Opinión Nacional

Triste despertar

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Desde el aciago 4 de febrero de 1992, cuando un joven y desconocido oficial irrumpe violentamente sin éxito y se encumbra en el escenario político al rebelarse a un declinante gobierno sustentado en un bipartidismo decadente que en sus últimos años no supo canalizar los urgentes reclamos de la gente ni el necesario relevo generacional del liderazgo y de las instituciones políticas; el pueblo repentinamente abre sus ojos y agudizó su sentido critico hacia el anacrónico sistema dominante que reacciona destituyendo de un plumazo al presidente de turno lanzándolo como victima propiciatoria y carnada a una jauría hambrienta mas de venganza que de justicia para distraer o complacer a la turba enardecida. En 1993 asume entonces un nuevo gobierno compuesto por una multisápida y variopinta ideología de frágil equilibrio incapaz de ser definida como de derecha o de izquierda o mas bien todo lo contrario, que con su anciano ductor y presidente a la cabeza mas bien terminó poniendo el caldo mas “morao” y dio paso a situaciones sorprendentemente torpes como el caso del indulto a los auténticos golpistas, así como a la increíble tragicomedia de los dos hasta esa fecha “grandes partidos” del status en la escogencia y automática defenestración de sus respectivos candidatos: un devaluado caudillo y una sobrevaluada miss. La historia que sigue es muy bien conocida hasta por las generaciones mas jóvenes, quienes no se comieron el cuento de frijolito y su jinete, más bien apostaron todas sus fichas y fortuna a un cambio verdadero y profundo, a un nuevo lidedarzgo no comprometido con las desviaciones del pasado ni contaminado en el fango de la partidocracia imperante. Venezuela encandilada por un verbo encendido, hipnotizada por un gendarme necesario que enjuiciaba de antemano a los corruptos, que amenazó con freír en aceite las cabezas de los adecos leprosos de entonces y tomó para sí el legado político del mas grande americano, le dio finalmente su premio, esta vez por la vía del voto. Luego del glamoroso y esperanzador triunfo en 1998, asumió formal y solemnemente acabar con la miseria y exclusión social, juró igualmente redimir a la patria del oprobio de la cuarta república y el atraso en que se encontraba el país, prometió ser inflexible contra la corrupción y la delincuencia desbordada, manifestó con firmeza acabar con el estigma de los niños de la calle, la vida dispendiosa del funcionariado público y el boato de la dirigencia del pasado.

El país hechizado de tantas promesas y buenas intenciones de este nuevo Mesías tropical criollo, terminó por darle un cheque en blanco para cambiarle el nombre a la propia república, promulgar una constitución a su gusto y medida, someter a su antojo y control absoluto a todos los poderes viejos y nuevos, minimizando su autonomía e independencia y sobre todo disponiendo libremente y sin control alguno el manejo de la cosa pública y los recursos del estado como nunca nadie lo hizo. Hasta ese momento todo era amor y paz en este país de las maravillas y como por arte de magia, según el régimen, desaparecieron los niños de la calle, la tragedia de Vargas sirvió para reconstruir el daño de la naturaleza, que se oponía al gobierno pero al final obedeció permitiendo recuperar totalmente esa magnifica infraestructura turística que hoy disfrutamos a plenitud. Definitivamente y gracias al decidido apoyo de la sólida democracia de la hermana República de Cuba, para el gobierno, este país de Simón Bolívar es orgullosamente territorio libre de analfabetismo, corrupción, sida, paludismo, lepra, tuberculosis, fiebre amarilla etc. y los índices de inflación, inseguridad y desempleo están reducidos a niveles pre-democráticos. Según fuentes oficiales de “todo crédito” nada ni nadie podrá negarle a este gobierno que ha sido el que menos recursos ha tenido y sin embargo es el que mas industrias ha impulsado, mas casas ha construido y en el campo y las barriadas mas recursos ha invertido. Cita esta misma fuente que nunca como ahora el venezolano de a pié ha contado tanto con la ayuda de la revolución y ha tenido a su disposición azúcar, carne pollo, pescado, leche, gas y hasta carritos populares y casitas dignas a precios tan solidarios con el férreo control que eficazmente ejerce el gobierno bolivariano y sus funcionarios, pero es especialmente en materia de seguridad y resguardo de los ciudadanos y sus bienes en donde mas se ha avanzado y por lo tanto el régimen se siente orgulloso de que en el período de ésta revolución “apenas” han muerto casi cien mil compatriotas de manera violenta.

Todo éste drama nacional actual se materializó en los casi diez años que llevan de gobierno y el sueño de un pueblo noble que cansado de tantos embustes y traiciones en el pasado reciente confió en un hombre providencial, mítico, infalible que le llegó al corazón y que ahora se lo tiene partido y deshecho porque éste héroe mitológico y semidios resultó peor de lo mismo Y TRAICIONÓ EL ALMA NACIONAL. Este mismo pueblo que lo idolatró y encumbró en el poder, pasó su infalible factura electoral el 2 de diciembre pasado como tantas veces lo ha hecho y cobrará con justicia la infidelidad y el engaño de quien tuvo a su alcance todas las oportunidades para entrar a la gloria del Olimpo, épicamente y con este triste despertar, saldrá por la puerta trasera de la historia, ¡hípicamente!

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