Opinión Nacional

¡Sólo recogen tempestad!

En Cartagena de Indias, en la vecina Colombia, se celebró una importante reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) a la que asistieron centenares de personalidades, hombres e instituciones comprometidos con la libertad de expresión, entre los muchos, el Premio Nóbel Gabriel García Márquez.

Para la mayoría en el mundo, el derecho a expresarse es uno de los derechos fundamentales del hombre y como tal no negociable. Sólo algunos pocos piensan distinto y menosprecian la libertad de expresión y el conjunto de los derechos del hombre. Sólo los pocos que quieren imponer sus ideas y sus proyectos personales, el dictador moribundo Castro un ejemplo, el “transparentemente reelegido” Hugo Chávez otro.

No es posible construir una sociedad justa sin que tal derecho pueda ser ejercido. Un derecho de origen consuetudinario, históricamente aceptado, hoy recogido en numerosos textos internacionales. Un derecho innegable que impone -y eso es lo mas importante- obligaciones a la sociedad y especialmente al Estado.

La reunión de la SIP conoció el caso venezolano que no es solamente el burdo e ilegal cierre de RCTV, acompañado de una multa millonaria para adelantar la confiscación de sus bienes y amedrentar cobardemente a los demás medios. Es también el acoso a los otros que cumplen con el deber de informar, Globovisión entre otros; y, a los periodistas, al ejercicio del periodismo como profesión social esencial a nuestra vida en democracia. Un “caso grave y desafiante”, un “marcado deterioro” de la libertad de expresión es suficiente para resumir la posición de la SIP ante el descalabro de nuestra democracia de lo que todavía algunos dirigentes, lamentablemente, no se percatan o no se quieren percatar.

El régimen de Chávez quedó nuevamente al descubierto como lo dice el Ministro William Lara, durante una rueda de prensa quien afirma con el mayor descaro: “Decir que no hay libertad de expresión en el país es la más descarada de las mentiras. Venezuela es un país campeón en libertad de expresión.” Y agrega, con el mismo cinismo, que “es otra agresión de la SIP contra la democracia venezolana”.

Pero, resulta todo lo contrario. Lejos de ser un ataque a la “democracia” venezolana, es un apoyo a los demócratas del país acorralados por un proyecto revolucionario sin sentido, vacío, cuyos propósitos contrarían claramente el ejercicio de los derechos fundamentales del ciudadano, el de expresión hoy, el de la propiedad privada ayer y todavía, el de la educación mañana, entre muchas otras amenazas a la libertad.

En sus viajes con ínfulas libertadoras al exterior, el Presidente ataca también descaradamente a la prensa mundial, a la que no le critica con razón por sus contradicciones, por su forma de gobernar. Sus afirmaciones y ataques son una muestra constante de lo que el bolivarianismo entiende por libertad de expresión, por libertad de informar. Para el régimen bolivariano, así como para las más crueles dictaduras del mundo, la cubana, la de Zimbabwe o las de Libia e Irán por ejemplo o para cualquier otro de los países “socios o pares” del nuestro, sólo las Agencias del Estado, las plantas de radio, de televisión y los medios escritos financiados y sostenidos por el Estado, pueden existir.

El ejemplo cubano de los Granmas y otros medios únicos y sometidos, indignos de la expresión, inspira a los revolucionarios bolivarianos. La concientización que pretenden en base al engaño no será aceptada por los venezolanos que se hunden cada vez en la miseria integral que marca la gestión de los revolucionarios criollos.

El ataque a los medios, a la libertad de expresión y la violación constante de los derechos de nuestros ciudadanos no son más que una cortina de humo para esconder o tratar de esconder el fracaso de la gestión en todas las áreas y la corrupción imperante de la que nadie habla, aunque el imberbe Contralor parece muy ocupado registrando expedientes de los años sesenta. Para esconder a los presos políticos, civiles y militares, de los que nadie habla por temor.

El mundo evoluciona, avanza desde todo punto de vista. Las libertades se confirman aquí y allá. Los derechos humanos son cada vez más importantes. Ningún dirigente en el mundo, ningún iluminado es capaz de ignorarlos; menos tendría el derecho a pisotearlos a su antojo sin que nada suceda. Hoy son condenas de las instituciones internacionales, mañana será la condena de nuestro propio pueblo que despertará del engaño al que ha estado sometido estos años de locura y de despilfarro.

El régimen hace muchos anuncios. El Presidente dice cualquier cosa por los medios y sus programas políticos. Sólo los relacionados con nuestras libertades se cumplen. Los otros, acabar con los niños de la calle, con la inseguridad, con el desempleo y con la corrupción; vivienda para todos, un nuevo Vargas, el tren de San Cristóbal hasta el Esequibo, comida para todos, los gallineros verticales, independencia agrícola y alimentaria, el fin de la pobreza, siguen siendo parte del discurso barato y demagógico, de la burla, de este régimen que pretende hacer regresar al país y a la sociedad venezolana, al siglo XIX.

La libertad de expresión, el derecho a informar y de ser informados son sagrados. Hoy cierran a RCTV, mañana vendrán otros, pero pasado mañana la justicia se impondrá y tendrán que reabrirse cuando el soberano exija sus derechos, burlados por un grupo que pretende imponer un proyecto personal en donde más nadie tiene cabida, y se corrija el rumbo y se inicie el camino hacia la verdadera construcción de la sociedad venezolana del siglo XXI, basada en el respeto y en el no exclusionismo.

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