Opinión Nacional

Una infausta agresión contra nuestra Universidad Central

Luego de la última contienda electoral, el espíritu de retaliación contra todo lo que no es el status y la elevación del mal entendido ego de los infelices triunfalistas, los han llevado a grotescas actitudes y compostura, y ya no solo del infeliz líder que así pretende dirigirlos, sino también ahora por gente de su tolda, tan arrabalera y arbitraria como aquél, quienes con ello vienen tomando derroteros que no pueden continuar soportándose ni es prudente que se admitan de manera alguna para el bien de la patria ni la paz social.

Uno de esos vandálicos acontecimientos tuvo lugar recientemente en nuestra Universidad Central y lo peor ha sido que nuestra comunidad universitaria lo ha soportado callada y estoicamente, y tuvo lugar con ocasión de un inaceptable comportamiento de una docente contratada que motivó a su vez una decisión aberrante de nuestro Tribunal Suprema en la que se efectúan inicuos pronunciamientos para defender a la defenestrada funcionaria que de paso labora en ese mismo órgano judicial0. En el caso comentado, la pretendida víctima, luego de cientos de peripecias para mantenerse en el cargo, sin mérito ni credenciales de especie alguna, volvió a procurar ingresar a escalafón por concurso, y en dicho certamen, no precisamente con los vericuetos de nuestro mal habido Consejo Nacional Electoral fue derrotada por un punto en una de las pruebas, motivando que la susodicha funcionaria abandonara la realización de las demás evaluaciones y sin justa causa impugnara sin razón alguna la decisión del jurado evaluador.

Lo dicho bastó para que la cólera y el montaje de la susodicha ciudadana llegara a rebozar el río de la calma y los linderos de la educación y con lenguaje y ademanes ajenos a la menor seña de compostura y educación básica arremetió en amenazas, hizo valer su pobre condición de integrante del Ministerio Público y de paso en uso abusivo de las facultades de las cuales se encuentra investida, para el adecuado ejercicio de su cargo se hizo expedir ilegalmente material probatorio para su iniquidad y seguidamente impugno el proceso.

Los anómalos procederes de quien se dice atropellada, han llegado al extremo de amenazar a los alumnos de no reintegrarse a la que hoy debió haber sido su cátedra.

El magno órgano judicial, como de costumbre y tratándose de una co-causal de los procederes de este insólito gobierno, en una sentencia no precisamente paradigmática en torno a lo que se debe hacer en buen derecho, dispuso entre otras cosas la obligación de que la presunta docente permaneciera en el cargo, su inmediata reincorporación, y pare de contar. Solo les recomiendo la lean y revisen para poder creer lo que de ella se puede contar.

Lo que me resulta inaudito, inexplicable y deplorable, es que no se haya producido en el foro universitario raíz de nuestra cultura académica, donde debe privar la ciencia y la conciencia, una seria y enérgica protesta ni se haya hecho público tan aberrante comportamiento, ni formulado un justo reproche por tan insólito suceso, como debe ser.

Parece mentira, pero en lugar de ocurrir un reforzamiento en las justas conductas de protesta y rechazo, a medida que mas se agrede a la sociedad no comprometida en el asqueroso pozo político, se produce un efecto “anestesia” entre sus mas conspicuos integrantes, se minimiza la capacidad de reacción y ello da lugar a mayor agresión y surge la desventurada posición de soportar aquello estoicamente, demorando con ello toda justa reaccion, pro no con ello pretermitiendo las reacciones en cadena que supongan jugarse el todo por el todo, situaciones que si bien deben evitarse, son por demás justificables en el grupo social no comprometido políticamente.

Por ello hoy, doy cuenta del acaecimiento de tan nefastos sucesos, por igual elevo formalmente mi enérgica protesta por el acaecimiento de los mismos é insto a mis pares de toda la comunidad ucevista, pero también a los de otros entes universitarios, para que se imponga, por las buenas o por las malas el respeto, para que se vuelva a la sindéresis, para que se ponga final a esa vulgar agresión contra las instituciones en pro de evitar confrontaciones de mayores consideraciones que seguramente deben esperarse.

No reconozco a mi patria en una forma que no haya sido de pacificas conductas pero sí seriamente comprometida con la protección de los derechos de sus ciudadanos, como lo ha demostrado en otros graves momentos de su historia, Se está provocando aceleradamente una reacción peligrosa, pero que es perfectamente compatible con los atropellos que viene recibiendo la ciudadanía en cualquiera de los campos de su acontecer.

Llamo pues a unirnos contra el atropello y a exigir se imponga el respeto por nuestras instituciones, se rechacen aberraciones como las comentadas y que se excluya de las mismas a cuantos no sepan lo que es la compostura y educación en el medio universitario. De mi parte, las autoridades de la Universidad y quienes ajustados a derecho cumplieron ese proceder tienen todo mi respaldo, pero no puede haber mutismo, hay que hacer sentir la justa y adecuada protesta.

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