Opinión Nacional

Sentido común

¿Es que nadie tiene sentido común como para ya saber que la receta que aplican para todo no funciona?

Mi abuelo decía que el sentido más importante para un ser humano es el sentido común. Cuando de niño me topaba con algún problema y le preguntaba cómo resolverlo, siempre respondía igual: usa el sentido común. Me obligaba a pensar y a hallar las respuestas partiendo de las cosas más sencillas para llegar a las soluciones más complejas. Ya adulto, cuando me plantean un problema y una solución siempre contrapongo la solución que me dan al sentido común. Así puedo observar si es razonable o simplemente debe ser desechada por incongruente. Siempre hay algo dentro de la lógica que te dice si tiene sentido o no.

Todos tenemos una muy buena idea de lo que es el sentido común, aun cuando no podamos explicarlo con exactitud. Muchos han tratado de definirlo. Para el Drae es el «modo de pensar y proceder tal como lo haría la generalidad de las personas»; sin embargo, a esta definición le falta su relación con lo racional. Trout y Rivkin dijeron que el sentido común es «una facultad que posee la generalidad de las personas para juzgar razonablemente las cosas». Más completa esta definición, pero pienso que aún le falta algo. Si entendemos facultad como aptitud o capacidad, diríamos entonces que el sentido común es la aptitud o la capacidad que tenemos los seres humanos para llegar a conclusiones lógicas derivadas de la experiencia y de la observación, a las que debe arribar el mayor número de personas al enfrentar diversos problemas.

El gobierno nacional luce entrampado dentro de un laberinto donde recorre siempre los mismos caminos para acabar chocando contra la misma pared. Incapaz de reinventarse, insiste en hacer lo mismo en cada una de sus líneas de acción para buscar solución a los grandes problemas que ahogan a los venezolanos. Pero, lejos de disminuirlos, siguen creciendo y multiplicándose

Ante cada problema siempre propone (y a veces ejecuta) las mismas soluciones: controla, destruye lo que lo adversa, culpa a los demás, nunca a sí mismo, trata de amedrentar y de silenciar, asume competencias o actividades que no le corresponden para terminar fracasando en cada una de ellas, y vuelve al control. Un círculo vicioso. Si esa fórmula no funciona ¿qué sentido (común) tiene insistir en ella? Su sentido común, estimado lector, como el mío, nos indican la misma respuesta: no tiene ningún sentido.

Veamos algunos ejemplos:

Ante la falta de viviendas, legisló y expropió desarrollos habitacionales en construcción. Prometió que las obras se terminarían, pero hizo quebrar a las constructoras. Al paso de los años, la mayoría de esos desarrollos se han vuelto elefantes blancos, cuyos terceros adquirentes han sido los principales perjudicados.

Ante la alta demanda y baja oferta de viviendas para alquiler, legislaron aplastando los derechos de los propietarios y haciendo a los inquilinos morosos los fuertes ante la ley, quebrando cualquier equilibrio o justicia. ¿La consecuencia? Desapareció por completo el mercado de renta de viviendas.

Ante su propia ineficacia para otorgar debidamente los dólares oficiales a los rubros e industrias a los que debían llegar -y no a los bolsillos de unos apátridas que se los robaron haciendo negocios cambiarios desangrando al país-, legislaron para establecer delitos cambiarios. Han debido corregir la falta y afinar los mecanismos de otorgamiento de divisas. Los peces gordos siguen libres y haciendo negociados, beneficiados por el control y al país se lo come la inflación y el desabastecimiento.

Ante la desbordada crisis de la salud pública, el Gobierno es incapaz de hacerle frente a la inmensa demanda de los venezolanos. En lugar de invertir en el rescate y establecimiento de una eficiente red hospitalaria del sector público para que el ciudadano no tenga que acudir a centros privados, legisló y reguló todas las clínicas privadas que ya comienzan a mostrar síntomas del colapso al que muy pronto sucumbirán.

Ante la incapacidad para contener la inmensa corrupción gubernamental para la que solo se requiere voluntad política y aplicar la legislación y los procedimientos vigentes, el Gobierno propone, sin ningún sentido, la misma receta: acusar a otros del mal que lo carcome por dentro y solicitar poderes especiales para legislar y aumentar las penas a cada tipo delictual.

Son solo ejemplos de lo errada y distanciada del sentido común que ha sido y sigue siendo la conducta reiterada del gobierno nacional, que nos tiene al borde de un precipicio a los venezolanos en una lucha diaria por sobrevivir. ¿Es que nadie allí tiene algo de sentido común como para ya saber que la receta que aplican para todo no funciona?

 / @GerardoBlyde

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