Opinión Nacional

Tres tareas actuales

El valse de las cacerolas en 1992 le anunció a Pérez que su momento llegaba. Fue también un aviso para sus enemigos políticos, notables y conspiradores de que llegaba el momento de pasar factura. Sobraban las razones, validas o no, legales o no, y en menos de un año, con una bien orquestada campaña dejaba Pérez la presidencia y comenzaba nuestro declive que nos llevo a las manos de Chávez. Velásquez y Caldera, hoy lo sabemos, fueron un interludio de lo que hoy padecemos, la confirmación del deterioro en el que había caído nuestra democracia. No teníamos clara idea de los débiles que eran nuestras instituciones democráticas. Cuando Caldera, con la benevolencia de los que conspiraron contra Pérez y apoyado por el chiripero, llegó a la presidencia derrotando a los partidos políticos, estos no leyeron el mensaje. Luego vendría Chávez a concluir la tarea. Derroto electoralmente a los partidos y más importante aun, los derroto en el corazón y la mente del pueblo; con un sinuoso programa en menos de un año acabó con el Congreso, la Corte Suprema, el CNE, el Sistema de Justicia, dividió a los empresarios, arremetió contra los medios de comunicación y la Iglesia Católica y hubiera acabado con los sindicatos y la CTV, si estos no cierran filas con Fedepetrol y se le oponen. Durante estos tres años ha sido un enemigo débil e insospechado el que se opuso, la sociedad civil organizada, y que a partir del tema educativo comenzó a levantar cabeza, ganar la calle y mostrar que si hay un camino. Camino incierto y más largo de lo que se esperaba y se desea, pero camino al fin con una luz al final.

La oposición a Chávez

Finalmente parece que surge y se articula, de manera insegura, una oposición política. Pero tenemos que analizarla, seccionarla con bisturí en mano y estar conscientes de su naturaleza, para no llamarnos a equívocos. En cuatro grandes grupos pudiéramos dividir las motivaciones de la oposición a Chávez. Como toda clasificación aclaro que es imperfecta y como todo modelo es de tipo ideal, como diría un seguidor de Max Weber, con lo cual quiero decir que no vamos a encontrar a nadie que encarne una de estas topologías, sino más probablemente una mezcla de ellas, con muchos puntos intermedios y variantes; pero, por allí va la cosa. No es casualidad que alguien que no me acuerdo, a quien un amigo cita, haya dicho que Venezuela no es un país, sino un gentío.

Un primer grupo esta constituido por aquellos que consideran a Chávez un individuo de una clase muy baja, sin educación, sin cultura y además… negro. Si nos descuidamos acaba con el país y se lo entrega a esa chusma de “tierruos” que lo rodean. Para este grupo Chávez es un individuo del que hay que salir cuanto antes e importa poco quien lo reemplace, basta con que tenga la melanina apropiada y el primero que se pare y le diga las cuatro vainas que se merece y que se quieren oír, detrás de ese se ira un gentío. Claro que esto nunca será expresado así de manera pública, pues hay prejuicios éticos muy poderosos, pero en privado, poco más o menos, es ese el discurso.

El segundo grupo esta constituido por aquellos que mayormente lo que les preocupa son las tendencias comunistas de Chávez; el peligro de la cubanización les quita el sueño y por lo tanto hay que salir cuanto antes de esta revolución, que además ya sabemos a donde va. Según este grupo lo que hay que hacer es buscar una “contra” que sea exactamente del signo opuesto: Un generalote tipo Franco o Pinochet, que acabe con esto, aunque sea con un baño de sangre y nos vuelva al camino del bien.

Un tercer grupo, siempre presente y minoritario, parte de la base de que Chávez traiciono la revolución, de que es un oligarca más, que con sus medidas neoliberales le esta entregando otra vez el país a los ricos. Están dispuestos a aliarse con quien sea, que persiga el mismo fin inmediato, pues siempre han sido inmediatistas y en el camino se enderezaran las cargas.

Finalmente un cuarto grupo, que cada vez hay que hacer más numeroso, que parte de la base de que con Chávez peligra el estado de derecho y el sistema democráticos y es preciso salir de él por una vía institucional y lo antes posible, antes de que termine de arruinar al país y hacerle un daño más difícil y doloroso de reparar.

¿Quién nos va a ayudar?

El problema es que Chávez cuenta con toda la fuerza, el poder y los recursos del estado y quienes nos le oponemos somos como un collar de abalorios, escasos, dispersos, poco integrados y sin recursos. De allí que surja angustiosa la pregunta: ¿A quien acudimos?, ¿quién nos va ayudar?, y la respuesta es muy simple: Nadie.

Nuestros vecinos no pueden aunque quisieran y tienen bastante con sus propios problemas. Del otro lado del mar están ocupados con sus disputas comerciales con los Estados Unidos, con la integración de los antiguos países socialistas, con sus propias peleas internas y por más que intentemos recordarles que una vez fuimos tierra de esperanza para ellos, en donde encontraron un lugar para su exilio y hacer fortuna, no están dispuestos a meterse en otra cosa que no sea venir a ver en que invierten, comprar empresas públicas en malas condiciones, para terminar de exprimirlas o terminar de quebrarlas.

La grupos de interés los Estados Unidos

El “hermano mayor” del norte merece unas consideraciones aparte. En el ámbito privado, no gubernamental, durante años asistimos a reuniones, conferencias, encuentros, a estudiar en sus universidades, a dar discursos y escribir informes y “papers” para convencerlos de que Venezuela es un barullo; de que somos un puñado de advenedizos alrededor de un pozo petrolero; de que todos nuestros políticos son unos ladrones, corruptos e ineficientes; de que no hay una sola organización publica o privada que sirva para nada; de que somos una partida de desorganizados e improvisados a qui enes las cosas eventualmente les salen bien a punta de riqueza; que Venezuela es un desastre sin nombre y que si no fuera por la riqueza petrolera… etc. Bueno, los convencimos. Eso es lo que piensan que somos y en el mejor de los casos, que tenemos la suerte que nos merecemos. Convencerlos ahora de lo contrario va a ser mucho más complicado, sobre todo, porque todavía estamos convencidos nosotros mismos de que el discurso que tenemos que traer es el mismo, solo que ahora el malo es malo de la partida es Chávez y que es peor que todos los demás.

La posición del Gobierno Norteamericano

En el sector público, en el Gobierno Norteamericano y el Congreso, la cosa no es muy diferente.

En días pasados se intento precisar en una reunión en Washington al nuevo embajador norteamericano en Venezuela acerca de cuales eran las prioridades de los Estados Unidos con respecto a Venezuela y su situación política, y la respuesta no pudo ser más clara:

– La protección de los ciudadanos norteamericanos

– Proteger a los Estados Unidos del terrorismo y de la circulación de fondos para el terrorismo en algunos países

– El soporte de la democracia

– Abrir el mercado para las empresas norteamericanas

– Buscar la estabilidad regional

El problema de Chávez, al cual no se refirió, la situación de la pobreza, la corrupción, el incremento del crimen son materias en las lo único que pueden aportar los Estados Unidos es comercio y algunos expertos, pero al final, son los venezolanos los que deben decidir, los que tienen que resolver. Cerrado el capitulo y presentadas credenciales.

El Gobierno norteamericano esta “amablemente” preocupado y se conduele de nuestra desgracia; pero tiene sus propias metas de las cuales no se va a desviar. Mientras se mantenga alto el precio del petróleo, que garantice la rentabilidad de sus operaciones y se mantenga el flujo desde Venezuela, no les interesa quien es el que tiene la llave del pozo. Es más, ante la incertidumbre de que quien venga después sea peor, prefieren que sea Chávez, por aquello de que peor que malo conocido puede ser bueno por conocer. No vaya a ser que en uno de esos bochinches se interrumpa el suministro, se ponga en peligro la propiedad y vidas de los norteamericanos y se desestabilice la paz de la región. Total, ese es un problema de los venezolanos, dicen, cuidémonos simplemente de que Chávez no siga diciendo tonterías sobre el terrorismo, que aplaque sus ánimos viajeros a países enemigos y que mantenga las apariencias del respeto a los derechos humanos y de gobierno electo democráticamente. Todo lo demás es secundario o no importa.

El espíritu de Lampedusa

Desde diciembre la oposición había ganado la calle y por un momento se tuvo la fantasía de que el fin estaba cerca. Han sido las marchas, las cacerolas, las manifestaciones, las protestas cívicas y originales, etc. las que han abierto la brecha. Eso no va a tumbar al gobierno y mucho menos, como dice un cronista: “Una oposición inspirada en la Madre Teresa, que pide a los manifestantes respetar las luces de los semáforos…” (Fausto masa, El Nacional 16/03/2002. Pag. D2), es cierto, pero tampoco trancando el tráfico lo vamos a tumbar.

Si a ver vamos, tampoco lo va a tumbar los arrestos de la gerencia petrolera, sobre la que algunos llegaron a fantasear de que ese si era el comienzo del fin: La famosa y mitológica huelga petrolera que solo ha tumbado gobiernos en una Venezuela que no existe, porque en la Venezuela real nunca ha habido una huelga petrolera que amenace a ningún Gobierno, democrático o no. Apoyo, solidaridad, ruedas de prensa, etc. Contribuirán de seguro al deterioro de la imagen del Gobierno, pero al final parece que resultó cierto aquello de que nadie se suicida en primavera. Hoy Chávez, al decir de algunos, tiene un segundo aire. Pero, ¿Por qué?, y la respuesta a esa pregunta no es fácil de asimilar.

Este es un Gobierno ineficiente y malo, que nos esta conduciendo a un desastre económico sin precedentes, que esta burlando una de las últimas esperanzas del pueblo en la política, como mecanismo para lograr sus reivindicaciones; pero no esta solo en esa tarea, desde la oposición lo hemos estado ayudando al ser incapaces de producir una alternativa creíble. Hemos creído que la solución estaba a la vuelta de la esquina porque, a lo mejor, la gran marcha del 23 de Enero reunió más de 100 mil o 200 mil personas o porque unas encuestas nos hablan sin duda de la caída de popularidad del Presidente o por el ensordecedor ruido de cacerolas con cada cadena presidencial.

Pero eso no se ha convertido en la agitación política necesaria, en la calle, por todo el país, que ponga a dudar las instituciones chavistas (AN, TSJ, Fiscalía, etc) y las ponga a pensar que a lo mejor ha llegado el momento de saltar la talanquera y producir o ser permeables a la situación legal conflictiva que nos muestre el resto del camino. Si lo que de verdad queremos es una salida institucional. Lo que esta ocurriendo no puede convertirse en esa agitación política porque no hay ninguna organización política detrás de todo eso, con credibilidad, con un programa y con un planteamiento.

La sociedad civil ha hecho el trabajo de desgaste, de resistencia, ha mostrado la posibilidad, pero por diseño organizacional, no esta para la tarea final, eso le corresponde a los partidos políticos y muchos de ellos están, por lo que se ve, en un proceso interno de reestructuración Lampedusiana, cambiando para mostrarnos los mismos rostros y que todo quede igual.

Convencidos mentalmente de que al proceso le falta y de que la caída del régimen no esta próxima y no se va a producir por buenos deseos, por aburrimiento, por resultados de encuestas o por magia, creo que son tres los frentes que debemos acometer simultáneamente: la sociedad civil, los partidos políticos y las relaciones externas.

La tarea de la sociedad civil

El deterioro de la situación económica nos ira aproximando a las condiciones para que se le plantee la salida de Chávez de la Presidencia como condición sine qua non para salir de la crisis. La sociedad civil (SC) debe continuar su labor de zapa; pero midiéndose en áreas en donde pueda obtener un mayor consenso y apoyo, éxitos y resultados, con metas medibles y continuar sin desmayo en la tarea cotidiana de denuncia, vigilancia y agitación, sin descuidar sus propias actividades, que son las que le dan aval a su actuación ante la población. Olvidarse de eso es olvidar la lección que recibimos cuando la elección de la Asamblea Constituyente, cuando se derrumbó el mito de la sociedad civil, o de las ONG, y su supuesta capacidad de movilización política y electoral.

Somos buenos y eficientes en las cosas que hacemos por la comunidad, como Sociedad Civil, o como ONGs, pero eso no es trasladable a la acción política, y si no fue convertible en organización para la movilización electoral y para obtener votos, mucho menos lo será para tumbar Gobiernos.

Para acción cotidiana, la ventaja de la sociedad civil es que es más manejable que un partido, puede actuar con menos recursos, no saca al individuo de sus medio sino que utiliza su talento allí donde lo tiene y puede ser más útil; ofrece mayor variedad de opciones a los ciudadanos y esta más dispuesta a actuar con el tiempo que cada cual pueda aportar o esta dispuesto a aportar.

Pero en esa tarea cotidiana se debe producir el salto de conciencia de que esa es una tarea política, de que es preciso politizar al ciudadano para que no deje ese terreno solo en manos de los políticos, como si no fuera una parte esencial de su vida, sobre la que debe tener las riendas y ejercer control. Por eso creo que su papel, dado que no tiene el impulso o el deseo del poder político para ejercerlo de manera personal, es reservarse, debidamente preparada y entrenada para lo que vendrá después, cuando se ejerza el poder de manera democrática.

Por eso he dicho en otros momentos que creo que la tarea política de la SC es fortalecer partidos y sindicatos y apertrecharse para después, para el nuevo Gobierno, para evitar que se retroceda a situaciones de inamovilidad política como las que tuvimos en los periodos anteriores. Por eso hablo de un nuevo pacto político y social, para salir de Chávez, pero para evitar también retrocesos que nos conduzcan de nuevo al punto en que nos encontramos ahora.

El papel de los partidos políticos

Si el salto modernizador hacia la plena democratización se produce por el auge de la sociedad civil, seriamos el único caso en la historia de la humanidad. No lo descarto, pero creo que la modernización de la democracia pasa más bien por el auge de las organizaciones políticas y el fortalecimiento de las instituciones. Es el liderazgo político lo que produce ese salto modernizador.

El momento de los partidos esta lle gando y parece que no se dan cuenta de que para asumirlo hay que demostrar de verdad un nuevo rostro. Demostrar que de verdad ha habido un profundo examen de conciencia, un verdadero acto de contrición, una rectificación de los vicios y componendas del pasado; una apreciación critica de ese pasado que los lleve a reconocerse en él, a aceptar sus orígenes, pero no darlos necesariamente por buenos.

El problema ahora es la característica de ese partido, como se conforma y a que debe responder. Creo que los criterios de Duverger son muy validos como esquema para caracterizar a los partidos u opciones tradicionales, aunque tenga ciertos ribetes modernos y tecnocráticos en cuanto a la organización, pero no creo que Duverger nos aporte mucho más al análisis de los partidos que se deben construir, de cara a la fenomenología política del siglo XXI, que es nuestro verdadero problema. Tampoco, ciertamente, ayudan mucho otros, -ni los clásicos funcionalistas, ni los neo marxistas – a dar cuenta de la sociedad tecnocrática, el mundo globalizado y la vertiginosa era de la información, acelerada por Internet.

Propuesta de principios generales para los partidos políticos.

Es preciso construir una organización moderna, popular, poli clasista y que se plantee claramente la toma del poder sobre la base de un programa explícito, y un compromiso personal y colectivo con ese programa. Yo resumiría en los siguientes los lineamientos generales o principios iluminadores de la acción para evaluar a los nuevos partidos:

– Ser absolutamente y radicalmente democrática, en sus formas de organización y toma de decisión y que no saque al individuo de su medio y de su comunidad concreta, en donde se desempeña su trabajo, su vida y su actividad.

– Que utilice los modernos medios de difusión y discusión, en donde podemos jugar un gran papel intelectuales y profesionales, conocedores de técnicas gerenciales y expertos en la utilización de modernos medios de difusión y procesamiento de la información.

– Debe partir de proyecto o programa concreto, explícito, y compartido de modificación y transformación de la sociedad venezolana y de cuya discusión no debe excluir a nadie, mucho menos a esa gran cantidad de la población que hoy se dice chavista.

– El programa mínimo, de postulados éticos que deben estar presentes en cualquier organización política debe contener: La transparencia en el actuar y en las funciones de gestión pública; la correcta separación entre los legítimos fines privados del político, los fines del partido y los fines del Estado; la conciencia, en sus militantes, de que la función pública, es una función educativa.

De lo que se trata entonces es de romper de una vez con el concepto que tenemos de partido político y nos lancemos sin temor en la búsqueda de uno nuevo. No pensemos que las únicas formas de organizarse políticamente son las que hemos conocido hasta ahora, basadas en los gran des partidos poli clasistas y de masas, organizados bajo las ideas leninistas de centralismo democrático, y bajo la concepción de “correas de transmisión”, expresiones organizativas de una conciencia y una ideología elaboradas por “intelectuales” alienados, como dirían los leninistas, o “cuadros de vanguardia”, y que nos pueden conducir a un nuevo fracaso.

Opciones organizativas

Que surjan todas las iniciativas posibles, que se organicen de la forma en que puedan y quieran, que utilicen las formas modernas, cibernéticas de comunicación, que se lancen a la lucha política y a la captación de adeptos, y que triunfe el que mejor sea capaz de expresar los interés e ideales de los grupos sociales a los que aspire representar.

En otras ocasiones he discutido el tema de la organización política de los tiempos que corren y he dicho que a esa nueva organización se la concibe como un núcleo central de políticos profesionales y con una amplia periferia, que se activa y desactiva de acuerdo con circunstancias especificas. Hemos visto que así funcionan ahora algunas empresas y organizaciones de la sociedad civil y que si este esquema funciona para el mundo de los negocios, no hay razón para pensar que no habría de hacerlo para el mundo de la política.

Las relaciones externas

El apoyo y la solidaridad es un elemento indispensable. En el mundo globalizado, no pueden sobrevivir de manera aislada, autárquica, no somos auto sostenibles, necesitamos de la solidaridad internacional, pero para ello hay que dejar ese circulo neurótico de destrucción que hemos cultivado en nuestra vinculación con algunos de los grupos de poder e interés de Europa y los Estados Unidos..

No podemos continuar viniendo a improvisar, mal preparados, sin agenda ni objetivos, sin informaciones precisas y sin datos, con los mismos chismes y rumores que nos contamos entre nosotros, con documentos que solo nos dicen algo a los venezolanos, pensando incluso que estos son una partida de ignorantes y confiados solamente en nuestro pico de plata o en que nos las sabemos todas y en el mejor de los casos, creyendo que inspiraremos lastima y así obtendremos ayuda económica y recursos.

Tenemos que demostrar que nuestros partidos han tenido un proceso interno de renovación, democrático y transparente; que esta ideológica y solidamente constituidos y que responde a un programa preciso, sustentado en cifras y hechos. Que la oposición al régimen se basa en el peligro que este representa para el desarrollo de la democracia y el estado de derecho.

Que nuestras organizaciones de la sociedad civil y ONGs son sólidas y efectivas, que son lo que dicen ser, sin pretensiones de ser únicas y exclusivas y que los recursos que emplean no provienen de fuentes gubernamentales, que son eficientemente gastados y verificables, a toda prueba o auditoria que se quiera realizar.

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