Opinión Nacional

¿Un Nuevo panorama regional?

La muerte del terrorista Raúl Reyes, en manos del Ejército colombiano, en territorio ecuatoriano, provocó una crisis sin precedentes en la región, lo que obligó al Grupo de Río a considerar la situación en la búsqueda de una solución o al menos de acciones inmediatas para evitar que se agravara el conflicto entre los dos países.

El debate, al comienzo tenso, dadas las declaraciones previas de Correa, Ortega y Chávez, principalmente, estos dos últimos, innecesariamente inmiscuidos en el asunto, aclaró algunos puntos que merecen ser retenidos para comprender la evolución de la situación política y el futuro de las relaciones entre todos los países de la región.

El debate transmitido en directo por los medios de comunicación de la región, algo sin precedentes también, permitió reafirmar algunos conceptos y principios cuyo respeto resulta fundamental para que en la región se puedan normalizar las relaciones entre todos los Estados.

En primer lugar, se reconoció que el problema de las FARC y su ataque desde hace tantos años al Estado colombiano y a sus instituciones, es fundamentalmente un problema interno de Colombia, aunque los distintos Gobiernos de ese país hayan solicitado, en diversas oportunidades, la cooperación de otros Gobiernos y organismos internacionales, para lograr un acuerdo de paz en el país. La ONU y la OEA misma junto a otros Gobiernos han tratado sin éxito de mediar, desde hace varios años, para buscar una solución a la crisis planteada por el grupo terrorista.

Al mismo tiempo se reconoció de alguna manera que las FARC es un movimiento “irregular” que atenta contra el Estado de derecho y la seguridad de Colombia. Tal como lo dijo acertadamente Uribe, los movimientos creados en el marco de la liberación de los pueblos o en su lucha contra dictaduras no pueden equipararse a las FARC, calificadas de terroristas por la mayoría de los países de la región, incluso por la Unión Europea , aunque la Francia de Sarkozy ahora pareciera querer cambiarles la etiqueta de terroristas de forma unilateral, distinta a la de la UE, si llegaran éstas a liberar a la franco-colombiana Ingrid Betancourt, la única motivación que lleva a su gobierno a participar en este proceso.

Se confirman también los principios fundamentales que deben regir las relaciones regionales. El respeto de la integridad territorial de todos los Estados cualquiera que sea la razón que pudiere motivar la intervención militar en el territorio de otro y la obligación de impedir que desde el territorio de un Estado se realicen actos de agresión en contra del territorio de otros Estados, sea ello voluntaria o involuntariamente.

De la misma forma se reafirmó un principio igualmente fundamental que ha venido siendo inobservado por algunos, el régimen bolivariano de Hugo Chávez principalmente: la no injerencia en los asuntos internos de los demás.

El final de la Cumbre fue característico de una región como la nuestra. Después de los insultos, los apretones de mano. Bienvenidos esta vez. Pero esos apretones de mano solamente permanecerán si los Gobiernos de la región respetan las conclusiones expresas y tácitas a las que se llegó en la reunión.

La paz en Colombia es un problema de los colombianos. Es cierto. Pero interesa a todos. Ello obliga, no a intervenir, como han pretendido algunos, sino a cooperar francamente con las autoridades colombianas. El terrorismo es una amenaza muy grave y las FARC son muy representativas en este sentido. Dejen al Gobierno de Colombia, que es autónomo, firme en sus políticas, como lo dejó ver Uribe al responder a los Presidentes que intervinieron en el debate, resolver el problema en nombre del pueblo colombiano que le ha dado su respaldo y su confianza, lo que hará con el pleno respeto del derecho y de los derechos humanos en general, temor que infundadamente fue planteada por algunos, la señora Kirchner entre otros.

Los colombianos quieren la paz y piden cooperación de los países de la región, principalmente de los vecinos. El canje humanitario, que debería ser interpretado como un proceso de entrega de rehenes, de los miles que todavía mantiene el grupo terrorista, debe llevarse a cabo bajo la estricta coordinación y dirección del gobierno de Colombia. Una visión diferente puede cambiar de nuevo el panorama y provocar nuevamente fricciones entre los países de la región. Una apreciación distinta y acciones en sentido diferente pueden significar injerencia en los asuntos internos de Colombia.

Es de esperarse que los gobiernos de los países vecinos cooperen con las autoridades y las fuerzas armadas de Colombia para detener los ataques de las FARC, lograr la liberación de los rehenes y la paz definitiva en Colombia.

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