The Secret
Esperando mi turno en una embajada para retirar mi certificación como coach personal, tenia a dos señoras a ambos lados de mi asiento; una de ella con una franela del Che conmemorativa a sus ochenta años y la otra señora con un bello suéter blanco, muy ceñido a su cuerpo, afortunadamente su fragancia no era Chanel; es que la saturación de la información política nos ha acondicionado hasta la forma de admirar la hermosura que nos da la vida, ambas mujeres poseían un encanto particular, pero las dos, eran una belleza universal.
La del suéter leía el libro “El Secreto”, se lo devoraba de la misma forma que la de la franela leía “Justicia Global” del Che Guevara, y yo sin mis anteojos, tan sólo contemplaba las dos tendencias hasta que tuve que hablar y pregunte ¿qué tal es El Secreto? Ella me dijo -El Secreto es la Ley de Atracción; mientras que la otra me rumoro que lo que atraen es dinero para los escritores; de pronto me di cuenta que estaba en medio del fuego.
En el secreto se señala, según la del suéter, que los sentimientos felices atraerán más circunstancias felices; la de la franela casi se puso sobre mi para contestarle a la otra -¿tú crees que Chávez no posee sentimientos felices? ¿Acaso las misiones son cámara de tortura o las antiguas verbenas adecas en el parque Los Caobos?
La del suéter me agarro la mano y dijo -según Winston Churchill tú creas tu propio universo conforme vas caminando; la otra le contesto -igual lo decía CAP; la del suéter le replico -con este libro puedes cambiar tu emoción inmediatamente… al pensar en algo divertido, o cantar una canción, o recordar una experiencia feliz.
La de la franela se enfureció, me tomo por el brazo y señalo -si piensas que otra vez en mi vida voy a cantar la canción de AD ¡estas muy equivocada!
La del suéter me vio a los ojos -Somos como magnetos, lo semejante atrae a lo semejante; la otra comento -de seguro ahora va a decir que Chávez atrae a Bush por que son iguales; ¡no! dijo la del suéter -es que te convierte en lo que piensas y Chávez sólo habla de invasión y atrae eso, ya que tu te conviertes en lo que piensas;
Impresionante, pero las dos señoras me abrasaban, me jalaban, me estrujaban como parte de su discusión “ideológica”, y en verdad, yo lo había pensado muy secretamente… y afortunadamente el libro no era de sexo.
