Opinión Nacional

Solidaridad

En Venezuela vivimos momentos en los que se hace imprescindible que haya solidaridad entre unos y otros. Que no esperemos a que nuestro estado de derecho sea violado, sino que nos unamos en una acción común cuando el estado de derecho de cualquier otro venezolano sea violado. Que el derecho de uno sea el derecho de todos. Que el estado de derecho de uno, sea el estado de derecho de todos.

Una buena amiga cubana me dijo un día que la revolución que acabó con la libertad en su país había sido «la revolución de los pisotones»: la gente no hizo nada mientras fueron pisados los demás. Y vinieron a reaccionar cuando los pisados fueron ellos. Obvia y tristemente, demasiado tarde. «Pero ustedes los venezolanos están a tiempo todavía», añadió.

Y estamos a tiempo si actuamos en solidaridad. No podemos sustraernos a las injusticias que están viviendo muchos sectores del país, cuyos derechos se violan de manera abierta y sistemática. No puede haber leyes que beneficien a unos en perjuicio de otros.

Por eso, que cuando se les violen los derechos a los ganaderos, todos actuemos como si fuéramos ganaderos. Que cuando se les atropellen los derechos a los dueños de tierras, todos actuemos como dueños de tierras. Que cuando se pretenda lavar el cerebro de los niños venezolanos a través de un proyecto educativo marxista-leninista-gramsciano, todos actuemos como si tuviéramos hijos en edad escolar. Que cuando se pretenda ignorar el resultado de las elecciones sindicales, todos actuemos como si fuéramos obreros. Que cuando los maestros no reciban sus sueldos, todos actuemos como si fuéramos maestros. Que cuando muera un taxista a manos del hampa, todos actuemos como si fuéramos taxistas. Que cuando se arremeta contra los dueños de los medios de comunicación, todos actuemos como si fuéramos dueños de esos medios. Que cuando los comerciantes se vean afectados por medidas arbitrarias, todos actuemos como si fuéramos comerciantes. Que cuando se ataque al clero, todos actuemos como si fuéramos sacerdotes. A fin de cuentas, es nuestro bienestar, nuestra seguridad legal, nuestro país, lo que está en juego.

Solidaridad fue el nombre del sindicato polaco que, con el apoyo de los sindicatos internacionales, y las acciones de Ronald Reagan, Margaret Thatcher y el Papa Juan Pablo II, tumbaron el Muro de Berlín y acabaron con la Unión Soviética. La solidaridad en la oposición venezolana puede acabar con los desastres de la V República. Tenemos que unirnos para poder vencer. La multitudinaria, variada y cohesionada asistencia a la marcha por la educación fue una muestra irrebatible de cómo «unidos venceremos».

El hoy nos exige actuar para defender nuestros derechos, nuestra gente, nuestras instituciones.

En la unión está la fuerza. Y la consigna es la solidaridad.

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