde Mayor incluyó el pasado 4 de febrero en un anuncio pagado por la Alcaldía para conmemorar el frustrado intento de golpe de estado de 1992, comandado por quien ahora dirige el presente frustrado intento de gobierno. La brecha entre lo que tenemos y lo que el chavismo aspira a hacernos creer que tenemos es similar a la que existe entre ese Rambo dibujado en versión Revolución Cultural China y el individuo obeso, sin cuello y de ojillos casi invisibles, que nos acosa constantemente desde la televisión y las omnipresentes vallas.

En el chavismo la vanidad es un combustible tan importante como el petróleo. De hecho, de no ser por la gigantesca vanidad del Líder el vuelo de la mayor parte de los funcionarios, aptos básicamente para adularlo, habría sido tan corto como sus virtudes administrativas. Y es que cuando se gobierna desde una incompetencia tan crasa y una ignorancia tan rebelde se necesita de una gran credulidad (entendida como disposición a ser engañado), para que la cara, por más dura que sea, no se desintegre ante la terca y contrarrevolucionaria realidad. Aunque los ejemplos descarados de adulación, como el dibujo de Barreto, la diputada que lo llamó “el mejor orador del mundo” o el diputado que lo nombró “el Sol”, son frecuentes, los que más deben impactar al Presidente son los cotidianos esfuerzos por convencerlo de que es un gobernante como jamás se ha visto ni se verá otro, y de que su inteligencia e intuición en la conducción del país son suficientes para proyectarlo como candidato único para Presidente del planeta Tierra.

Los mismos que repitieron hasta el cansancio que en el país no había presos políticos aplaudieron la bondad infinita del Líder al decretar una amnistía para esos entes inexistentes. Los mismos que negaban la crisis de seguridad nos hablan de una mágica reducción del 69% en la tasa de esos crímenes que no existían. Al parecer vamos a tener que importar homicidios de los países amigos para evitar que la tasa pase a ser negativa, lo cual equivaldría a que los malandros fueran por ahí reviviendo muertos. Y eso, como todos sabemos, podría generar una grave crisis de zombies. Olvidan los ministros e infraministros que el cuento de las reducciones del 50% semanal ya quedó bastante desprestigiado durante el paso de Jesse Chacón por el Ministerio.

A partir de la derrota del 2 de diciembre, el usualmente impresentable comportamiento del Presidente emprendió una caída en picada que parece irrefrenable. Pero mientras sus graves problemas de autocontrol lo hacen lucir cada vez más como el equivalente venezolano de Britney Spears, funcionarios del Ministerio de Sanidad emiten un comunicado prohibiendo que se den opiniones sobre la salud mental del Presidente. De poco servirá su intento; por más que traten de ocultarlo, el Presidente está tan errático como la cantante. Debemos alegrarnos de que al menos él nos haya ahorrado las fotos sin ropa interior. Por ahora…
Funcionarios y colaboradores, no sé si afanados en que quitemos la mirada de los accidentados pies presidenciales o simplemente porque el coquito no les da para más, se han puesto a dar opiniones que parecen sacadas del Manual de Declaraciones Risibles del ojalá definitivamente ex ministro Carreño. Por ejemplo, el Minpopo del Interior y Justicia que lo sustituye empezó por decir que quien pidiera ayuda a Colombia para rescatar a sus familiares secuestrados era traidor a la patria, siguió declarando a la Policía Metropolitana como insurgente y subversiva, y recientemente habló sobre tener pruebas de soborno y narcotráfico contra el Ministro de Defensa colombiano. Casualmente acaba de recordarlas ahora, cuando los colombianos mostraron lo que serían elementos para demostrar el apoyo económico del gobierno chavista a las FARC.

¿Qué límite tendrán la ceguera, la adoración, la irresponsabilidad de quienes hasta ahora han apoyado a Chávez a pesar de cualquier cosa?
Quienes lo aplaudieron en “Aló, Presidente” cuando jugaba a enfrentarnos con Colombia ¿no se preocupan porque su incompetencia vuelva a ser tan grande en la guerra como en la paz?
Los diputados de la AN, cuya sumisión ya le ha permitido al Presidente, entre otras cosas, eliminar en la práctica al Parlamento y la separación de poderes, gastar los recursos del país en alquilar aliados y, según parece, subvencionar a grupos terroristas que luchan contra un gobierno amigo, seguramente no tendrán ningún inconveniente para apoyarlo en una operación de distracción tipo islas Malvinas. Al igual que los delegados del PSUV gritarían “lo que quiera Chávez”.

Me parece bastante obvio que la reacción de Chávez y Correa (nuestro cachorrito) es tan escandalosa porque los indicios de su apoyo a las FARC y el uso de los rehenes como instrumento propagandístico son demasiado graves y comprometedores como para taparlos con un berrinche normal. Los dos próceres tratan de parecer Bolívar, pero la terca realidad seguramente les demostraría que no llegan ni a Galtieri.

Espero que nunca tengan la oportunidad de comprobarlo.

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