Opinión Nacional

Un faraco en Miraflores

Como se nota que Fidel Castro esta gagá, porque si estuviera claro de la testa no habría permitido el desbarranque público de su discípulo con las FARC. Ahora sólo falta que el señor Chávez le termine de declarar la guerra al señor Uribe y firme un tratado de defensa recíproca con el señor Marulanda.

Y es que proclamar desde la tribuna de la Asamblea Nacional de Venezuela, que las FARC no es un grupo terrorista sino un ejercito insurgente que tiene un proyecto político bolivariano y respetable, equivale a colocarse de espaldas a la más elemental y comprobable realidad.

Quién lo dude, puede preguntar por las decenas de secuestrados venezolanos en manos de esa narcoguerrilla, y por los numerosos efectivos de las FAN que han sido asesinados por las huestes del mono Jojoy, incluso en tiempos recientes.

La más atinada respuesta a la proclama del mandamás rojo-rojito provino de Lima y en boca del Cardenal peruano, monseñor Juan Luis Cipriani: «Cómo podemos decir que es un planteamiento político el encadenar a la gente como animales, el mentir, secuestrar, matar y separar a los seres queridos»….

Pero nada, al señor Chávez parece no importarle las sangrientas ejecutorias de las FARC, tanto en Colombia como en Venezuela, y en cambio se embala en la desquiciada aventura de buscarles reconocimiento mundial, sobre todo en América Latina y Europa, como si fueran unos rebeldes justicieros de la opresión bogotana.

El responsable de asuntos internacionales del partido Un Nuevo Tiempo, Timoteo Zambrano, teme que se abra una oficina de las FARC en nuestro país. En realidad, ese despacho ya está abierto y funcionando a todo motor en la vieja casona de Misia Jacinta. Lo regenta el propio presidente de la República, ahora convertido en portavoz oficial y embajador emérito de uno de los grupos terroristas más violentos del Continente.

¿A dónde nos llevará semejante insania? ¿El señor Chávez instigará un conflicto armado con el gobierno colombiano para tratar de opacar el desmadre de su gobernanza venezolana?

La triste verdad, es que cualquier cosa es posible en las enajenadas entendederas del jefe único de la «revolución bolivarista», crispadas al máximo por la obvia decadencia de su proyecto de dominación. Después del 2-D, como advierten algunos de sus interesados colaboradores, el proponente de la fallida reforma ha perdido la quilla y no parece encontrarla en ningún rincón.

Abrazarse a las FARC, y de ñapa al ELN, como si se tratara de una tabla de salvación para no ahogarse en el descrédito doméstico, es un error tectónico que le pasará una factura de marca mayor. En especial dentro de las filas castrenses para quienes la narcoguerrilla aunque la vistan de seda, narcoguerrilla se queda.

Los jerarcas de las FARC deben estar alucinados con las ironías de la historia. Después de 40 años de violencia subversiva por fin llegaron al poder. Pero no en la Casa de Nariño sino en el Palacio de Miraflores.

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