Opinión Nacional

Sobre la Lucha de Clases

El Presidente Chávez sostuvo en su ultimo Alo Presidente, que lo que se estaba viviendo en Venezuela era una lucha de clases, que entraba dentro de la concepción marxista que sostiene que la “violencia es la partera de la historia”.

En lo personal no comparto esa visión un poco troglodita del destino de la humanidad. Y no la comparto porque no creo que Dios creó la raza humana para que avanzara a punta de conflictos.

Pero mas allá de lo que yo crea o no, hoy existe una realidad que nos indica que, no solamente buena parte de la historia de la humanidad se ha caracterizado por desarrollarse en conflictos, sino que aun hoy, esa visión y esa práctica de lucha están presentes en casi todas las sociedades, desde judíos y árabes, hasta en los argumentos esgrimidos por Estados unidos y los países de la OTAN para, en sus aventuras bélicas de Panamá, Granada, Irak, Yugoslavia, Afganistán, etc., asesinar sin el menor escrúpulo, a millones de seres humanos, la mayoría inocentes, como niños, mujeres y ancianos.

Y ese delirio por el conflicto trasciende, increíblemente, la lucha física. Así vemos como se pretende definir como una característica inherente al ser humano la lucha con sus semejantes, y que, si es bien “administrada” (mediante la llamada competitividad) traerá innumerables beneficios a nuestra raza, tal como lo sostienen los liberales y neoliberales, en una teoría tan troglodita como esa frase marxista.

Paro al analizar la complejidad venezolana nos encontramos que esa visión de lucha de clases que aplican los estalinistas juega en contra de sus propios intereses.

En efecto, al combinar el planteamiento marxista de que el avance social se lograra a través de la “lucha de clases” con la tesis estalinista que sostiene que la clase media es enemiga de los procesos de cambio, se llega a la conclusión de que los sectores gubernamentales se equivocan al basar su estrategia de un gobierno para los pobres frente al resto de la sociedad.

Basta observar que los sectores pobres totalizaron en 2009  1.719.377 familias, es decir un 26,36%  de la población según el Instituto Nacional de Estadísticas y que estos quedan en franca minoría frente al sector de “no pobres”, integrados por 4.803.600 familias, un 73,64% para esa misma fecha es decir, de clase media baja, media y alta, además de los sectores pudientes. Esa estrategia es mortal en escenarios electorales que se resuelven por mayoría de votos.

Y si observamos la distribución de la fuerza de trabajo, el panorama es peor. Los sectores obreros y campesino no alcanzan a representar ni siquiera el 25% de la fuerza laboral.

Esa misma estrategia anti clase media fracaso cuando los estalinistas trataron de imponerla en España y Chile por ejemplo, (donde la derecha capitalizo el apoyo de los sectores medios) al punto que en esos países la izquierda como tal ha quedado reducida a grupúsculos sin mayor peso político.

Mientras Chávez mantuvo un discurso que satisfacía por igual a las clases pobres y medias, y la relación entre sectores pobres, medios y ricos favorecía ese discurso obtuvo importantes y sonoras victorias electorales.

Por ejemplo, según el INE para 1997, las familias pobres representaban el 55,56% de la población y los no pobres el 44,46% restante. Pero, cuando simultáneamente Chávez le imprimió un giro neo estalinista a su discurso a partir del 2007 y a su vez se fueron cambiando los pesos específicos de los distintos estratos sociales, su popularidad, reflejando esos cambios, se ha venido en picada, poniendo en peligro la existencia misma del proceso.

Los dirigentes del proceso deberían ver más la realidad que se mueve bajo sus pies que esas absurdas teorías que vienen a vender enajenados gurúes como la Harnecker o el Dieterich. Deberían aprender de Mao, que se sacudió los dogmas imperantes y entendió que su país era mayoritariamente campesino y que la única posibilidad real de victoria era teniendo a esa clase como protagonista.

A la luz de nuestra realidad y a los ojos de cualquier marxista verdadero, aquí en Venezuela, y dado su peso abrumador, no habrá proceso de cambio posible que no tenga  a la clase media como protagonista.

Pero no me hago ninguna ilusión de que el gobierno rectifique. Los estalinistas, al igual que los Evangélicos fanáticos, no escuchan razones y poseen gríngolas ideológicas tan fuertes que les imposibilitan ver la realidad.

Como decían los griegos: “Los dioses ciegan a quienes quieren perder”.

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