Opinión Nacional

Tiembla la esquina El Chorro

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El jueves pasado, el Capítulo Caracas de la AsoVAC y un nutrido grupo de investigadores de la APIU de la Universidad Central de Venezuela, promovieron un evento de respaldo a los científicos y tecnólogos de la ciudad capital, quienes ven peligrar su trabajo creativo y han sido expuestos al descrédito público.

Ataques del Ejecutivo, como la reducción del presupuesto a la investigación y el desconocimiento de los aportes realizados desde el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), se convirtieron en poderosas razones para que se fijara una posición clara e inequívoca de rechazo a esas acciones que amenazan su forma de vida.

Si bien para cualquier gobierno los científicos y tecnólogos han sido un hueso duro de roer, el presidente Chávez había logrado mantenerlos relativamente calmos. Para ello se había valido de una buena dosis de promesas, salpicadas de despojos del banquete petrolero. Con excepción de algunas quejas elevadas en contra de la vaporización del Intevep en el 2003, o cuando se sancionó al investigador Claudio Mendoza en el 2007, de resto los colegas investigadores optaron por ponerle buena cara al chaparrón de miserias que les empapaba.

No obstante, semanas atrás los investigadores fueron sacados de su letargo cuando se les informó que no serían adquiridos los equipos y consumibles correspondientes a los proyectos de la Misión Ciencia, ni aquellos asignados a los créditos adicionales otorgados el año pasado. Para remate, en estos días corre la mala nueva de que el aporte que recibían por el Programa de Promoción del Investigador (PPI) no ingresaría más al ya mermado presupuesto familiar, y que este podría ser reformulado otra vez, cuando no liquidado.

Más recientemente el presidente del IDEA despidió de su cargo a este cronista después de 41 años de servicio al sector ciencia, simplemente porque sus investigaciones académicas muestran que la ciencia venezolana no goza de buena salud, confirmando que la libertad de expresión para los científicos es un derecho imaginario, como bien lo saben los investigadores del IVIC. Ellos, durante el acto en la UCV, por no poder expresarse sobre asuntos científicos sin permiso de su director, tuvieron que guardar silencio activo como alternativa a recibir sanciones por expresar libremente su opinión.

Aunque después del leñazo tectónico de la semana pasada, el novel (pero no Nobel) ministro de Ciencia y Tecnología prometió que en los próximos mil años no tendríamos más sacudones, el panorama descrito obliga a preguntar: ¿sentirá Jesse Chacón el temblor que empieza a sacudir los cimientos de la entelequia que anida en la esquina de El Chorro?

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