Opinión Nacional

Revolución en detritus

Los buscadores de Internet coinciden en definir el término detritus como “restos que quedan de la desintegración y deterioro de vegetales y animales”. “Residuos de descomposición de un cuerpo”. “Término dado para un fragmento de material orgánico generalmente proveniente de la descomposición animal o vegetal”. El DRAE lo define como “restos de cualquier tejido desorganizado”, descripción ésta que retrata a la perfección un drama que vive el país desde hace semanas y en el que -por primera vez- el protagonista no logra transmutarse de villano en héroe y hacer que las víctimas se conviertan en victimarios.

Antes de concentrarnos en el tema de la descomposición que convierte la materia en detritus, es conveniente detenerse un poco en el carácter de desorganizado que presenta un tejido para llegar a ese estado que, sin tantos ambages, podríamos llamar pudrición. La mejor definición que hemos encontrado para ese “desorden interno” es el término Horda. Buscamos de nuevo el auxilio de Wikipedia: “horda fue el primer tipo de organización que tuvieron los humanos, agrupaciones que nacieron en el paleolítico por la necesidad de protegerse unos a otros. Generalmente eran conformadas por 20 a 40 personas, las cuales eran dirigidas por el más fuerte. Jared Diamond, en su libro “Armas, Gérmenes y Acero”, define algunas características propias a la organización social de los seres humanos en hordas: son las sociedades más pequeñas, entre 5 y 80 personas, estrechamente emparentadas. Carecen de muchas instituciones como leyes, policía y tratados para resolver conflictos. No tienen base de residencia. Sociedad “Igualitaria”. Liderazgo informal. Todos los humanos presumiblemente vivieron en hordas hasta la adopción de la agricultura. Los grandes simios (gorila, chimpancé y bombos) también viven en hordas”.

Si aplicamos alguna laxitud a esa descripción y entendemos que al no tener base de residencia, los miembros de la horda pueden apropiarse de las residencias ajenas o comprarse unas muy lujosas con el producto del asalto a los dineros públicos; que la cualidad de “parientes” no es necesariamente consanguinidad sino que puede ser sinónimo de compinche, que no haber adoptado la agricultura puede entenderse como la destrucción de la adoptada por otros y que gorilas y militares en el gobierno han pasado a ser sinónimos, no cabe ninguna duda de somos gobernados por una horda.

En estos once larguísimos, interminables y asfixiantes años de mando de la horda chavista, ningún escándalo había logrado mantenerse firme por más de una semana en los grandes titulares de la prensa escrita, radial y televisiva. Y miren ustedes que aquí ha pasado de todo: asesinatos políticos, secuestros de figuras destacadas, complicidad descubierta de la horda gobernante con la narcoguerrilla colombiana y con otros movimientos terroristas como la ETA, asalto a la propiedad privada y confiscación de haciendas, terrenos, bancos y demás bienes ajenos, cierre de televisoras y hostigamiento a las que no se cuadran con la horda, record mundial de víctimas mortales de la violencia callejera, confesión del jefe de la horda de pertenecer al Eje del Mal, condenas a 30 años de prisión a venezolanas y venezolanos, lanzadas por el chief en alguna de sus cadenas y cumplidas al pie de la letra por los obsecuentes fiscales y jueces, violaciones continuas de la Constitución y las leyes para aplicar la ley del mas fuerte, y paremos de contar.

Los escándalos de corrupción pura y simple han tenido una presencia informativa efímera porque sin una oposición que haga peso en la Asamblea Nacional, sin policías que investiguen, sin contralor que controle, sin fiscales que acusen y sin jueces que impongan penas, es imposible mantener vigente alguna noticia cuando otra más grave le viene pisando los talones. Por añadidura, el cinismo y la desfachatez son el primer mandamiento de la horda chavista, gracias a ello sus integrantes han sido unas verdaderas estrellas en voltear tortillas. No ha habido una sola denuncia contra los asaltantes que nos aplastan que éstos no se hayan sacudido haciéndola recaer sobre la oposición. Después de más de una década que lleva la Horda acaparando todos los poderes, la Cuarta República, los gobiernos anteriores y la oligarquía golpista del 11-A-2002, además del siempre útil Imperio, siguen siendo los culpables de cuanto desastre ocurre en esta tierra bolivariana. Pero con el tema de los alimentos y medicinas podridos, descompuestos, perdidos, vencidos, no conformes o como se les quiera llamar, nada de eso les ha funcionado. El rey está desnudo ante los ojos indignados de los venezolanos, incluidos sus seguidores, y de los lectores de la prensa extranjera que se ha ocupado del caso por ser quizá único en la historia del absurdo como hecho político.

Miles de millones de dólares invertidos en comprar otros miles de toneladas de comida: leche, carne, pollos, arroz, harina de maíz y de trigo, azúcar, margarina, aceite y otros, se han convertido en basura con el agravante de que están guardados -desde hace años- en contenedores metálicos por cuyo alquiler la nación venezolana debe pagar otros miles de dólares diariamente. Y por si fuera poco, se añade el problema de deshacerse de esas ya incontables toneladas de alimentos y medicinas descompuestos, sin crear un desastre ambiental.

La indignación general no es causada sólo por el tamaño descomunal de las pérdidas que la corrupción y la incapacidad han causado al patrimonio público, sino -y de manera especial- porque se trata de comida, de una comida que ha escaseado desde hace años en los abastos y supermercados y que ha subido de precio infinitas veces en ese tiempo. El jefe de la Horda lo sabe, lo que sus cortesanos no se atreven a confesarle las encuestas se lo dicen. Esta vez no hay mentiras, acusaciones a los ricos, burlas a la oligarquía, llantos de víctima de algún futuro magnicidio, cantos de coplas llaneras o de rancheras mexicanas, insultos, vulgaridades, expropiaciones, limosnas a los más pobres, autocompasión y todos los cantos de sirena encadenados que siempre le dieron tantos dividendos. No hay manera de ocultar que todos los venezolanos fuimos robados, asaltados, expoliados, burlados y hambreados por la horda criminal que se adueñó de este país y cuyo jefe único y responsable por acción u omisión de cuanto sucede, se llama Hugo Chávez.

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