Opinión Nacional

Robando banderas

En una muestra de desparpajo sencillamente descomunal, quienes han terminado por legitimar la entrega de nuestra soberanía a Cuba y su régimen totalitario, esto es: de cometer el acto más oprobioso que un buen nacionalista repudiaría con riesgo de su vida, la traición a la Patria y el ultraje a la Nación, han comenzado a proclamarse “nacionalistas”. Y en nombre del “nacionalismo” salen a las calles vestidos de “nacionalsocialistas”, es decir de nazis criollos, a golpear a quienes reclaman la salida del invasor cubano de nuestra Nación. ¿Habrase visto descaro y sinvergüenzura igual?

Es la vieja práctica fascista, de la que el facho castrismo de Fidel, Raúl y Ramiro Valdés han sido expertos desde sus tiempos universitarios, cuando devoraban la lectura de MI LUCHA, de Adolfo Hitler y mamaban de sus enseñanzas para aprender y emplear la técnica en la que han terminado siendo posiblemente los expertos más admirables del planeta: voltear el significado de todos los símbolos, términos y realidades del revés, de modo que designen precisamente lo contrario que originalmente significaban.

Por ejemplo: desde el primer día del asalto al poder y la constitución en suelo cubano de una tiranía que llegaría a superar todas las tiranías que en América han sido, desde los tiempos prehispánicos de mayas, aztecas e incas hasta los dictadores republicanos: del tiránico Dr. Francia del Paraguay al dictador Gómez de Venezuela y el general Pinochet, de Chile, se instaló un gigantesco cartel en el aeropuerto habanero que rezaba: CUBA, PRIMER TERRITORIO LIBRE DE AMÉRICA. Venía a significar realmente todo lo contrario: CUBA, PRIMER CAMPO DE CONCENTRACIÓN LATINOAMERICANO.

Seguía Fidel Castro al pie de la letra las enseñanzas de su maestro Adolfo Hitler, quien en el colmo del desprecio a la verdad hizo montar en el campo de concentración de Auschwitz, en Polonia – el primer matadero a escala industrial de seres humanos en la millonaria historia de la humanidad – una reja de hierro forjado que recibía a los seleccionados para la gasificación y el crematorio con una frase de una crueldad pavorosa: ARBEIT MACHT FREI. El trabajo libera. Como todos sabemos, el único trabajo que se efectuaba en Auschwitz era reducir a las víctimas a la más desnuda y brutal animalidad para gasearlos y meterlos en hornos crematorios especialmente diseñados a tal efecto. De ese modo convirtieron seis millones de judíos en cenizas.

Le entregan su joya más preciada, el teniente coronel que logró la mágica proeza de llevar el maldito e insuperable 5% histórico al gobierno y mantenerlo durante 14 años de poder absoluto, a los propietarios de la tiranía cubana. Ante la que se ha arrodillado, a la que ha servido con perruna y mastinesca devoción y a la que terminó entregándole la república misma, para que mientras agoniza venga su yerno, un imberbe enriquecido hasta la náusea gracias a un colosal braguetazo con una de sus hijas, a decirnos que no son ellos los que sirven a la tiranía cubana sino la tiranía cubana la que les sirve a ellos.

Envía el gansteril aparato de manipulación mediática del régimen a sus esbirros de gorra y pistolas a provocar con su matonería, su insolencia y su brutalidad a modestos y civilizados actos de una oposición más bien exageradamente respetuosa de la libertad de expresión, que el régimen agresor, por cierto, les niega cerrando y robándole sus medios de comunicación, para que armen gigantesca alharaca ante la legítima indignación de quienes de sólo ver a estos matones quisieran despellejarlos vivos, por canallas, mentirosos, falsarios y difamadores profesionales. Como que trabajan para el obsceno, pervertido y drogadicto otro yo de medianoche del teniente coronel. Y ya echan a andar a su arrastrado ministerio público.

Se les muere el gestor, y ya lo endiosan. Y de paso nos roban todas las banderas. No sólo la de la Patria, que han tirado al estercolero cubano, sino nuestras fechas emblemáticas. El tirano o sus ventrílocuos habaneros ordenan celebrar la caída violenta de su antecesor directo y socio espiritual, Marcos Pérez Jiménez, y manchar así la memoria de la democracia a la que diera nacimiento. Ahora resulta que Rómulo Betancourt, Rafal Caldera, Jobito Villalba y el pueblo venezolano que los acompañara en la caída del tirano y la construcción de la democracia, “traicionaron” la fecha que ellos mismos protagonizaran.

Debemos impedir que este siniestro trabajo de secuestro y asesinato de nuestras tradiciones, ordenado por los expertos en construcción de tiranías totalitarias del tercer mundo – los Castro – fructifique. Debemos confrontarlo. Debemos confrontarlos. Buscar rodeos para legitimar la cobardía y la traición, es peor que la traición misma.

Venezolano: defiende tu patria. Es lo único, es lo mejor y más grande que tienes. AQUÍ NADIE SE RINDE.

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