Opinión Nacional

Rendición de cuentas

Si queremos tener una Venezuela distinta, la figura de la rendición de cuentas debe ser una de las más relevantes de los cambios que esperamos que ocurran.

He pensado muchas veces sobre esto. El 13/08/02, en este mismo diario, Rafael Alfonzo publicó un artículo llamado «Dar el vuelto». Lo guardé porque sentí que pude haberlo escrito yo. Si se les inculca a los niños la noción de la rendición de cuentas de una manera simple y sencilla como es la de traer el vuelto, avanzaríamos mucho.

Hace dos semanas, Carlos Dorado volvió sobre el mismo tema, de una forma dramática, si se quiere. En su artículo del 17/01/04, Dorado afirma que más allá de la desagradable situación de ser tildado de financista de golpes, lavador de dólares entre otras perlas que han salido de la boca del oficialismo, le pesaría miles de veces más «dentro de un tiempo, delante de Dios… enfrentarme a esos ojos pequeños y muy azules de mi madre, tratando de justificar sus enseñanzas con un poco de dinero mal habido, o con un cargo, o habiendo sido un traficante de sueños».

Su madre lo preparó para rendir cuentas, y no soportaría que su actitud fuera otra. El peso de cumplir con el deber se impondrá sobre cualquier otra conducta, si se siembra bien en el alma del niño.

Mi mamá también estaba siempre pendiente, no sólo de que mis hermanos y yo le trajéramos el vuelto, sino de todo lo que nosotros llevábamos a casa. Una mediodía, cuando yo tenía alrededor de cinco años, pasé la mañana jugando en casa de unas amiguitas. Cuando me disponía a bañarme, mi mamá sacó del bolsillo de mi pantalón un zapatico de plástico, de esos de cotillón de piñata.

«Quién te regaló este zapatico, Carolina?», me preguntó. Yo le respondí que nadie, que estaba en el piso del patio, entre una basura que habían barrido y todavía no habían botado.

«Esto no es tuyo», me dijo. «Tienes que devolverlo, y además, pide disculpas por haberte traído algo que no era tuyo».

«¡Pero si estaba en la basura!», protesté yo.

«Sí», me dijo ella. «Pero eso no lo hace tuyo. Son tus amigas quienes deciden si en vez de botarlo, te lo regalan».

Nunca le he dicho a mi mamá que ésa es una de las lecciones de mayor trascendencia de cuantas he recibido de ella. Aprovecho para decirle lo mucho que se lo agradezco.

La nueva Venezuela se traducirá en un mayor control de la sociedad civil sobre quienes la representan. Entonces, surgirán funcionarios que, escogidos del seno mismo de las comunidades, deberán rendir cuentas a sus representados. Esto hará más prístino sus desenvolvimientos. Y funcionario que no rinda cuentas, hasta allí llegará. No vamos a calarnos más chanchullos, más trámites dudosos, ni más negociaciones oscuras.

Porque la rendición de cuentas se impondrá, como condición sine qua non de claridad, de importancia, y sobretodo, de trascendencia.

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