Retrato de Borondongo, Muchilanga y Bernabé
Todo se destapó el 4 de febrero, el fin de semana pasado. Y desde ahí hasta hoy, los venezolanos hemos visto cómo varios de los nuevos protagonistas del poder se entretienen, ante nuestras asombradas pupilas, jugando a la papa caliente. De mano en mano, con rapidez y nerviosismo, se van pasando un adjetivo a punto de estallar. ¿A quién le explotará primero la terrible calificación de «puntofijista»? ¿Quién quedará menos manchado tras este festival de trapitos al sol en el que, de pronto, se ha convertido nuestra gloriosa Quinta República?… Por lo pronto, casi distraída, se me devuelve aquella canción que, a finales de los 70, volvió a poner de moda la Reina de la Rumba, Celia Cruz.
¿Por qué fue que Songo le dio a Borondongo?
Porque Borondongo le dio a Bernabé.
En rueda de prensa, ostensiblemente separados de Miraflores, tres -ahora héroes- de la -ahora heroica- frustrada rebelión del 4 de febrero del 92, decidieron celebrar en solitario y mandar su mensaje: «El Presidente debe cuidarse de su entorno», dijeron, con claras referencias a Miquilena, Rangel y Arcaya. Tratando de pasar una factura por la salida de Urdaneta de la Disip, patearon el tablero de la honestidad. Sembraron dudas. Dejaron caer, en paracaídas, las primeras heridas del cielo de la revolución. Y las respuestas, por supuesto, no se hicieron esperar. El Micky, nuestro malandro particular, se defendió insultando. Rangel se abrazó a su vieja escopeta periodística. De ahí para adelante, una expresión gringa parece resumirlo todo: pusieron la mierda en el ventilador.
¿Y por qué Borondongo le dio a Bernabé?
Porque Bernabé le pegó a Muchilanga.
El descaro con que se ha llevado adelante el show, lo convierte a todas luces en un programa para adultos. El caso de José Vicente Rangel es un buen ejemplo. Acusa a Urdaneta de un delito del que él es cómplice. Sin ningún pudor. Denuncia que el ex jefe de la Disip le pidió un par de carguitos diplomáticos para unos familiares -en Miami y Cartagena-, dejando de lado que el mismo canciller participó a manos llenas en el corrupto trámite, concediéndole esos puestos. Y encima dice que lo hizo «para complacerlo». ¿Acaso esto no es profusamente pornográfico?
Otro ejemplo con velada pasión de censura zeta: Arias Cárdenas asoma, ni más ni menos, que el entorno del nuevo gobierno es casi una reedición del pasado y de sus vicios. Pero además: en medio de la excitación militarista que el país vive, el ex golpista sostiene que el 4 de febrero del 92 no sólo es un «símbolo para la referencia, sino también para la práctica» Extraña afirmación, sobre todo para un hombre tan adelantado que ya -desde ahora- ha lanzado su candidatura para las supuestas elecciones del año 2012.
¿Y por qué Bernabé le pegó a Muchilanga?
Porque Muchilanga le echó a Burundanga.
Si todo lo que estos protagonistas han dicho es cierto, el panorama que tenemos en el horizonte resulta un poco más que aterrador: Urdaneta es un pillo que negoció su salida de la cárcel por el Consulado en Vigo, grabó -secretamente en la Disip- hasta los suspiros de la Virgen de Coromoto, y debe ser investigado por la construcción de una casa de tres pisos -por un valor de más de 700 millones de bolívares- en los Altos del Halcón. Arias Cárdenas también traicionó y, cobardemente, cambió su salida de la cárcel por una función burocrática y demagógica en el gobierno de Caldera. Acosta Chirinos, ni hablar: es un tránsfuga político con demasiadas deudas pendientes todavía. Por el otro lado, Miquilena es nuestra nueva versión de Alfaro Ucero, hundido hasta los tuétanos en toda clase de conchupancias políticas y económicas. José Vicente Rangel, por su parte, tras su desencarnada confesión, ya debería haber renunciado y andar en conversaciones con los abogados de CAP a ver qué hacen. Con la experiencia de nuestros últimos 40 años, y ya instalados en este post grado bolivariano, deberíamos sospechar que esto sólo es el principio. Que aún hay demasiadas cosas que todavía no sabemos.
¿Por qué Muchilanga le echó a Burundanga?
Porque Burundanga le hincha los pies.
Mientras tanto, Chávez ha permanecido en un cierto bajo perfil. Sabiendo, por supuesto, que su bajo perfil tiende a explayarse, por lo general, en establecer una comparación entre él y el Libertador. Así lo dijo. Bolívar también fue traicionado, qué caray. Lamentablemente, los ciudadanos comunes no tenemos ese recurso. Con suficiente desconcierto e indignación, vemos de pronto cómo la patria nueva se regresa al pasado. Todos somos Celia Cruz, oyendo un coro, cantando nuestra miseria, mirando el retrato de Borondongo, Muchilanga y Bernabé. ¡Azúcar!
[email protected] Quesadillas de huitlacoche
La recuperación, por parte de las fuerzas públicas, de la Universidad Autónoma de México, era una madrugada avisada. El gobierno de Ernesto Zedillo aplicó, esta vez con éxito, la misma estrategia en la que ya lleva años invertidos en el conflicto de Chiapas. Apelando a la no intervención, a la necesidad del diálogo entre las partes, aguardó hasta que la propia lucha de los huelguistas se desgastara y lograr así tener a la opinión pública de su lado.
Con enorme eficacia, el gobierno planeó un dispositivo legal (fue un juez quien giró la instrucción), organizó un ejército sin armas, exigió la presencia de miembros de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y aprovechó el amanecer de un domingo de fútbol, para tomar la Universidad. Ya después, sin embargo, la justicia se ha encargado de acorralar a los líderes de la huelga con cargos tan inverosímiles como «despojo» o terrorismo», mientas las televisoras se han ocupado -día a día- de satanizar groseramente a los huelguistas. Ya después, también, esto no parece importar demasiado.
Este caso nos debe llevar de regreso a la idea del cambio de sentidos y de definiciones de la vida social que se está produciendo en nuestro continente. La intolerancia de la izquierda, junto con la capacidad de reacción de diferentes sectores civiles ligados a la Universidad y un manejo inteligente por parte de quienes gerencian el Estado, han terminado por ofrecernos un ejemplo raro, difícil y peculiar. La opinión pública, aun en los casos más radicales, ha celebrado lo imposible: la antigua represión se transforma y, de repente, hasta se presenta como una posible solución democrática. Sin duda, el mapa se está moviendo. Sin duda, ahí nos está dejando demasiadas preguntas abiertas.