Opinión Nacional

Síndrome del candidato sumiso

Hace seis años, Manuel Rosales desgració su meritoria vida pública haciendo oídos a un agente desmoralizador que le susurro al oído que había sido derrotado abrumadoramente. Capriles no tiene por qué incurrir en aquel error que demoró el proceso de recuperación de la democracia.

Bajo el gobierno de Chavez ha sido notorio que cuando el CNE se pronuncia sobre el resultado de elecciones presidenciales, el candidato de la oposición exhibe una conducta ilógica a los ojos del electorado opositor y a la luz de nuestra penosa realidad política. Este comportamiento constituye lo que podemos llamar Síndrome del Candidato Sumiso (SCS), una variante del Síndrome de Estocolmo, fenómeno científicamente explicado por el cual un secuestrado puede hasta enamorarse y entregarse al delincuente que le tiene secuestrado agradeciendo los favores recibidos.

En el SCS, el supuesto derrotado reacciona por efecto perverso de una formación democrática que le ha adiestró en el respeto automático a instituciones como la autoridad electoral y en la aceptación sin examen de la voluntad del pueblo. Es ocioso insistir en que los supuestos de honorabilidad que crearon esa disciplina democrática no son los que rigen actualmente, de manera que es exigible una reacción menos automática, más filtrada, por parte del sujeto proclive al malvado Síndrome del Candidato Sumiso.

El SCS no es solamente la reacción automática de un demócrata, sino que hay factores puestos allí para inducirlo, para desatarlo y para sostenerlo una vez activado. El factor “puesto allí” es alguna autoridad más o menos auto-proclamada como tal, un activista de alto nivel cuyo prestigio se apoyó en asociaciones de mutuo bombo, (tú dices que soy una autoridad y yo digo que tú también lo eres, y así los dos quedamos autorizados). En el momento oportuno, este “agente desmoralizador”, primo hermano del famoso “agente provocador” que opera en sentido contrario a su pariente pero con los mismos fines, accede al oído del demócrata presuntamente derrotado y allí instila datos prefabricados que generan conductas desconcertantes como la que vimos en el presunto derrotado del año 2006.

Coadyuvantes a este mecanismo son las famosas salas extraoficiales de conteo, montadas por traficantes que apantallan con ilusorias redes de computación y totalización de las cuales en el momento oportuno sale la macabra noticia: “Hermano…Siento decirte que perdimos…”. Abrumado al comprobar que el Gobierno le ha aplastado y rodeado, el candidato opositor adopta una actitud de acatamiento servil a quien pasa por experto infalible en materia de conteo de votos sin siquiera exigir una confirmación de los supuestos datos de la derrota traídos por el casandra electoral.

De este doloroso episodio tuvimos muestra el 3 de diciembre de 2006. Antes de producirse el primer boletín del CNE, el vocero del falso equipo de conteo rápido susurró al oído del candidato la información de que había perdido las elecciones y que no había nada que hacer. El afectado decidió que era obligante reconocer la victoria de Chávez y abandonar el escenario. (Pasamos por alto otras muy específicas y personales informaciones amenazantes que al candidato le habrían sido comunicadas en una encerrona con el agente desmoralizador).

La aceptación pública y apresurada de una derrota indemostrada cierra toda posibilidad de solicitar un reconteo manual para verificar un posible fraude. En el caso histórico que tomamos como ejemplo, los números no pudieron ser verificados y al final se anunció una supuesta ventaja del ganador que sobrepasaba con creces lo que decían las encuestas y desmoralizaron por largo tiempo a la población opositora.

Esa noche triste no debe repetirse. Con conocimiento y responsabilidad sostengo que Capriles debe oír campanas distintas a las que bajan de La Colina, relacionadas con quienes en 2006 promovieron el cuadro clínico SCS (Síndrome del Candidato Sumiso). En La Colina se ha reunido un grupo de ingenieros calificados como tales pero pertenecientes a una tendencia política y obedientes a un mando personal conocido. Por razones que no expondremos hoy estos técnicos han cultivado, una postura que durante la campaña reduce las expectativas de la Oposición y después de las elecciones promueve la renuncia al derecho de protesta, bajo el engaño de que rechazar los supuestos resultados podría abrir el camino a una abstención o intervención militar. Este grupo además promueve un mantra difícil de entender ante un bribón como Chavez. Para ellos un fraude es imposible porque el sistema electoral es perfecto. Este alucinante mensaje lo repite Jimmy Carter, quien a cambio de un generoso aporte a su fundación lo repite ciegamente urbi et orbi.

En un articulo reciente titulado “El delincuente constitucional” Teodoro Petkoff argumenta que “en caso que el gobierno pierda y encuentre alguno de los siguises más pequeños que griten fraude, entonces se cree el zafarrancho de combate. De ahí la insistencia del presidente en anunciar que la oposición va a cantar fraude.” Por lo visto la solución que encuentra Teodoro a este reto es declarar que el fraude es imposible. Esto implica que los resultados, aunque sean viciados, tienen que ser aceptados. No entiendo esta lógica y además me gustaría saber cuales son los siguises que este reconocido líder de la oposición ha “detectado” en su seno. La idea no es dividir, sino aclarar los puntos de vista. También aspiro a que mi amigo Teodoro haga un listado de los supuestos “siguises”. Yo no quiero asumir que los que dicen que “el fraude es imposible” son siguises de Chavez.

En 2006, un político y administrador público de sólidas calificaciones como Manuel Rosales se desgració oyendo a quien no debía. Capriles no tiene por qué imitar aquella conducta infortunada a que hoy hacemos eco. Nuestro candidato no es sumiso, ni comprable, ni tonto. El ha dicho públicamente que Chavez es un tramposo que acude a triquiñuelas. El hará cambios en el grupo de “conteo rápido” incluyendo gente independiente y de otras tendencias. Luego de recibir el resultado del conteo de las actas discutirá con su Estado Mayor la acción a tomar y decidirá que hacer .

En caso, si en el momento en que el CNE de su reporte hay indicios de un posible fraude, se exigirá como es legal un reconteo del 100% de los votos. Eso lo que reclama la lógica y la dignidad nacional. Capriles sabe lo que tiene que hacer y lo hará. Los consejos de Teodoro no pueden ser la única fuente de información. Capriles solo puede perder con fraude y este no es imposible. La defensa del voto incluye enfrentar las trampas. El 7-O habrá una explosión de alegría a menos que Chavez decida declararle la guerra a la nación. Si Chavez no lo impide, ese día los venezolanos volveremos a ser hermanos. Ruego a Dios que así sea.

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