Son ocho garzas blancas
No parece causar mucho ruido en la canción de Serenata Guayanesa lo de “ocho garzas blancas” en sustitución de las siete. Pero, no llevemos más lejos un tema que está empañando otras realidades más importantes. Los cambios aprobados por la Asamblea Nacional a la bandera y al escudo del país no son cuestionables desde la perspectiva de las razones históricas y los argumentos que motivaron la decisión. Existen razones para haber mantenido los símbolos patrios actuales, para haber realizado estos cambios o para proponer otros. Caer en una discusión sobre este aspecto es perder de vista otras situaciones, a mi juicio, más importantes y que deben hacernos reflexionar.
Esta decisión refleja la subordinación, no formal, de la Asamblea Nacional a la figura del presidente. Pero, no debemos rasgarnos las vestiduras. Esta dependencia siempre ha existido en nuestro país, por eso hay quienes mantienen que nuestra democracia es presidencialista. ¿Quizás ahora pudiéramos hablar de presidencialismo militar? Es decir: una orden hay que cumplirla sin cuestionar. Lo curioso es que la revolución bolivariana ofrecía otra forma de gobierno más acorde con las realidades de nuestro país. Es decir, ¿si esto ocurre con los símbolos patrios, que garantía hay de que exista realmente una separación de poderes entre el ejecutivo y el legislativo? ¿Podría una decisión de la Asamblea Nacional que no le gustara al presidente seguir adelante?
El cambio de los símbolos es una estrategia en función de la campaña electoral para las elecciones presidenciales. Es la idea de transmitir el mensaje de la refundación de la república, de la revolución y del nacimiento de un socialismo a lo chavista. En otros términos, es una demostración de quien tiene el poder para dejar claro que hasta la bandera y el escudo lo puede cambiar. Nada en el país se hace si no cuenta con su aprobación. No podemos negar la astucia de saber utilizar estos recursos simbólicos en los momentos adecuados en un plan bien estructurado de proyección del mensaje revolucionario.
Esperamos que la oposición no siga insistiendo en ir al terreno del oficialismo y seguir discutiendo, organizando marchas y gastando energías con respecto a este tema. En los próximos meses seguramente tendremos otros cambios, otras caravanas de carnaval como la de Simón Bolívar, más negociaciones a costa del petróleo con los países o la intención de presentar un parlamento preocupado por la corrupción. Necesitamos propuestas de país, de nombres que conformen un gabinete de gobierno, de unidad y de esperanza.