Opinión Nacional

Secuestro en La Habana

Seguramente, cuando Chávez decidió tratarse en Cuba el cáncer que lo aqueja, lo hizo por distintas razones, entre las cuales me atrevo a destacar, fundamentalmente, la recomendación de su tutor Fidel Castro de que en La Habana se aseguraba el manejo inveterado de los regímenes comunistas del manto de secretismo con el cual se cubren las enfermedades de los altos jerarcas. Esto seguramente privó sobre el nivel de la medicina cubana.

Pero, bueno, a estas alturas ya eso es clavo pasado y, por ende, sería ocioso volver al tema que se presta para larguísimas discusiones e interpretaciones.

Lo que sí es cierto, sin lugar a equívocos, es la influencia dogmática, rayana en cuasi religiosa, que ejerce el viejo líder de la Revolución Cubana sobre Chávez. De allí, pues, que desechara algunos ofrecimientos de gobiernos amigos, como el de Brasil, para tratarlo en alguno de sus modernos hospitales especializados como el Sirio Libanés de Sao Paulo, tal como lo hizo el ex presidente Lugo de Paraguay, quien, aparentemente, superó su dificultad con éxito.

Ahora bien, el agravamiento de la salud del Presidente ha puesto de manifiesto lo que ya era un secreto a voces, en el sentido de la fuerte injerencia y el dominio y el mando del régimen de los hermanos Castro sobre el Gobierno venezolano.

En estos momentos tan difíciles para el devenir nacional las decisiones más importantes se toman en la capital de la isla caribeña. Se sabe de los frecuentes viajes de los más altos jerarcas de la cúpula chavista a recibir instrucciones sobre lo que se debe hacer para mantener el poder hegemónico que detentan en la actualidad.

El tratamiento dado al problema generado por la no asistencia del Presidente electo a la toma de posesión de su cargo ante la Asamblea Nacional para el día de ayer, y el curso tomado por el tándem Diosdado Cabello y Nicolás Maduro (los albaceas de Chávez) es una muestra de lo que está ocurriendo. De hecho, Chávez no está en condiciones de gobernar y mucho menos de tomar providencias de ese calibre.

Entonces, la pregunta sobrevenida (para usar un término de moda) es ¿quién diseña y da los lineamientos para hacer lo que hace el dúo dinámico, utilizando la mayoría que detentan en la Asamblea Nacional y el control absoluto sobre el Tribunal Supremo de Justicia y las demás instituciones del Estado? La respuesta está tan clara que no necesita de mayores explicaciones.

Pero, lo que más llama la atención es el virtual secuestro en que tienen a un Chávez enfermo que, por lo poco que se puede desprender de los partes oficiales, no está en plenitud de sus facultades físicas y mentales (?). Pero lo peor no es eso. Lo peor es que la dirigencia chavista y el estamento militar acepten esta situación de hecho sin chistar. Más bien, como lo señalo arriba, acuden presurosos a los llamados de los Castro a recibir las órdenes del caso. Esta dependencia colonial inaceptable de un gobierno extranjero no ocurriría en ninguna nación libre y soberana del mundo, por más lazos de amistad y solidaridad política que existan. Ni siquiera sucedió entre Cuba y la Unión Soviética.

Varios presidentes como Evo Morales y Rafael Correa viajaron a Cuba y les fue imposible ver a su amigo. Otros como Mujica y Cristina Kirchner desistieron y, last but not least, la poderosa Dilma Rousseff tuvo que conformarse con mandar un emisario para informarse sobre el cuadro clínico de su homólogo. Ni hablar de los representantes del PSUV. ¡Ah!, por cierto, Daniel Ortega, tan cercano geográficamente a Cuba, no ha dicho ni pío…

 

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