Opinión Nacional

Revolución, involución, devolución

La revolución bolivariana se agotó. Las razones sobran. Un proyecto desacomodado al tiempo, indudablemente totalitario, ineficiente, pero sobre todo, administrado por una dirigencia hundida en la irresponsabilidad, la corrupción, la ignorancia y la arrogancia. Una combinación peligrosa, explosiva.

La situación de PDVSA es el retrato más fiel de este proceso involucionario “cometido” con premeditación y alevosía, contra los venezolanos. La quiebra de nuestra industria petrolera, el crimen más grave cometido por este grupo de aventureros, en nombre de una revolución sin sentido, es el corolario lógico de la involución a la que nos somete la revolución.

La industria nacional de petróleo, hoy concebida en forma buhoneril, había sido ya desmantelada, hace años, cuando el Teniente Coronel Hugo Chávez, abusando de la autoridad que le confiere el cargo, despidió de la manera más grosera, ilegal e ilegítima, a la gerencia profesional de la industria. Las demandas contra la empresa del Estado por su irresponsabilidad y por esa forma de hacer las cosas que lo caracteriza, constituyen el epílogo de este triste Capítulo de destrucción. Esta situación pone en serio peligro al país, a su economía; y, no se trata de un “nuevo” ataque del imperio, de la CIA, aliada al Palacio de Nariño y a los herederos de Santander. Nada de eso. Simplemente, se trata de una irresponsabilidad sin precedentes de que quienes hoy, lamentablemente, conducen el país.

Las explicaciones del Ministro y Presidente, así como las explicaciones de la “dirigencia” roja, acerca de las demandas en el exterior, de las medidas cautelares, del embargo, del monto, de las razones de todo esto son simplemente patéticas. En un país en donde las instituciones funcionan, los responsables de barbaridades como ésta estarían en la cárcel, así de simple, como lo deberán estar cuando se restituya el estado de derecho.

Declaraciones y explicaciones incomprensibles, maliciosas, pero sobretodo irresponsables, porque los venezolanos queremos saber qué es exactamente lo que sucede, de dónde y por qué esas demandas por una suma que aunque sea “irrisoria”, como diría el mismo Ramírez, por la cantidad de 300 millones de dólares, ¡nada más! hunden nuestra industria e hipotecan nuestro futuro, la misión que ha guiado el espíritu de la revolución desde sus comienzos, en 1998.

La revolución bolivariana pasa a la historia como un disparate abortado, según sentencia del 2 de diciembre, por un pueblo que no está dispuesto a permitir su sometimiento a procesos destructores, concebidos por mentes insanas. Un período de involución que lamentaremos los venezolanos por décadas y no solamente quienes apoyaron desinteresadamente el disparate, muy pocos, por cierto, hoy en día; sino aquellos que se aprovecharon groseramente, directa o indirectamente, de los recursos de todos. Unos serán juzgados por sus propias consciencias, otros por las de los demás. El momento llegará, como le ha llegado a todos los que han osado imponerse, humillar y destruir una sociedad.

De la revolución a la involución. Del fracaso al retroceso. El resultado es simplemente ese. La denominada revolución bolivariana arrasa con el país y nos retrae a épocas anteriores, superadas. Las cifras muestran esa triste realidad. Todos las conocen, incluso los oficialistas que muestran terror ante ellas, más aún a la cara de unas elecciones que ya perdió el oficialismo y sobre las cuales el Presidente lanza amenazas sumamente peligrosas y temerarias. Las palabras de Hugo Chávez ayer, amenazando con una guerra –no se sabe si asimétrica- en caso de que la oposición gane en la mayoría de las Gobernaciones y Alcaldías es el reflejo del terror y de la impotencia, de la imposibilidad absoluta de recuperarse políticamente.

Ante tal fracaso, los venezolanos exigimos la devolución de todo aquello que nos ha sido confiscado, nuestra democracia en primer término; así mismo, que se nos devuelva nuestra libertad, aquella que nos permitía opinar sin miedo, la que nos permitía circular por un país sin colores ni persecución; aquella libertad que nos permitía escribir, leer, disentir, sin temor a ser perseguido, segregado o encarcelado.

También exigimos que se nos devuelva nuestra industria petrolera, nuestra industria nacional, nuestro movimiento sindical, nuestra educación, nuestra tranquilidad, nuestra sonrisa, en fin, nuestro destino, ese que no puede ser decidido por un grupo de subversivos escondidos en las salas situacionales de Miraflores.

La revolución se agotó. La involución nos llevó al foso. Ahora hay que dar paso a la transición, a las Comisiones de Enlace que una vez funcionaban, cuando había alterabilidad en el poder, para que diagnostiquen el desastre y tomen, desde ahora, con tiempo, las medidas para recuperar el país, para devolvérselo a los venezolanos.

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