Opinión Nacional

Un futuro promisor

En los últimos días hemos visto como abundan en la prensa nacional artículos de opinión en los cuales se acusa al gobierno nacional de fascista.

Es lastimoso ver el profundo nivel de ignorancia que tales escribidores muestran al manejar ese concepto. Si esos son los intelectuales que asesoran a la oposición fascista, terrorista y vendepatria de nuestro país, es fácil entender sus descalabros permanentes.

¿QUÉ ES EL FASCISMO?

Veamos que es realmente el fascismo.
De acuerdo a lo expresado por el autor Mario Einaudi, en la “Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales”, editada en inglés por Crowell Colier and MacMillan inc, New York, y en español por Aguilar Ediciones, 1974, en su tomo 4, páginas 721 a 727, encontramos que
“El término se emplea principalmente para designar el régimen político por el que Italia estuvo gobernada de 1922 a 1945. Se utiliza por extensión para designar un prototipo de totalitarismo, y se aplica a diversos sistemas políticos que se consideran afines al italiano”.

En cuanto a su composición social, el autor citado detalla que
”…la clase media italiana, los terratenientes, los hombres de negocios, el ejército y la monarquía veían en el fascismo un movimiento pujante que, bien dirigido, podía salvaguardar a Italia del peligro marxista. Entre 1921 y 1922 el reducido movimiento fascista originario se vio desbordado por cientos de miles de nuevos miembros, pertenecientes en su mayoría a la clase media, y apoyado por los empresarios y por el ejército, que le proporcionaban fondos y armas respectivamente..”

Más adelante el autor expresa:
“…El fascismo fue la reacción de algunos grupos sociales, principalmente la clase media y la juventud urbana cultivada, en un intento de reestablecer la ley y el orden…”
El rasgo principal del fascismo fue la sistemática violencia brutal en contra de sus enemigos políticos para “salvaguardar a Italia del peligro marxista”. Einaudi reseña en su ensayo como se manifestó la misma:
“…Las juventudes del partido (na: fascista) fueron organizadas en escuadras de camisas negras, que procedieron a destruir la estructura física y liquidar a los dirigentes del socialismo y del comunismo, que por entonces (na: 1921-1922) eran los principales enemigos.

En el párrafo quizás más significativo de su trabajo, Einaudi afirma que:
“Muchos de los portavoces de los nuevos partidos de masas, de Sturzo a Tasca, coinciden en que en la raíz del triunfo fascista estaba la actitud de la antigua clase dominante, que se negó a llegar a un acuerdo con la nueva elite surgida de las convulsiones sociales de la posguerra. Socialistas y democratacristianos, lejos de considerarse agentes de la destrucción del Estado, veían en sus programas la única esperanza de renovación democrática de la vida y de las instituciones italianas. A su juicio, los liberales fueron cómplices del fascismo en el afán de detener la evolución democrática normal de una sociedad en rápida transformación” (subrayado nuestro)
El autor explica que el fascismo surge como respuesta primitiva y brutal del sistema para impedir cambios progresistas en la sociedad, escudados en el fantasma del marxismo, siendo sus sellos distintivos la violencia política y la presencia activa y militante de grandes sectores de la clase media. De allí que es una absoluta necedad e ignorancia acusar al actual gobierno de fascista. Podrá ser otra cosa, pero a la luz de esta definición, no es fascista.

Por supuesto que un análisis profundo del fascismo llevaría muchas cuartillas, pero lo anterior es la médula orgánica de ese tipo de régimen.

¿POR QUÉ EL FASCISMO SE SOPORTA EN LOS SECTORES MEDIOS?

Sin embargo, conviene tratar de explicar el porque la clase media tiene una participación tan destacada en los movimientos fascistas.

La penetración del sistema democrático en la sociedad, y las garantías que éste conlleva, entre ellas las de libertad de expresión y manifestación, le permite a las clases más desposeídas y explotadas ir adquiriendo un mayor peso en el acontecer político, más allá del simple acto de votar. Esta explotación de los sectores pobres era muy acentuada en los albores de la democracia y sirvió de caldo de cultivo para que las ideas marxistas de igualdad social alcanzasen un crecimiento tal en los países occidentales desarrollados, que, en las primeras décadas del siglo XX, se perfilaban en muchos de ellos con posibilidades reales de acceder al poder.

Los sectores medios, caracterizados muy bien por Carlos Marx, que los definió por vivir en una constante dualidad de sentimientos, en que, por una parte, su aspiración mayor es subir dentro de la escala social, y por la otra, su mayor terror es descender en esa escala hacia los sectores más pobres, y que veían a las teorías socialistas y comunistas como unas verdaderas pesadillas, que al instalar el igualitarismo eliminarían las clases altas, adonde ellos deseaban subir, y los obligarían a vivir en condiciones “de igualdad” con los pobres, perdiendo, en los procesos de socialización, sus pertenencias y sus estándares de vida.

Este terror fue hábilmente aprovechado por los sectores dominantes de la sociedad, para, mediante el fascismo, atraerse a las clases medias como aliados en la lucha contra todo aquel, socialista o no, que intentase cambios en la redistribución más justa de las riquezas y en la eliminación de groseros privilegios, acusándolos de comunistas.

LA SOCIEDAD DE CONSUMO COMO ALTERNATIVA

El fascismo desaparece como opción en los países occidentales desarrollados en la misma medida en que las teorías socializantes van perdiendo su base de apoyo en la sociedad, como producto de la instauración de la sociedad de consumo.

En efecto, en la sociedad capitalista pre-fascista, los obreros trabajaban más de 14 horas diarias y devengaban salarios miserables, única forma que veían los capitalistas de incrementar sus ganancias. Ello traía apareada las llamadas crisis cíclicas de inventarios, en las que grandes volúmenes de mercancías producidas se quedaban sin vender por los escasos ingresos de la población. Estas crisis, la mar de las veces, se resolvían mediante las guerras, que tuvieron su cúspide en las dos grandes guerras mundiales.

La aparición de la sociedad de consumo en los países desarrollados de occidente cambia radicalmente ese panorama, ya que, con el fin de garantizar un consumo que absorbiera la producción del sistema, se mejoran las condiciones de trabajo y se aumentan significativamente los ingresos de las clases trabajadoras, desapareciendo así el entorno de pobreza que alimentaba las teorías comunistas.

Porque, ¿Qué sentido tendría hacer una revolución socialista para buscar mejoras, cuando, por ejemplo, el mismo sistema busca actualmente reducir la jornada diaria de trabajo a seis horas diarias en Europa?
Podemos resumir entonces que, el altísimo grado de explotación y miseria en que vivían las clases trabajadoras de los países más industrializados de occidente hasta comenzada la segunda guerra mundial, sirvió de alimento a la propagación de las ideas igualitarias del marxismo, y que gracias a las conquistas democráticas de la sociedad, se presentaban sus seguidores con reales opciones de acceder al poder. Siendo el fascismo primero, y la sociedad de consumo después, los mecanismos de defensa del sistema capitalista para desmontar ese peligro.

EL FASCISMO EN AMÉRICA LATINA

Sin embargo en América Latina eso no sucedió así. Cada vez que en alguno de nuestros países surgían movimientos para tratar de mejorar las condiciones de profunda desigualdad social presentes, el imperialismo norteamericano, aliados a los sectores dominantes apelaban a la más feroz represión, que se convertía en puro fascismo cuando las sociedades de esos países se habían, de alguna manera, modernizados con estructuras sociales similares a las europeas de pre-guerra, incluyendo una importante clase media, como en Chile.

La represión y el fascismo fueron las únicas respuestas del imperialismo norteamericano y de los sectores dominantes en dichos casos, ya que la otra alternativa, la de instaurar una economía de consumo en la región, estaba bloqueada por los Estados Unidos, que no quería que surgiesen empresas con economías fuertes y en crecimiento que le pudieran competir. Lo más que permitieron, y ante el hecho de la guerra fría, fue ese bodrio llamado “política de sustitución de importaciones”, que le daba a ciertos grupos económicos capitalistas de los países latinoamericanos un dominio local en sectores puntuales, sin posibilidad de expandirse a los otros países del subcontinente.

Al no desarrollarse una economía de mercado, los empresarios locales siguen la misma conducta de los capitalistas pre-fascismo, buscando las ganancias, no en políticas competitivas y de crecimiento, sino en la explotación al máximo de la mano de obra.

En Venezuela, por ejemplo, la inmensa mayoría de la clase trabajadora percibe salarios mínimos, mucos de ellos sin recibir los beneficios del Seguro Social ni otras prestaciones mínimas contempladas en la legislación. Explotación que ahora, con la casi desaparición de la clase media, se evidencia muy peligrosa para los sectores dominantes.

La verdad es que el aparato del Estado venezolano está estructurado para sostener esta economía expoliadora y parasitaria. Estructura que no ha sido tocada en lo más mínimo en estos cinco años de revolución bonita.

AHORA, EL INTENTO ES EN VENEZUELA

En Venezuela con el ascenso de Chávez al poder, el gobierno norteamericano aliado a los sectores tradicionalmente dominantes han intentado, infructuosamente, derrocar al gobierno e instaurar un régimen fascista que aniquile de raíz una pretendida “amenaza comunista.” Para ello, y desde el mismo momento en que vieron la posibilidad de triunfo de Chávez en el año 1998, se dedicaron a presentar al chavismo como una doctrina comunista, buscando crear así las bases sociales necesarias para sus propósitos de instaurar un régimen fascista.

Sembrada esta imagen, posteriormente la CIA aplicó en nuestro país la misma receta que aplicó en Chile para derrocar a Allende, tal como lo podemos apreciar en el siguiente párrafo escrito por Carlos Altamirano, a la sazón Secretario General del Partido Socialista chileno, y que narra algunos de los más importantes acontecimientos de esa acción conspirativa:
“Las clases dominantes actuaron durante aquel período aplicando una inobjetable concepción insurreccional de masas. Todas las formas de lucha fueron utilizadas: las pacíficas y no pacíficas, las legales y las ilegales, las institucionales y las armadas. En el asedio constante al Gobierno Popular nada se dejó de lado. Mientras la burguesía insubordinaba los cuarteles, escandalizaba al mismo tiempo en el Congreso por el supuesto atropello a algún precepto legal. En los mismos instantes en que dinamitaba una torre eléctrica o algún gasoducto, reclamaba con voz tonante, desde la Corte suprema de Justicia, el “quebrantamiento de la juricidad”, porque el gobierno no otorgaba la fuerza pública para el desalojo de alguna familia modesta. Con una mano asesinaba y saboteaba, en tanto con la otra suscribía declaraciones ampulosas y retóricas sobre la ruptura institucional. Manejaba los hilos del mercado negro y la especulación, al paso que protestaba airada por el caos económico. Alteraba el orden público, promovía huelgas subversivas, practicaba el terrorismo, con el mismo entusiasmo que bloqueaba el aparato estatal y obstruía desde el Parlamento las iniciativas del gobierno.” (Tomado del libro “Dialéctica de una derrota”, Página 70, Siglo veintiuno editores, segunda edición 1978, México)
Exactamente lo mismo que la oposición fascista, terrorista y vendepatria de Venezuela ha practicado desde el 11 de septiembre del 2001. Claro, son lacayos de la CIA, la misma que dirigió el derrocamiento y asesinato de Allende.

Bajo esta visión, es acertado calificar a los actuales líderes del movimiento opositor venezolano de fascistas, porque ¿Es qué acaso éste no está constituido por los empresarios, terratenientes, sectores del ejército, minúsculos por cierto, y un amplio sector de la clase media que desean desaparecer una “amenaza comunista” y volver al régimen pasado?
¿Qué fue la breve dictadura de Carmona, sino un ejemplo clásico de gobierno fascista?
¿Es qué acaso los llamados “Comandos de la Libertad”, no son una réplica de las famosas camisas negras, tan similares que incluso usan su mismo color?
¿Es que los dirigentes del partido Primero Justicia no buscan ser líderes de principalmente “la clase media y la juventud urbana cultivada”?
En esta alianza local sólo falto la monarquía, porque no la tenemos, pero la sustituyó sobradamente un grupo de personas, autodenominados líderes históricos de la izquierda, que llegaron a obtener provechos económicos y de status vendiendo esa figura, y que vieron en el movimiento chavista un competidor que les quitaría esa careta y los dejarían reducidos a simples nulidades políticas, como finalmente ocurrió.

Por cierto, estos “líderes” sin masa, cuando asumieron su papel opositor ante el competidor que surgía, lo hicieron bajo el argumento de que el gobierno de Chávez se convertiría en una dictadura militar, y tratando de introducir la realidad dentro de sus conceptos, han pregonado insistentemente en el carácter dictatorial de nuestra Fuerza Armada, buscando su desprestigio y desmontaje, lo que “casualmente” le ha venido como anillo al dedo al imperio norteamericano, que también busca, a través de sus lacayos de la CD, destruir nuestra fuerza armada para poder ocupar, sin mayor resistencia, nuestros campos petroleros
Y aquí conviene hacer un pequeño paréntesis. La oposición fascista, terrorista y vendepatria, juega a que haya una intervención militar extranjera para poder acceder y mantenerse en el poder, como si la gran preocupación de Estados Unidos fuese el destino de estos pobres infelices.

No. Cualquier ocupación militar norteamericana se centrará, como en Irak, en la industria petrolera (Zulia, Anzoátegui y Monagas), y cualquier presencia en las ciudades será en concentraciones militares, tipo la “zona verde”de Bagdad, dejando el resto del país a la deriva. Por cierto, malas noticias para los vendepatrias.

EL FASCISMO NO PROSPERARÁ CON LAS NUEVAS REALIDADES

Ahora la gran interrogante es ¿Por qué en Venezuela no ha funcionado la exitosa receta fascista de Chile?
Por una sencilla razón. El diferente peso específico de los sectores medios de la población. Mientras en Chile, y tal como lo muestra Carlos Altamirano en su mencionado libro, en la página 75, la clase media constituía el 52,3% de la población, en Venezuela, en donde existe una pobreza cercana al 80%, se puede estimar, por diferencia, un sector medio que no excede el 25% en el mejor de los casos. Esto permite entender claramente los constantes fracasos de los agentes de la CIA en implantar el fascismo en nuestro país.

Pero no sólo la cantidad es importante, también la calidad. Muchos de los integrantes de los sectores medios tienen un pensamiento democrático, producto de haber accedido a ese nivel como consecuencia de las luchas por la democratización vividas en nuestro país en la década de los años 60. Hay que recordar que fueron precisamente integrantes de las clases medias de las grandes ciudades los que participaron en forma numerosa, y activamente, en las luchas en contra de la dictadura adeco-copeyana de Betancourt y Leoni.

Esta importantísima observación puede llevar a la conclusión de que todo proceso revolucionario tendrá altísimas probabilidades de éxito en sociedades en las cuales los sectores medios tengan un tamaño reducido y/o conciencia democrática.

Si analizan los países en donde han sucedido revoluciones triunfantes, la debilidad de las clases medias es una característica presente: Francia, China, Rusia, Cuba, Vietnam, etc.

En la mayoría de nuestros países, y gracias a la brutal ofensiva neoliberal, los otrora sectores medios se han proletarizados de tal forma que ya han perdido el miedo de caer en la escala social, porque ya lo hicieron. Y lo que es peor, y tal como lo hemos explicado en artículos anteriores, ante la escasez de los recursos naturales minerales, y en especial del petróleo, los gobiernos de los países occidentales desarrollados articulan estrategias para impedir nuestro desarrollo, a fin de evitar nuestra competencia por el aprovechamiento de los mismos, con lo que expolian el incremento de la pobreza en nuestra región.

Es decir, al no poder contener el imperialismo norteamericano y las clases dominantes los procesos en pos de la democracia y del desarrollo, bien con regímenes fascistas, por ausencia de importantes clases medias, o bien con economías de consumo, por temor a nuestro desarrollo, se abre un mar de posibilidades a los pueblos latinoamericanos de comenzar a emprender, con seriedad y firmeza, la construcción de sociedades desarrolladas. Pero para ello es vital que nuestras sociedades internalicen estas realidades, que entiendan la importancia de la unidad latinoamericana, y que sepan apartar todas aquellas trabas y trampas que nos ponen las grandes potencias, como es el caso de la magnificación de la problemática indígena.

El signo que tomen estos procesos de desarrollo en cada país, socialismo, humanismo, etc., lo determinará la fuerza que acumule una propuesta política.

Por lo anterior es que afirmamos que la dirigencia opositora venezolana, que ha tomado el camino del fascismo, está condenada históricamente a salir derrotada, y es necesario, y más bien, fundamental, que en nuestro país surja una oposición que interprete adecuadamente las nuevas realidades, que se desvíe del fascismo y que apueste al desarrollo.

Esto es urgente, porque la ignorancia y la ambición les impide a los actuales dirigentes de la oposición, apreciar las nuevas realidades y continúan con sus planes fascistas.

Por ejemplo, ya anuncian para el 29 de mayo, día de los reparos, la realización de 2000 asambleas de ciudadanos en todo el país, pienso que con intenciones insurreccionales; los periódicos titulan a 8 columnas “planes” del gobierno para crear milicias populares; y hasta un alto dirigente de la Dirección Nacional de MAS y miembro de la CD expresó en un programa de la emisora Globovisión, el pasado domingo 16 de mayo en la mañana, que los diputados del gobierno, William Lara y Luis Tascón, deben ser llevados ante la sala penal del Tribunal Supremo, no por corrupción o asesinato, sino por el “delito” de opinar que los firmantes de las solicitudes de revocatorios pueden retractarse de sus actos.

Si estos actos no son fascismo del más puro, ¿Qué son?
Por supuesto que la actual estructura social de Venezuela impedirá, en forma natural, que todas esas intentonas fascistas se lleven a cabo, que lo único que logran es atornillar aún más a Chávez en el poder.

DILEMA NORTEAMERICANO

El hecho de no contar con amplias capas de los sectores medios en la mayoría de los países latinoamericanos, rompe la estrategia norteamericana de instaurar el fascismo como régimen político en aquellas naciones que intentasen transitar vías de desarrollo económico, y compitieran con ellos por los recursos minerales. Como pensaban hacer con Venezuela.

La otra vía, la intervención militar descarada, tal como lo hicieron en Yugoslavia, parece ser muy riesgosa, visto los sucesos de Irak. Y los escarmientos en países pequeños, tal parece que no tienen resultados disuasivos.

Creo que a los norteamericanos no les va a quedar otro remedio que dejar de vernos como el patio trasero de su imperio, y comenzar a implementar relaciones de igual a igual. Aunque dentro de esa dinámica demencial de sus dirigentes, es posible prever una agresión a Cuba, que como isla separada del continente es difícil de ser auxiliada. Sería el último acto de ellos como imperio.

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