Se solicitan líderes con conciencia propia
No hay duda alguna de que estamos en un período muy difícil y complicado de nuestra vida republicana, producto de una acumulación de problemas de variada índole que no han tenido el tratamiento, ni la orientación adecuadas en estos últimos años. El país observa estupefacto el increíble contraste de una gigantesca avalancha de petrodólares frente al aumento sin control de muertes violentas, desnutrición, atraso educativo y desempleo que pareciera importarle poco a quienes conducen el barco revolucionario. El análisis oficial habla de los magníficos logros del crecimiento macroeconómico y olvida deliberadamente el evidente desastre microeconómico que afecta a los bolsillos y a la salud del venezolano de a pie, muy a pesar de los casi 90 dólares por barril de la cesta petrolera criolla y de los más de 34 millardos de dólares en reservas. Como se ha venido señalando desde hace algún tiempo, esta revolución bolivariana o mejor aún bolivarista ha tenido en sus 9 años un espectacular avance en reversa y si no despabilamos a tiempo como lo hicimos el 2-D podría haber llegado a más todavía, con la rechazada “reforma constitucional” para darle el manotazo final al Poder y enfilar por fin el viejo sueño del caudillo maisantero de emular a su barbudo tutor y ser como él: “Electo popularmente” por los siglos de los siglos. Por eso hoy más que nunca el ciudadano, que sabemos en su mayoría no es gobiernero, tiene una responsabilidad histórica en estos momentos con el país y para esta tarea tendrá que hacer acopio de un necesario espíritu participativo para seleccionar sin pasiones a sus mejores mujeres y hombres que puedan representarnos con dignidad en esta vital exigencia, sin banderías politiqueras y tomando por testigo los señeros colores de nuestros símbolos patrios. El venezolano común quiere cambios sin violencia, quiere un liderazgo sin cuestionamiento y quiere también funcionarios probos, con espíritu de sacrificio, trabajadores, eficientes y honestos, aquel que no mire por la rendija del odio y el revanchismo, a ese ser humano sensible que tiende la mano sin condiciones, que está por encima de lo intrascendente y no se marea con las mieles de un poder que le ha sido delegado temporalmente por un pueblo que confía ser representado leal y honestamente, pues hoy por hoy, buena parte de ellos han actuado por su propia cuenta y arbitrio o por la de otros, por el solo hecho de contar con el voto de los ciudadanos. No existe en el colectivo nacional, a nuestro entender, inhibición para participar en la conquista de sus ideales democráticos, ni tampoco observamos desinterés alguno en mover esa energía cívica que llevamos por dentro, lo que si es un hecho indudable, es que existe una gran decepción política producto de muchas equivocaciones y errores imperdonables en momentos clave por parte de una dirigencia que no ha estado a la altura de las circunstancias y exigencias del país por un lado, y por el otro debido al desencanto mayúsculo de un cambio que se ofreció para acabar con las frustraciones pasadas, así como promesas y compromisos a granel olvidados al fragor de una febril incontinencia verbal e incapacidad manifiesta para administrar la abundancia con escasez de criterio y no con criterio de escasez, como alguna vez también se le criticó a otro presidente populista. Ahora estamos muy conscientes de la situación que vive Venezuela en los actuales momentos y lo difícil que tenemos al frente no será escoger solamente buenos candidatos, lo verdaderamente difícil, y he aquí el reto, será poner en movimiento a esa magnífica maquinaria del voluntariado civil para hacer posible y viable el cambio de rumbo y las rectificaciones que con justicia y esperanza reclaman todos los sectores de la vida nacional, para que las aguas vuelvan tranquilas a su nivel y exista el necesario equilibrio en las instituciones fundamentales y en la sociedad venezolana.
