Opinión Nacional

Si quieres emigrar…

Música cantada en inglés que apenas se logra entender. Lluvia leve y helada. Un tren altivo transcurre raudo por una hilera de suburbios sin referencia para el viajero foráneo. Después de dejar la estación destino y de dar unas vueltas a pie, se arriba a un frecuentado café perteneciente a una cadena que está en todo el país. Cálido el sitio. Resume un ambiente agradable que combina el aroma de variados tipos de café, pastelería europea, amena música instrumental, venta de dos periódicos de gran circulación y de discos compactos que la propia tienda produce y expende a sus clientes. Pero nada tiene el sabor que se busca, y esta es una fotografía del desarraigo: se está en un lugar grato, pero no hay sintonía con él. A un lado en el negocio, en una barra que mira a la calle (esquina de la 16 con Market en el centro histórico de la ciudad), una asiática madura se concentra en sus propios asuntos como todo el mundo aquí. Nadie mira a los lados para distraerse. Del otro lado, la silla vacía la acaba de llenar una jovencita estudiante zambullida en un libro mientras garrapateo estas notas en una servilleta. De fondo, la música y el ruido ambiental del local. Más atrás, la voces alegres de las dependientes; todas gringas de origen africano. Es miércoles. El tedio del encierro casero lleva a buscar aire y a interrumpir el estudio de la gramática inglesa que se adelanta por propia cuenta. Un idioma se aprende también martillándolo. Y aquí se está en el intento, mirando pasar la gente, dando unas vueltas en Rittenhouse Square. No es fácil entablar conversación con nadie para ensayar el lenguaje aprendido. Se termina en el café desglosando estas ideas. ¿Será una pérdida o una ventaja estar aquí? Si se le aplica pensamiento positivo, la respuesta es que se trata de una absoluta ventaja, es una oportunidad para escurrirle el jugo. Sin embargo, aquí las oportunidades cuestan demasiado dinero. La búsqueda de la condición de residente demora, es incierta y tiene un precio significativo. El trabajo ilegal es explotado descaradamente y un delito que perturba la búsqueda de una mejor condición ciudadana. Sigue lloviznandito. Es el otoño que avanza. La calle se cubre de una bruma y música de instrumentos de viento desde una esquina anima la tarde gris. El exilio puede ser aburrido. Nadie está en el exterior mejor que en su propio país. De modo que si tiene edad adulta píenselo bien. Todo el dinero dispuesto para emigrar llena poco el alma. No basta tener para comer y divertirse. Hay alimentos que no se consiguen con dólares, sino con corazón, con el sentimiento que cada quien deposita en su tierra.

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