Opinión Nacional

Siguí

Entre las palabras que han caído en desuso, y que deberían rescatarse, una de las más expresivas es el adjetivo/sustantivo “sigüí”, que califica, en el más alto nivel de desprecio, al adulante, jalabolas o jalamecate de los poderosos, sobre todo en el ámbito político. Fue de uso frecuente en la primera mitad del siglo XX, y aun se empleó en el resto de ese siglo, pero cada día menos. Hoy es casi desconocido. Su aplicación tiene mayor propiedad bajo las dictaduras, y fue así sobre todo en la época de Juan Vicente Gómez, y un poco menos en la de Pérez Jiménez.

El “sigüí” no es sólo gente de escaso o ningún poder, que adulan al poderoso en busca de recompensa. También es aplicable a funcionarios de diversos niveles, aun entre los más altos, que parecen sentir especial complacencia en mostrar su servilismo al gobernante.

Ignoro si se usa o se ha usado en otros países. No está en el DRAE, y como venezolanismo lo registra el Diccionario de Americanismos de Marcos A. Morínigo, definido como “Rufián”. Sin embargo, el Diccionario del habla actual de Venezuela, (R. Núñez y F. J. Pérez) lo da como “Persona que se esfuerza por agradar a alguien por conveniencia”. El Diccionario de venezolanismos (M. J. Tejera et al) prefiere definirlo, más apropiadamente, como “Individuo que sigue a alguien importante adulándolo y en actitud sometida y servil (…)”.

En cuanto a su origen, lo desconozco.

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