Opinión Nacional

Terrorismo

“Cuando me desespero, recuerdo que
a través de la historia, los caminos de la verdad
y el amor siempre han triunfado. Hubo tiranos,
asesinos y por un tiempo pueden parecer invencibles,
pero al final, siempre caen”.

Mahatma Gandi

Cuando se denuncian actos terroristas, lo normal es imaginar que han sido cometidos en lugares donde el fanatismo religioso-político no conoce límites cuando se trata de acallar la disidencia. Da igual si es política o religiosa, puesto que son indisolubles según el criterio medieval que sustentan. Lo mismo por organizaciones mafiosas narco-guerrilleras como las FARC o el ELN.

En la civilización occidental y particularmente en el Continente Americano, el terrorismo, salvo el protagonizado por facciones como las señaladas o en situaciones de guerra civil, no ha sido práctica usual propiamente dicha. Mucho menos prohijado, consentido y protegido por gobiernos democráticos. En ocasiones, por qué negarlo, se han dado casos lamentables. Pero no como práctica cuasi-legal y reiterada.

Venezuela fue así hasta hace poco tiempo. Con el advenimiento del Socialismo del Siglo XXI todo cambió. Ahora ¡Venezuela es de todos! Por supuesto que de todos los afectos al régimen. Para los demás lo de todos son las amenazas, los insultos, la violación de derechos constitucionales, las pedreas, las golpizas; el bombardeo de medios de comunicación, de representaciones diplomáticas, de residencias de adversarios; el atentado, doblemente criminal, contra un autobús repletos de estudiantes de la UCV y contra el estudiantado venezolano víctima de todo género de gases venenosos, de balas y perdigones disparados por las fuerzas represivas autorizadas, a pleno gañote, por el Bellaco en Jefe, en mensaje radiotelevisado en cadena.

En una democracia medianamente funcional, con poderes independientes, el parlamento estaría escandalizado y preparando el enjuiciamiento del funcionario que ordenó semejante desmadre. Sin atenuantes y otras consideraciones psico-patológicas. Es sabido que el desquiciamiento del Bellaco en Jefe, lo acentuó el resultado de todas las encuestas menos una. El mundo se le viene encima porque no es democrático. Es militar- militarista y no acepta NO por respuesta.

Ahora bien, la cuestión es que NO es NO. En el clímax de su desesperación echará espuma por la boca y humo por todos cuantos orificios tenga, llamará en su auxilio a Satanás y le continuaremos diciendo NO a la perpetuidad en el poder de una persona.

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