Opinión Nacional

Tolerancia del delito, ¿Mecanismo de poder?

La sociedad venezolana en todos sus estratos está sometida por el delito. Desde los de cuello blanco hasta los homicidios, pasando por arrebatones, asaltos, robos, estafas, extorsiones y secuestros. Esta lista solo es una pequeña muestra de cuanto sucede diariamente en todos los rincones del país.

Entre los delitos de cuello blanco destaca la corrupción, fenómeno que existe desde que el mundo es mundo pero que es perseguido y sancionado en todas las sociedades que se precien de su desarrollo y que aquí no solo es tolerada sino que sirve de mecanismo de chantaje para “garantizar” el apoyo al proceso de todos aquellos a quienes se les paga permitiendo su enriquecimiento impropio.

No podemos dejar de mencionar entre los delitos de cuello blanco los que se suceden alrededor y dentro de las instituciones bancarias que aparentemente son débilmente combatidos tanto por los dirigentes de los bancos como por las autoridades respectivas tanto de supervisión bancaria como de represión del delito.

Nos parece importante mencionar que ya no existe familia en Venezuela que no haya sido víctima de un arrebatón para quitarle una cadena, de un asalto, generalmente a mano armada, para despojarlo de su vehículo, de su celular o de su reloj o mucho más grave, que haya sufrido un secuestro express o aquel tipo de secuestros donde la víctima es “vendida” a grupos irregulares que medran con el más dañino de los delitos que se le infieren al individuo y a la sociedad.

Dicen que los días inmediatos al pago de sueldos, los quince y los último de cada mes, son oportunidades cuando en los barrios de las ciudades venezolanas se suceden secuestros que solo tienen como objetivo lograr una redención a través del pago de cantidades ridículas, del orden de los cien mil bolívares.

Son abrumadoras las noticias que emite el gobierno en relación a la repetida organización y reorganización de los cuerpos de seguridad que deben garantizar la vida y el vivir de los venezolanos. Inconmensurables son las cantidades que se gastan en equipamiento, vehículos, armas, dotación de locales y protección de quienes deben proteger al ciudadano.

Todas estas acciones se ven coronadas con el más estruendoso fracaso.

Más nos permitimos preguntar: ¿No será que la tolerancia de estos y otros delitos se enmarca dentro de una política del pavoroso régimen que les facilita la aterrorización de la colectividad?

Como decimos más arriba, ¿No será la tolerancia de la corrupción un mecanismo para mantener a raya y lograr la complicidad de los corruptos?

¿No es delito conducir un proceso donde se ha prostituido la nacionalidad del venezolano y se ha infiltrado a los cuerpos de seguridad del Estado con nacionales de otros países?

¿No es también delito asociarse y respaldar a gobiernos y procesos que se están sucediendo en varios países que se colocan al margen de las leyes?

No nos cuesta ningún esfuerzo concluir que Venezuela, nuestro querido país, está siendo sometido a un proceso en el cual los delitos se cometen desde las más altas esferas políticas y militares, donde se tolera a todos los eventos que a través del delito someten y comprometen la seguridad y tranquilidad de la ciudadanía.

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