Retiro de la OEA
Continuando con su plan de conversión de Venezuela en otra Cuba, Su Majestad Imperial, dueño y señor de Venezuela, rechaza airado, al igual que su admirado Fidel, la intervención de la comunidad internacional en la vigilancia sobre el respeto a los derechos humanos por parte de su gobierno, y amenaza con el retiro de la OEA en caso de que la Corte Interamericana lo condene por los agravios a los trabajadores de RCTV.
¿Qué hay detrás de la amenaza?
La OEA nunca ha defendido a los pueblos. Siempre los ha dejado indefensos ante las violaciones sistemáticas de la Constitución, y sobre todo a los derechos humanos. Eso se explica. Los pueblos saben que la OEA está integrada por gobiernos. Y que estos son unos hipócritas que se tapan entre sí, máxime si hay petróleo de por medio.
Ejemplos sobran. El más contundente para nosotros: la Carta Democrática de América. En ella los gobiernos demócratas se comprometen a actuar contra los que no respeten los derechos humanos y las libertades fundamentales; los que para acceder al poder y en su ejercicio no se sujeten al estado de derecho; los que no celebren elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; los que no permitan el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; los que no practiquen la separación e independencia de los poderes públicos y los que no respeten la libertad de expresión y de prensa. Y a pesar de este compromiso solemne, suscrito por todos, no sólo se desentienden de la suerte del pueblo de Venezuela, haciéndose los locos, sino que todos estos gobiernos bellacos rinden honores a Fidel Castro, lo invitan y agasajan, se retratan con él, hacen negocios con él, y se rinden de admiración ante él como si fuese un demócrata que cumpliese con lo exigido.
Con estos antecedentes no cabe suponer que efectivamente Su Majestad Imperial retire de la OEA a su propiedad privada, llamada Venezuela. No, él conoce a esos bellacos y sabe que el modo de tratarlos es como lo hace Fidel: hablarles duro y golpeado para que le busquen un arreglo. El arreglo consistiría en que la Corte Interamericana no sentencie en contra de su gobierno en el caso RCTV. Y así crear el precedente para todos los casos futuros.
No importa lo que sentencie la Corte
Pero no importa lo que sentencie la Corte. Con o sin sentencia, lo que realmente se propone Su Majestad Imperial, dueño y señor de Venezuela, es poner a Venezuela, igualándola con Cuba, fuera del sistema interamericano de derechos humanos, sea de hecho porque la Corte sentencie en contra de los trabajadores de RCTV o denunciando si fuere necesario la Convención Interamericana sobe Derechos Humanos.
Hay incompatibilidad entre esta Convención y el plan de conversión de Venezuela en otra Cuba. La hay, en primer lugar, porque la Convención concibe a la democracia con un sistema capitalista de propiedad privada, mientras el castro-comunismo la sustituye por una supuesta propiedad social. La hay, en segundo lugar, porque la Convención prohibe la restricción de la libertad de expresión mediante controles oficiales de papel periódico y de las frecuencias radioeléctricas, mientras el castro-comunismo establece el control absoluto sobre los medios escritos y audiovisuales. Y la hay, por último, porque la Convención consagra la libertad de circulación, lo que está reñido con el castro-comunismo de control absoluto sobre los movimientos de las personas.
Por eso decimos no importa lo que sentencie la Corte. Dentro o fuera de la OEA, Su Majestad Imperial, dueño y señor de Venezuela, hará lo que le venga en gana. Y lo hará retirándose del sistema interamericano de derechos humanos, aunque convierta a su gobierno en forajido, que de hecho ya lo es; o continuará dentro del sistema, haciéndolo como hasta ahora, con la cabronería de los demás gobiernos. Estos son los que tienen que escoger cómo quieren que Su Majestad Imperial atropelle y tiranice a los venezolanos: con o sin OEA. Porque igual lo hará con o sin ella.
