Opinión Nacional

Revolución malvada

Los trapos rojos ya no funcionan. El olor a podrido de miles de containers esparciendo su carga en los vertederos del país tapa cualquier montaje propagandístico oficialista para distraernos del punto principal: este gobierno fracasó, no sirve, se acabó. Los shows diarios que monta el gobierno para que la atención pública se distraiga del caos reinante, no son suficientes aunque reconocemos la espectacularidad de algunos de ellos.

Lo de Manuelita en el Panteón estuvo vistoso, aunque la cursilería no tapó la aberración histórica. El del “peligrosísimo terrorista” Chávez Abarca no tuvo rating: es imposible creer que semejante personaje de altos vuelos criminales caiga como un corderito, todo sonreído y diga que va a poner unas bombitas para acabar con las elecciones parlamentarias. Aunque le agregaron lo del magnicidio, que es así como el capítulo final de todos estos cuentos de terror, nadie les creyó. ¿Como hacerlo si al día siguiente lo empaquetaron para Cuba, porque supuestamente allá lo solicitaban? ¿Y el intento de magnicidio no es un crimen capital, digno de que este señor fuera enjuiciado y condenado a pena máxima? Digo, claro, si es que el gobierno tiene las pruebas. El señor terrorista fue embarcado en un avión y llegó a Cuba en otro. Y claro que le pagaron, nadie duda de eso.

La noticia del terrorista fue bufa y los contenedores seguían apareciendo, la indignación aumentando… Entonces el Comandante se lanzó una bien escandalosa: enfrentarse al Cardenal, al Papa, al Nuncio Apostólico, a la Iglesia y a los católicos venezolanos. Pero qué verraquera, como dicen los hermanos colombianos. Allí salieron todos los sigüis a repetir el discursito anticlerical, que en este país está más vencido y más podrido que Pdval. Porque la Constitución señala que hay libertad de cultos, que los venezolanos tienen derecho a profesar la religión que deseen, que tienen derecho a enseñarla a sus hijos y supuestamente, no hay persecución religiosa.

Esta “pata de banco” presidencial no debe extrañarnos porque esa es la característica de la revolución chavista: la absoluta falta de respeto por quienes acumulan más mérito, currículo y decencia que ellos. No es causalidad que el jefe del desmán se haya enfrentado sucesivamente a los tres últimos Cardenales de la Iglesia Católica venezolana. Porque no soporta las verdades diáfanas, la defensa de la justicia y la valentía con que el clero ha alertado sobre un proyecto comunista que está implantándose a la fuerza y a contraviento de la Constitución.

En la procesión de la Divina Pastora del año 2006, el Cardenal Rosalio Castillo Lara lo dijo con todas las letras: “Un gobierno elegido democráticamente pretende implantar un régimen desastroso como el de Fidel Castro en Cuba…» «…nos encontramos sometidos a una dictadura marxista ». Quien fuera el prelado venezolano de más alta jerarquía en el Vaticano, redactor del Código de Derecho Canónico, mano derecha de Su Santidad Juan Pablo II, fue insultado por esa turba de malvivientes que medran en el poder, sin ninguna consideración a su altísima jerarquía y sobre todo a su libérrimo derecho de opinar como venezolano que era.

Nadie olvida las masas chavistas escupiendo el ataud del Cardenal Ignacio Velazco, un hombre bueno que manifestó su preocupación por el destino de los dineros públicos, que en lugar de remediar la pobreza, alimentaban las alforjas de los depredadores rojos. Obispos como Roberto Lückert y Baltasar Porras son insultados, ofendidos, amenazados. La baja ralea de quienes se creen poderosos se manifiesta en su pequeñez espiritual, en la maldad manifiesta en sus acciones, en su escaso aprecio hacia los valores religiosos e incluso familiares. Todos esos que insultan a coro al Cardenal de Venezuela Jorge Urosa Savino, son seres a los que jamás vemos acompañados de su familia, hombres y mujeres que no van a un restaurante o a un sitio publico donde no se encuentren las hordas que cercan su seguridad; por supuesto, jamás los vemos en un oficio religiosos o en un acto de reconocimiento a los valores científicos, intelectuales o culturales del país. Todos esos detallazos hablan de la clase de personas que son: solazados en el daño a los opositores, vengativos de supuestas ofensas a su revolución, injustos e impíos. Siempre me pregunto cual pais recibira esta clase de carroña cuando su tiempo termine.

La maldad siempre esta destinada al fracaso, sobre todo donde hay tanta gente buena. Ya no se trata de que seamos o no oposición, pues hasta los chavistas que apoyaban al régimen porque decían que las misiones servian, que compraban comida mas barata, que les daban su real y cuartillo, pues ya esos saben que la revolución es pura cotorra aliñada de maldad. Ellos tienen ojos para ver sus calles empantanadas, sin servicios, sin agua, sin luz, para ver como los jefes de los consejos comunales se cogen los reales que les entregan sin contraloría alguna, como los chavistas mas recalcitrantes del barrio ahora andan en camionetotas, tienen ojos para ver las escuelas donde estudian sus hijos mugrientas, sin agua ni pupitres; padecen todos los días de un transporte público donde los apretujan, humillan y hasta atracan; por no hablar de la delincuencia que se ha llevado a tantos venezolanos sin que los proteja el color rojo de su franela.

Hay que ir a las entrañas de Venezuela para ver los silos abandonados, los campos yermos, la pobreza galopante y el odio pintado en las vallas revolucionarias que envenenan las mentes débiles. Hay que ser criminal para no dolerle los cientos de miles de empleos que se han perdido con el cierre y confiscación de empresas; un corazón bien duro como para no estremecerse cuando se toca un pito y se decreta la pérdida del capital humano de la principal empresa del país. Hay que ser bien maluco para no llorar ante tantas madres que han perdido a sus hijos en un país donde la vida vale menos que una revolución de mier…. Hay que estar lleno de malos sentimientos para permitir indiferente la fuga continua a jóvenes profesionales que huyen de la inseguridad y falta de futuro.

Todos los números de la revolución están en rojo: Pdvsa destruida, la industria trabajando a 30 por ciento de su capacidad, casi 6 millones de venezolanos pasaron a la economía informal, las cifras de la UNESCO registran el bajón en la calidad educativa y número de estudiantes; la infraestructura nacional tiene un atraso de 10 años en su mantenimiento, al igual que las redes eléctricas e hídricas; se destruyó el sistema tradicional de salud sin sustituirlo por una estructura competente. La incapacidad, el fanatismo y la corrupción han hecho que buenas ideas como Barrio Adentro, los microcréditos y Misiones educativas fracasen lamentablemente.

Comunismo, marxismo, socialismo, democracia, son sólo términos poco importantes para una población que lo que quiere es un gobierno que le soluciones sus problemas. Y se han convencido ya que este no es ese gobierno. La plaga de corruptos que han robado miles de millones de dólares en esta década, están descubiertos, son conocidos de todo el mundo y muchos de ellos gozan de altos cargos.

Me disculpan pero yo no creo en la inocencia o en la ignorancia de todos estos horrores de quien maneja los hilos, hasta los más diminutos, del país. Todo se hace bajo sus órdenes y con su permiso. Cada día esta más descubierto. Que pelee con quien quiera: al Cardenal y a la Iglesia los juzgara Dios. Pero a el, lo juzgaremos nosotros. Y no solo con votos.

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