Opinión Nacional

Teología católica romana es dañina

En los últimos años, parlamentos y ejecutivos de varios países del mundo occidental y cristiano han aprobado y puesto en vigencia, leyes que legalizan el aborto y diferentes métodos de anticoncepción; así como la uniones y matrimonios entre parejas del mismo género—por encima de la férrea oposición de la Iglesia Católica Romana—la que adicionalmente obliga a sus sacerdotes y monjas a vivir en celibato y no permite la ordenación de mujeres como sacerdotes.

La férrea oposición de la iglesia católica romana se fundamenta en muy antiguas creencias religiosas—que han sido reinterpretadas para abarcar los nuevos descubrimientos científicos y tecnologías modernas, y que la mantiene viviendo en épocas remotas, cuando la mujer era poco más que una mera posesión del hombre (primero de su padre y después de su marido), y no poseía casi ningún derecho humano.

Hoy en día la humanidad sabe que toda mujer es tan capaz física e intelectualmente como todo hombre; por lo que las limitaciones y discriminaciones basadas en el género o el sexo (como las de la Iglesia Católica Romana), no tienen razón de ser.

Pareciera que debido a que los sacerdotes católicos romanos no poseen ovarios, trompas de Falopio, útero, ni vagina—ni atraviesan los delicados procesos del embarazo, el alumbramiento, el amamantamiento y la crianza de bebés, fuesen incapaces de comprender las necesidades y los derechos reales de las mujeres frente a las circunstancias diarias de una vida en permanente cambio—y demuestra desear que las cosas se mantengan igual a como eran en los primero siglos del cristianismo.

Esas creencias teológicas son perjudiciales para la humanidad y especialmente para las mujeres, quienes desde hace siglos ya no son “seres inferiores a los hombres”, sino sus iguales y no sus posesiones, sino sus compañeras, ya que el hombre y la mujer son simplemente las dos mitades de la misma especie o forma de vida: el Homo sapiens sapiens—y se complementan entre sí a la perfección.

Y ante hechos naturales potencialmente muy peligrosos, como el embarazo no deseado, el embarazo precoz, las enfermedades que afectan a los bebés en gestación, las enfermedades de transmisión sexual, y las oportunidades abiertas para que la mujer se desempeñe en la sociedad como alguien distinto a un ama de casa—ser sacerdote, por ejemplo—la Iglesia Católica Romana al pretender que sigamos viviendo como en la Edad Media y épocas anteriores, se equivoca muy seriamente y ello ya viene reflejándose no sólo en la disminución de su feligresía, sino también en las dificultades que ha venido atravesando para conseguir candidatos a ingresar a sus seminarios a cargo de formar sus sacerdotes.

No es la “influencia demoníaca” o del “capitalismo salvaje” lo que está erosionando la influencia de la Iglesia Católica Romana en la humanidad, sino su anacrónica teología—y porqué no decirlo claramente: su inaceptable falta de respeto y consideración hacia la mujer.

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