Opinión Nacional

Revolucionarios aterrados

Tengan la certeza que no me refiero al aterramiento realizado o, por realizar, en edificios, equipos y otras instalaciones como medida de protección contra las descargas eléctricas extraordinarias. Me refiero al pavor que inunda el espíritu de los promotores, ejecutores y seguidores de las políticas implantadas por Hugo Chávez Frías en su condición de máxima figura de un proceso que intenta cambiar el sistema económico político, democracia por monopolio estatal, de Venezuela ante la proximidad de la fecha establecida en la Carta Magna, 10 de enero o 10E como gustan identificar los medios.

Descarto en esta ocasión hablar de la salud de Chávez porque con anterioridad lo he hecho. Examinaré las alternativas que la probabilidad subjetiva me brinda. Una breve aclaratoria: la probabilidad subjetiva es aquella que “se refiere a la probabilidad de ocurrencia de un acontecimiento por una persona determinada”. Tal como lo señalan los textos sobre la materia, la probabilidad subjetiva es de uso especial en la toma de decisiones.

Hasta el momento, lo veraz sobre los hechos es la incertidumbre reinante reflejada en la interrogante ¿Cuál es el verdadero estado de salud de Hugo Chávez Frías, el ciudadano? Se acerca a un mes ausente ya que fue operado el 11 de diciembre de 2012. Y lo último informado es lo estacionario de su cuadro de insuficiencia respiratoria que le aqueja, pero que cumple al pie de la letra el tratamiento impuesto por la junta médica. Surge la pregunta: ¿Puede hablar o la insuficiencia respiratoria es de tal magnitud que se lo impide? He ahí uno de los eventos de probable ocurrencia.

Al común de la gente, partidarios o no, les preocupa realmente el “misterio alrededor de la evolución del paciente Hugo Rafael”. Y preocupa porque es un hijo de DIOS, es un ser humano, es un individuo en plena lucha contra un mal moderno, es un ser indefenso y está lejos de su país natal, bien por voluntad propia, bien porque lo recomiendan los médicos tratantes o, bien porque, como una extremidad posible, las revoluciones lo imponen.

A los partidarios del Presidente, a los que no también, se les mantiene en ascuas. Cualquiera fuere su estado de salud, sus partidarios deberían tener la información veraz. Puede que los boletines emitidos por el Ministerio de Información la contengan, pero sin suficientes elementos de convicción para sentirse informado. He ahí otra probabilidad de ocurrencia de un evento planteada en esta interrogante: ¿Siendo Hugo el ciudadano el presidente de todos los venezolanos, cual es la razón para no haber invitado a algunos parlamentarios de oposición a presentarles sus saludos a Hugo, el prójimo, en su lecho de enfermo si y solo si estuviese en condiciones de recibir o, en su defecto, a sus familiares cercanos? ¿Cuál es la desconfianza?

Los funcionarios gubernamentales de primera línea, léase, voceros parlamentarios recalcitrantes, empleados estatales, ejecutivos de línea, maltratan públicamente a la población. Maltrato no es, exclusivamente, el accionar físico; hay cuando se sigue un modelo informativo cuyo contenido hace presumir que a quienes está dirigido el mensaje es una masa “analfabeta”, totalmente desinformada. Maltrato es el sentido despreciativo del verbo utilizado para referirse a quienes no siguen “las líneas maestras” fijadas por la revolución y por Chávez. Maltrato es querer imponer a trocha y moche una “verdad” filosófica que está en revisión conceptual desde hace largo rato. He aquí otro asunto de probable ocurrencia expresada en otra duda, ¿Son comunistas reales o no? ¿Son comunistas y temen decirlo? O ¿Son comunistas de conveniencia o no? O ¿No son ni comunistas reales, ni de conveniencia?

He planteado tres preguntas surgidas de igual número de eventos de probable ocurrencia. Sin embargo, el ciudadano lector, él o ella, no relaciona el título identificador de esta opinión con lo expuesto hasta ahora. En parte, ello es razonable y en parte, no. Como nota, la llamada probabilidad subjetiva está en marcha. Y le respondo: lo aterrador para los revolucionarios es la llegada del 10E. El artículo 231 de la mejor Constitución del mundo, según palabras de Hugo Chávez Frías, fija esa fecha como la de la juramentación ante la Asamblea Nacional para el inicio del período presidencial correspondiente, y no otra. De la lectura del articulado de la Carta Magna se deduce que la ausencia temporal de noventa días (90 días), plazo establecido en ella,ocurrida a partir de su viaje a La Habana concluye abruptamente ese día y se hace evidente que es necesaria declarar la ausencia temporal de Hugo Chávez Frías, como Presidente, por otro lapso similar. Claro, hay otro problema de fondo: todos los funcionarios del gobierno actual pasan a la condición de ex, por vencimiento del plazo, lapso, período, espacio de gobierno elegido en los comicios del 2006, el cual culmina el 9 de enero a las 11 horas, 59 minutos, 59 segundos de la noche. Quien debe asumir, formalmente hablando, es el Presidente electo cuyo nombre ciudadano es Hugo Rafael Chávez Frías. Es un formulismo y un formalismo, si. Es válido para cualquiera.

El pánico cunde por cuanto los artículos 233 y 234 son claros en su contenido. Ahora bien, “el rollo existencial” que acogota a los revolucionarios reside en las siguientes ocurrencias: primero, generaron una aureola de invencibilidad, en lo humano, de Hugo el prójimo y los hechos están demostrando que los humanos somos finitos. Segundo, aparentemente y por razones temperamentales, ninguno de los “mano derecha” de Chávez, osa objetarle alguna decisión y por tanto, la fracción política mayoritaria tendría recelo de designar nuevos funcionarios, no sea que a su esperado regreso formen un samplegorio de padre y señor mío. Según los argumentos chavistas, designarlos es un “golpe de estado” a su comandante y no una medida de facilitación de la toma de decisiones en el país. Tercero, temen que el “pueblo, pueblo chavista” se desperdigue y disminuya el “capital electoral” del chavismo ante una eventual convocatoria a nuevas elecciones si y solo si, es declarada la falta absoluta de Chávez. Cuarto, evidenciaría las apetencias naturales a sucederle de cada quien en la candidatura a las elecciones, lo cual derribaría las tesis de las revoluciones.

Se debe ser objetivo. Quienes gobiernan están expuestos a la crítica permanente. Ellos son la muestra visible de las buenas o malas políticas de un equipo y deben hacerse las correcciones debidas cuando así lo requieran las circunstancias. Lo contenido en la idea anterior aplica también a la Oposición.

Finalmente, pregunto: ¿Qué pasa si Chávez aparece “vivito y coleando”, rozagante, sin un rastro de haber sido operado? ¿Imagina la reacción de su pueblo seguidor? ¿Imagina las cuñas de televisión promocionado como Lázaro, si ahora es casi promocionado como el Niño Jesús? Eso es un evento probable de ocurrencia. Amanecerá y veremos. Por eso, Yo opino.

 

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