Opinión Nacional

Semana Santa: un momento de espiritualidad o de hipocresía

La Semana Santa está ubicada en los últimos días de la Cuaresma. Se inicia con el Domingo de Ramos en el cual se conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén: “Mientras él avanzaba, extendían sus mantos por el camino. Cerca ya de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, llenos de alegría, se pusieron a alabar a Dios a grandes voces por todos los milagros que habían visto” (Lc 19,36-37). El lunes, martes y miércoles santos recordamos momentos importantes en su vida. Siguiendo el evangelio según San Lucas encontramos: la lamentación de Jesús sobre Jerusalén; la expulsión de los vendedores del Templo; la conspiración contra Jesús y la traición de Judas. El jueves se conmemora la Última Cena, haciendo referencia a la última cena que Jesús celebraría en ocasión de la Pascua judía. En esa oportunidad, según la tradición de la Iglesia católica se instituye el sacramento de la Eucaristía y el de la Ordenación Sacerdotal. También el Jueves Santo se realiza la vigilia con la cual se conmemora el momento en que Jesús sube al monte de los Olivos (Getsemaní) a orar. Sería esa noche cuando los responsables de buscar a Jesús lo ponen preso, después del saludo de Judas (un beso) y de su traición. El viernes se concentra la atención en el proceso y la muerte de Jesús en la cruz, momento en el cual se recuerdan las siete palabras pronunciadas antes de su muerte. El sábado es el día del silencio ante la sepultura de Jesús. El domingo es un día de fiesta, porque ya no se recuerda la muerte, no se conmemoran los momentos de sufrimiento; la actitud adecuada es de proclamación de la Resurrección de Jesús, razón de la fe del cristiano.

Estos actos religiosos son tan antiguos como la historia de la Iglesia. Los primeros cristianos asumieron la idea de recordar los hechos que marcaron los últimos momentos de Jesús en la tierra. Era precisamente la noche del sábado, víspera de la Pascua judía la fecha indicada para conmemorar la última cena de Jesús, y recordar que la Pascua (liberación del pueblo Judío del imperio Egipcio) tenía otro significado para los cristianos: el paso de la muerte a la vida. No obstante en la medida que la Iglesia fue institucionalizándose a comienzos del siglo IV, con el apoyo del Emperador Constantino, comenzaron a surgir templos en aquellos lugares en los cuales se suponía Jesús había vivido sus últimos días en la tierra. Con el transcurso del tiempo estos ritos religiosos fueron organizándose mejor y cobrando una importancia clave en la vida religiosa del creyente. La universalización de estas celebraciones creció en sintonía con el aumento de la presencia de la iglesia en el mundo. Pero cuando hemos iniciado el siglo XXI ¿tienen razón de ser estas celebraciones?
El hombre siempre ha estado en la búsqueda de Dios. Es parte esencial de su condición humana. Esta búsqueda se manifiesta en celebraciones y ritos, en los cuales manifiesta la fe en Dios. En la razón del ser del cristiano esta manifestación de fe, no solo se limita al hecho del rito, sino que debe estar presente en el día a día de la vida cristiana. Espiritualidad o hipocresía, es una de las reflexiones necesarias que debemos realizar en estas celebraciones. Ser católico o vivir siguiendo las directrices de Jesús, no se limita a la participación de las celebraciones litúrgicas Estas tienen razón de ser cuando existe en el corazón y en la mente del hombre una actitud cristiana.

Venezuela, al igual que otros países del mundo, han vivido en los últimos años momentos de grandes dificultades, de egoísmos, de odios, de enfrentamientos, de muertes. Hemos sidos testigos, y cuidado si no protagonistas, de la creación de divisiones, de intrigas, de desesperación, entre otras situaciones. Nos preguntamos ¿Cuántos de los que asistimos a las celebraciones de Semana Santa, no estamos asumiendo una actitud hipócrita en especial porque no somos capaces de hacer presente el mensaje de Jesús en nuestro alrededor? El mensaje no es solo hablar de Dios y de su salvación, sino de que exista una coherencia entre nuestra fe y nuestra actuación diaria. ¿Estos golpes de pecho que nos damos en la celebraciones litúrgicas se traduce en un mensaje de paz, esperanza y de perdón en nuestros hogares y lugares de trabajo?
Esta semana santa –al igual que las anteriores- tendría que ser un momento para respondernos ¿Cuál es el Dios de mi fe? ¿No tendremos un Dios hecho a nuestra imagen y semejanza? Ya lo decía nuestro compositor Alí Primera: “No basta rezar… también reza el piloto cuando va a bombardear a los niños del Vietnam”. Podemos parafrasear: también reza el pueblo, también rezan los pobres, también rezan los políticos, también rezan los religiosos, también rezan los militares, también rezan los periodistas, también rezan los banqueros, también rezan los niños, también rezan los enfermos, también rezamos nosotros… Si todos rezamos ¿cuál es el inconveniente? Creo que la pregunta claves es ¿A cuál Dios rezamos? ¿Al Dios que proclamó Jesús: su Padre? ¿Al Dios de nuestra conveniencia? ¿Qué pedimos en nuestras oraciones? Esos favores que le pedimos a Dios son los que responden a su plan de salvación o son los que nos interesan a nosotros. ¿Cuál es nuestro Dios? ¿Será el de Jesús?
En uno de sus importantes mensajes Jesús hablaba del juicio final y señalaba que cuando el Hijo del hombre volviera separaría a las ovejas, dejando a la derecha a los “benditos de mi Padre”, porque le habían dado comida, agua, cobijo, vestidos y compañía. La pregunta era obvia: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y acudimos a ti? Y el rey les dirá: En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25,31-46). Deberíamos dejar un espacio en nuestras vidas, en silencio y pensar ¿quién es mi hermano? Y ¿cuál es el Dios en el que creo? ¿Puede que no sea el de Jesús?

(*): Comunicador Social. (%=Link(«http://www.cegecom.org/vp»,»http://www.cegecom.org/vp»)%)

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